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REPENSAR A COLOMBIA

REPENSAR A COLOMBIA 








  
  

    
Por Hugo Castillo Mesino



Ser colombiano es estar pintado de paisajes y bañado de aguas cristalinas que nos sirven de espejo, con los mares que bordean el territorio conjugando su color con los cielos que hacen del atardecer un espectáculo con la complicidad del sol, su relieve es una gama multicolor que invitan a escribir y liberarse de los malos espíritus, al igual que su gente maravillosa que se expresa por su diversidad regional y cultural. Esa riqueza majestuosa de nuestra amada y sentida patria devela la relación naturaleza-sociedad como la primera ley; pero, no basta con sobrevivir en la contemplación, es trascendental que lancemos una mirada acuciosa y nos preguntemos si  hemos pensado en nuestro país y qué se percibe en la ciudadanía como inconformismo y desidía en la esfera social, de gobierno, económica u otras; creo que de lo que se trata es de repensar a Colombia al revés apoyándome en el trovador cubano Silvio Rodríguez quien no se cansa de afirmar: "Yo he preferido hablar de cosas imposibles porque de lo posible se sabe demasiado"; es el ejercicio que, con su comprensión sin pretender ser irreverente, aspiro a desarrollar.

Debemos de alimentarnos de sueños y de utopías para aspirar a ser diferentes ante quienes construyen los consensos sistémicos, en el que todo el mundo está de acuerdo, fundados en su pensamiento lineal o pensamiento único; siguen equivocados los ortodoxos-sectarios. Ante tal situación me llenaré de incertidumbre y repensaré a una Colombia al revés al estilo de Alvin Toffler en su obra  "La tercera ola", cuando afirma: "Esta nueva civilización trae consigo nuevos estilos familiares: formas distintas de trabajar, amar y vivir, una nueva  economía; nuevos conflictos políticos, y más allá de todo una conciencia modificada también"; la mayoría de las personas llegan a molestarse en pensar en el futuro, dan por supuesto que el mundo que conocen durara indefinidamente.
Ante tal aseveración es válido que repensemos en un nuevo sistema de salud donde los médicos visiten a los pacientes, todos los ministros del despacho tengan el perfil que demanda su función social; la asignación salarial de los gabinetes de gobierno, al igual que el Congreso y otros entes territoriales debe ser de diez salarios mínimos; donde prevalezca la tendencia el cargo como honor al ejercicio; los niños siempre estarán acompañados por sus padres; la educación no puede seguir siendo un privilegio, es un derecho; debe definirse la separación de los poderes públicos para garantizar transparencia en las políticas públicas; que se cumpla el precepto constitucional de nacer iguales ante la ley y de elegir y ser elegidos; donde esté la justeza social los políticos serán elegidos por su capacidad a legislar por el bien comun; los comparendos serán educativos y no fuentes del presupuesto de las alcaldías; los desplazados volverán a su lugar de origen; los partidos o movimientos democráticos se unirán como un hecho histórico, concitando que la unidad se crea  en la diversidad, argumentando buenas teorías como la mejor practica para no seguir cayendo en aberraciones ideológicas; festejamos el proceso de paz con justicia social; qué tanto estamos preparados los colombianos para el postconflicto y como asumirlo; se acabará el espectáculo degradante del aumento del salario mínimo cada año agenciado por los gobiernos con sus ministros de turno; el docente será el profesional de mayor reconocimiento en el país; se promoverá el voto obligatorio con la creación de estímulos ciudadanos; se incrementará en un 90% el número de ricos, ostensiblemente la desigualdad social sería de proporciones mínimas; los colombianos trabajaremos para vivir en lugar de vivir para trabajar. Que interesante sería el año que comienza despertando de regocijo millones de corazones colombianos.
Las consideraciones expuestas se corroboran con los que nos plantea Eduardo Galeano en su obra "Patas arriba. La escuela del mundo al revés", cuando a manera de síntesis nos dice: "Hace ciento treinta años, después de visitar el País de las Maravillas, Alicia se metió en un espejo para descubrir el mundo al revés..."; en ese espejo es donde debemos mirarnos.
Con contundencia y amor de patria lo expresa el escritor y amigo Fernando Dorado, que al  definir sobre como pensar a Colombia al revés enuncia: "Colombia sería al revés si nuestra capital fuera Barranquilla. El espíritu más democrático y menos clasista del Carnaval impregnaría con su energía creativa a la Nación. Seríamos más cosmopolitas, de cara al mar y a las Antillas. Por algo –así hubiera sido por adopción– Joe Arroyo ha sido una de las figuras emblemáticas más importantes de la cultura popular. Los barranquilleros son la expresión de un pueblo pacífico, tranquilo, festivo y alegre, que discute y alega con pasión –estilo el Negro Perea– pero es mamagallista y termina perdonando todo. Por algo a Uribe siempre le ha ido mal en esa ciudad diversa y plural, allí se dieron los primeros pasos hacia la democratización, pero el cura Hoyos no logró ser coherente y generar un verdadero movimiento democrático. Definitivamente Colombia sería mejor si se pareciera a Barranquilla". Lo planteado se constituye en la antesala del cómo plantearnos un país multicolor donde primen los espíritus sedientos del cambio por seguir construyendo.
En ese mismo orden de ideas diserta el estudiante de Comunicación Social de la Uniautonoma Isaac Mejía, que asevera: "Cuando hay que repensar en la persuasión de los medios de comunicación, es una forma de cambiar el pensamiento de las generaciones. Porque lo que se ve, lee, y escucha a diario nutre la opinión, casi que en todos los escenarios pensantes, esto hace que se modifique un poco los códigos culturales establecidos y los hace variar a otros, queriendo muchos medios convertir todo en un espectáculo con sensacionalismo desabrido, colocando cabestros en las mentes; deben los ciudadanos quitar sus ataduras de sus mentes y galopar como un caballo libre tal como lo expone Erich Fromm en su libro "Miedo a la libertad". No más manipulación mediática".
La historia nos hace recordar a Khalil Gibran en su libro "El loco", cuando en su viaje por un mundo percibido en forma distinta nos plantea: "Un día dijo el Ojo: -Más allá de estos valles veo una montaña envuelta en azul velo de niebla. ¿No es hermosa? El Oído oyó este, y tras escuchar atentamente otro rato, dijo: -Pero, ¿dónde está esa montaña? No la oigo... Luego, la Mano dijo..."; sigamos murmurando en voz alta, donde podamos escucharnos con los cinco sentidos y abrazarnos con nuestros ojos y agarrar nuestros pensamientos, bien no los planteó nuestro Nobel García Márquez en "Cien años de soledad", al contarnos de la peste del insomnio, donde todos podamos soñar lo mismo entrecruzados en la tarea de repensar a Colombia al revés.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 04 DE ENERO DE 2015
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