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LA COMPLEJIDAD DEL SERVIDOR PÚBLICO

LA COMPLEJIDAD DEL SERVIDOR PÚBLICO

Por Hugo Castillo Mesino

Definir a un servidor publico es remitirnos al articulo 123 de la Constitución Política de Colombia que dice: “Son servidores públicos los miembros de las corporaciones públicas, los empleados y trabajadores del Estado y de sus entidades descentralizadas territorialmente y por servicios”. Lo cierto es que, dentro de este contexto, los servidores públicos se pueden mover hacia el éxito o hacia el fracaso; ello depende de si sus actitudes son adecuadas o inadecuadas o, más bien, recordando a Lao-Tse al decir: “El que conoce lo extenso es un erudito, el que se conoce a sí mismo es un sabio”.

Son muchas las voces que se escuchan para ser gobernados por quienes tienen los méritos y encarnan la confianza ciudadana, mientras que a otros les gusta solo gobernar o servirse de la ciudadanía, que es merecedora de la amabilidad y del buen trato de los servidores públicos que tienen claridad del deber asignado y saben a ciencia cierta que sus capacidades están en función de los intereses de las comunidades y en el manejo de una sana convivencia. Es cierto lo que plantea Jesús Neira Quintero en su obra “El buen servidor público”, cuando afirma que: “no escapa ese servidor público cargado de ira, de actuación iracunda, que no sabe como actuar para cambiar la situación dando como saldo consecuencias desagradables y desfavorables”; por ende, afectando la institucionalidad, desconociendo, tal vez la celebridad de Confucio: “El que domina su colera, domina su peor enemigo”.
En el marco de los servidores públicos suelen estar el presidente de la Republica, los ministros, congresistas, gobernadores, diputados, secretarios del despacho, alcaldes, concejales, ediles y otros; esa gama de servidores públicos debe estar inmersa en la sociedad del conocimiento, creatividad, flexibilidad, ingenio, apertura mental, iniciativa, capacidad para actuar en situaciones imprevistas y comprensión de las necesidades y demandas básicas insatisfechas. El servidor público tiene un compromiso de seguir afianzando sus procesos de formación y capacitación con el fin de prestar un mejor servicio a la ciudadanía y evitar caer en delitos contra la administración en detrimento del patrimonio ciudadano; por eso se dice y “de dónde obtuvo ese pent-house”. A los concejales de Barranquilla le asiste el deber y el derecho de dar a conocer públicamente su patrimonio.

No obstante, es digno de admirar al servidor público que demuestra su honorabilidad a toda prueba. Volviendo a Confucio: “El hombre de honor lleva la verdad y está libre de rendir cuentas a la muerte”. Ser honesto políticamente implica ser un servidor con sentido moral, que no se disfraza con la doble cara producto de su honestidad, es honrado con su conciencia para hacer las cosas bien.  Ser honesto es preservar la confianza que la sociedad le da al destacarse con una conducta irreprochable. Es válido resaltar al servidor público que tiene como atributo el desarrollar el pensamiento crítico; por tanto, no actúa impulsivamente ni toma decisiones basadas en caprichos, rumores o prejuicios. Para un servidor público su misión central es favorecer a la ciudadanía, saber analizar, argumentar, interpretar la información antes de actuar, cuestionar lo que lee y oye, evaluar la información y usar el racionamiento lógico para obtener sus conclusiones. Pensando siempre en las comunidades.
La ciudadanía observa con mucha preocupación a los servidores públicos en los organismos de control y, particularmente, en los concejos municipales y distritales, al igual que en las otras corporaciones. Los concejos municipales y distritales son corporaciones administrativas elegidas popularmente para periodos de cuatro años, integrada por no menos de siete (7) ni más de veintiún (21) miembros según lo determina la Ley de acuerdo con la población respectiva. Pero más que una definición, estos servidores públicos en su desempeño o quienes aspiren a ser concejales, tienen el propósito de ejercer el control político y deben ser ejemplo de virtudes ante los demás servidores del Estado. Estos servidores públicos o concejales que hacen parte de un ente fiscalizador deben de ser como un maestro que actúa con mente equilibrada dentro de la sana filosofía en pro de la sociedad.


La representación de los concejales o quienes aspiren a estos cargos debe enmarcarse a velar por los intereses de la ciudadanía y mostrarse en todas sus actuaciones dentro de su competencia. Ojala estas notas reflexivas sirvan de ejercicio publico y sean una lección ejemplar para quienes aspiran a ser concejal del Distrito de Barranquilla; tal vez, quizás, de pronto, aún estén aspirando llevados por la emoción que por antes preguntarse: “¿qué tanto sé yo lo que implica ser un servidor público ajustado a la normatividad y a la vida administrativa de todos y cada una de las instancias donde se ejerce el control político, fiscal y administrativo?”. Hombres y mujeres que no sean capaces de reflexionar sobre sus adentros, menos podrán incidir sobre las decisiones de su ciudad por falta de inteligencia emocional. Repensemos a Barranquilla.

PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA

DOMINGO 19 DE MAYO DE 2019
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