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MARCHA LA CORRUPTELA


MARCHA LA CORRUPTELA
       


Por Hugo Castillo Mesino


El fenómeno de la corrupción se ha venido acentuando en muchos países del orbe. Destacándose Colombia como uno de los países de mayor corrupción en América Latina, siendo superado solo por Haití y Guatemala, según la calificación del Índice de Percepción de la Corrupción de la ONG Transparencia Internacional, divulgado en enero de este año. Esta situación extrema  preocupa a todos los nacionales y evidencia que la expresión de Miguel Nule, preso por corrupción en el conocido “Carrusel de la contratación” en Bogotá, que “la corrupción es un patrimonio nacional” se está convirtiendo en una realidad que desestabiliza el funcionamiento de las instituciones y la cacareada “democracia”. Si queda alguna duda es interesante consultar en los estrados judiciales y la prensa hablada y escrita el prontuario cotidiano del desborde de este delito. Este fenómeno generalizado más allá de la frontera, que hoy salta a primer plano de atención a raíz del escándalo de sobornos de la firma brasilera Odebrecht no sólo en materia de contratación de obras de infraestructura sino también de financiamiento a campañas electorales a la Presidencia de la República; pensar que este suceso es solo el encendido de un ventilador más arrasador.

Aprovechando la coyuntura del destape en las últimas semanas del escándalo de Odebrecht, algunos sectores políticos han convocado para el 1 de abril una marcha con el slogan de “Lucha contra la corrupción” y el “Rescate de la democracia”, aparentemente una consigna al orden del día para movilizar a una ciudadanía indignada ante la dimensión que ha alcanzado este delito.  Pero es asombroso y aterrador revisar los perfiles de los convocantes y encontrarse que la naturaleza política de los mismos está plagada y agenciada por el fenómeno que se pretende combatir. Lo cual es demostrable con una simple mirada al itinerario político de cada uno de los principales convocantes, quienes por acción y omisión deben estar incursos en estos hechos punibles durante sus gestiones e incluso anteriores a ellas.

Cabe recordar que los convocantes al parecer padecen del Alzheimer político al ignorar que uno de ellos registró un acto bochornoso y repudiado por la ciudadanía cuando se hizo reelegir para un segundo periodo presidencial previa compra de votos necesarios para aprobar en el Congreso su reelección en el escándalo conocido como la Yidispolítica y que en los ocho años de su gobierno se desataron los peores actos de corruptela, que tienen  parte de lo que fue su gabinete condenados en prisión y a otros prófugos de la justicia, tales como la defraudación de la DIAN, Agro Ingreso Seguro, creación artificial de Zonas Francas para el enriquecimiento familiar, conversión del DAS en una agencia de chuzadas a líderes sociales, opositores políticos, eliminación de los mismos, articulación con el paramilitarismo fundado en la parapolítica, legitimación de los falsos positivos en su condición de Comandante y Jefe de las Fuerzas Armadas, simulación de falsas desmovilizaciones de grupos armados, desfalco a la salud, adjudicación de los contratos de la Ruta del Sol II Fase a Odebrecht, doble apuesta de Emilse López “La Gata” a su campaña electoral por la presidencia aún fuera de la Presidencia, la acción manipuladora y engañosa del Plebiscito por los Acuerdos de Paz, tal como fue declarado por el Gerente de la Campaña del No del Centro Democrático Juan Carlos Vélez.

En cuanto al segundo convocante a esta marcha de la corruptela, el exprocurador Alejandro Ordoñez, hay que recordar que fue destituido en el segundo periodo de su cargo por el Consejo de Estado al comprobarse que se hizo reelegir de forma irregular por magistrados que no se inhabilitaron al tener familiares trabajando directamente en la Procuraduría General, en un claro acto de tráfico de influencias bajo el vulgar criterio de “yo te elijo, tú me eliges”. Además, el personaje de marras, en contraposición con nuestra Constitución que consagra que somos un Estado Laico, en su gestión impuso sus caprichos, su religiosidad para oponerse a derechos fundamentales de diferentes sectores poblacionales promoviendo un clima de animadversión y discriminación a éstos y satanizando a sus defensores al igual que al Proceso de Paz, desconociendo en su ejercicio los fallos de las Altas Cortes y utilizando a la vez su cargo para inhabilitar selectivamente a funcionarios contrarios o divergentes de sus propósitos políticos y administrativos y a su ideología.

Del tercer convocante en “importancia”, el pastor Miguel Arrázola de la Iglesia “Ríos de Vida”, se sabe mucho en estos días y ya es muy poco lo que hay qué decir. Esta es la catadura sui generis de los principales convocantes a la marcha “contra la corrupción”, quienes coinciden en su ADN desestabilizador orientado a destruir fundamentalmente la implementación de los Acuerdos de Paz, esencia última del verdadero propósito de sus discursos bélicos para seguir alimentando el espíritu de la confrontación como caldo de cultivo que les produce dividendos económicos y electorales. Ahora, ¿vas a marchar respondiendo a esta convocatoria?


PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA

DOMINGO 26 DE MARZO 2017

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