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EL COVID DISTORSIONA EL TIEMPO

                             EL COVID DISTORSIONA EL TIEMPO



Por Hugo Castillo Mesino


 

Seguimos inmerso en “Cien Años de Soledad” del nobel, Gabriel García Márquez, al recordar el “Insomnio de la peste” y en ese ámbito literario “La Peste” de Albert Camus. Hoy, Mario Mendoza, en su obra la “Bitácora del Naufragio” desde su confinamiento acepta esta hecatombe fría, sin dramatismo e invita a que tomemos notas; mientras nos sumergimos en el Tànatos, por la fuerza de la muerte. No, nos encontramos, al borde de un abismo, sino, vamos más bien, hacia lo desconocido, aprovechado por clanes de la política, que cada dia tratan de arrinconarnos, con subterfugios y su política de miedo. Parafraseando a Mario Mendoza en sus líneas de miedo, temor, y esperanza cuestiona a la oposición política, quien no logra crear un proyecto conjunto; no saben pensar más allá de sus protagonismos individuales; repensar en medio del Covid, las elecciones que se avecinan, llevando listas abiertas, para consolidar la democracia participativa y generar nuevos liderazgos.

Nos causa temor cuando en las noticias internacionales se habla del asesino del “hashtag” Takahiro Shiraishi, suicida, quien se comunicaba con sus víctimas, con el fin de ayudarlos a morir; nos produce miedo, que dos generaciones, saldrán sacrificadas a causas del Covid: resección económica, desempleo, falta de fondo para becas y estudios, etc.; algo así, como una noche de sobredosis de somníferos, que décadas de hambre y pesadumbre, donde Eros está cansado y se ha ido a dormir a otra parte, ante la arremetida de Tànatos.

El autor en su obra naufraga, teje y vive cada situación de los protagonistas, donde sus nombres enmarcan una injusticia social y un mar de premoniciones, sus historias asoman lágrimas y desconsuelo; pero la vida nos estimula a seguir conociendo a Karla quien estudio biología, decidió apartarse de todos, estaba convertida en una hikikomori, sospechaba que nunca iba a salir y el mundo afuera era una amenaza; mientras Fredy era sometido por sus amos a apostar a la ruleta rusa y al terminar el juego macabro, consiguió un empleo funeral en medio del Covid, decían que estaba rezado, con sus frascos de aceites de rateros, por sustraer las pertenencias de los muertos.

Amanda se dedicó al tatuaje, luego la responsabilizaron por alguien que había muerto de VIH, más adelante  consiguió trabajo y obtuvo “el libro de los muertos” hasta el extremo de vestirlos, sexys, concluyo diciendo  que a sus clientes, solo los trata una vez; Jennifer trabajo  en una empresa de productos de belleza especializados, la ascendieron condicionada a no revelar los residuos orgánico, como placentas y otras conservadas en contenedores, al final decidió no seguir trabajando en esa carnicería; los paramilitares llegaron y le preguntaron a Gaspar ¿usted es el encargado de interceptar nuestras comunicaciones?, su padre murió de infarto al instante, en los brazos de su hijo, le queman la casa y desaparecen. En ningún amor, hay sosiego.

Priscila le conto a su profesor sobre morrocotas guardadas en el baúl  de su abuela, era la urna del tiempo, algo apocalíptico, poco meses después el Covid-19 se toma el planeta y esa urna se convierte en premonición, surgen las protestas por el caso de Jorge Floyd en las ciudades norteamericanas, los seguidores se Trump se toman el Capitolio, en nuestro país los agentes de la policía asesinan a él abogado Javier Ordoñez, como si esa urna del tiempo permaneciera en una anciana amnésica; Antonia, volvió a su pueblo, le mataron a sus padres en un operativo militar, hablo con la amiga de su madre y esta le devolvió  un paquete de libros que contenía: “Las venas abiertas de America Latina”, “La campana de cristal”, “Una antología poética”, y “El cazador americano”; más tarde, Antonia murió de Covid, siendo cremada con sus libros.

Ernesto, logro descubrir que hacía parte del nacimiento de septillizos, sus padres hicieron parte de un experimento de un instituto especializado en fertilidad, se preguntó ¿dónde estan sus hermanos? Dijo no se si los amos o los aborrezco; Daniel de clase media, criado por su abuela, no comprendía como sus compañeros que estudiaban humanidades se portaban tan mal, como si la gente del Amazona o de Buenaventura fueran bichos, se dedicaba a subir en Facebook lo que ocurría en la geografía colombiana; al final se fue con sus materiales de reporteria, al pernotar le robaron, hasta los calzoncillos. ¿Cuántos de nuestros sueños, son aplastados, desde antes de iniciarlos? 

Carmenza, enfermera, por atender a guerrillos la torturaron y la violaron, se recuperó y expreso “ me voy de este país de mierda”; Orlando amante de la ecología, prefirió el campo con su reflexión “demárquense de los Homo sapiens” Elisa, profesora, escribió un artículo “si la cantidad de dispositivos y aplicaciones, contribuyen a una sobresaturación en el cerebro a traves de un bombardeo de datos semejantes: correos electrónicos, chats, mensaje de WhatsApp, de Telegram, portales, revistas digitales, noticieros de televisión, plataformas audios visuales, reuniones por zoom, por Teams, por Skype” hasta que un dia, el cerebro se desenchufe. 


PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA

LUNES 21 DE JUNIO DE 2021
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