CUENTO
APRENDIZAJE MULTICOLOR
Por
Hugo Castillo Mesino
La tormenta no cesaba y los
nervios se disparaban de punta a punta mientras me cobijaba de la lluvia en una
esquina ruidosa de la ciudad turbada por el olor a licor de parroquianos y untada
de soledad al no llegar a casa por la imprudencia de los arroyos como fieras humanas
que al atravesarlo se convertían en dilemas de vida o muerte. Los minutos y las
horas nublaban la mente desafiando y robándome el tiempo ante los ojos vacíos
por la luvia de la tarde. Me entretenía
contemplando un cielo despejado con un arcoíris que en medio de sus siete
colores como los días de la semana preferí desde la distancia infinita dialogar
con solo tres de ellos rojo,
amarillo y azul quienes empezaron a
mirarse gesticulando definiciones, apariencias, sueños y conflictos formando
una complejidad revestida al saltar el aprendizaje autónomo que en cada momento con las gotas de
lluvia que servían para elaborar ideas y dar explicaciones del porque llueve, aclarar
conceptos de cómo se forman los arroyos y conocer el ambiente sociocultural de
la esquina ruidosa; pero a su vez precisaba que el color rojo autónomo tenía que aprender que
la autonomía requiere de medios para liberarse de los arroyos.
Mientras mis ojos eran
seducidos por el color amarillo
significativo del multicolor arcoíris enviando mensajes con su aparición
después de la tormenta y la lluvia; luego inferí que la comprensión del aprendizaje significativo;
no tarde en captar que los parroquianos de la esquina ruidosa lanzaban
preguntas y a su vez daban respuestas con la claridad y la indiferencia de los
otros al concluir ¿porque se producen las tormentas y como surgen los arroyos?,
aunque sus respuestas no eran científicas. No faltó quien hiciera comparaciones
y analogías con otras ciudades con esquinas ruidosas y arroyos desbordados.
El firmamento a quien le
llaman cielo de color nieve albergaba aquel arcoíris que enviaba mensajes a ese
mortal de la esquina ruidosa; quien no tardo en sustraer mentalmente como por
arte de magia el color azul
que termino iluminando sus gestos solidarios con los parroquianos al contribuir
con la respuesta de la tarde lluviosa a través del aprendizaje colaborativo, ante esa alarma a
pesar del peligro que asediaba en la esquina ruidosa se fueron uniendo el uno
con los otros propiciando batallas de
ideas que al final terminaron asignando roles y dando respuestas del porque las
tormentas y lo inhumanos de los arroyos desbordados; concluyendo al elaborar
una agenda para volver a la esquina ruidosa.
Al observar esta obra natural
llamada arcoíris arranque de sus entrañas la verde esperanza y en esa relación dialogal, le
pregunte: ¿Cuál es el proceso
de pensamiento en la comprensión de tu vida en el arcoíris?; además cuál
es tu lógica al convivir con los otros colores o cuál es tu habilidad para aparecer
en el firmamento por escaso tiempo; solo ustedes conocen ese lenguaje de pensamiento
que los mortales no comprendemos.
Al bajar los arroyos de una
ciudad sin arena se respiraba un silencio profundo y aún más distante del
arcoíris cuando logre decirle a violeta no a la mujer si no al color en medio de su desaparición,
además que me explicara después de una tarde de lluvia tormentosa donde apareciste
como salvación las estrategias
de aprendizaje de tu mismo linaje ¿cómo haría para pensar y alcanzar a
responder el origen de las tormentas, los arroyos desbordados y la posición tuya
en el arcoíris de color violeta.?
Ahora, cuando el arcoíris
desapareció de mis ojos y la mente cavilaba diciendo ¿porque que el color azul del aprendizaje colaborativo es
solidario y porque los otros colores NO juegan a la solidaridad?; cuando en la
virtualidad del disco duro primitivo los colores rojos, amarillo y usted vestido de azul forman una Triada Unadista
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