PATERNALISMO CIUDADANO
Por Hugo Castillo Mesino
Los amantes de la academia y de la buena lectura solemos movernos en diferentes ámbitos donde los espacios que compartimos expresados en tertulias, conferencias, conversatorios, paneles, contribuyen a espiritualizar nuestras mentes pensando y despensando situaciones ciudadanas que también nos son propias por nuestra naturaleza social y por ser agentes de cambio. Muchas veces he asistido a eventos y en otras he sido titular como conferencista o panelista, por lo general con resultados óptimos, pero en este tipo de certamen no escapan las excepciones, dado que presencié hace más de un año una conferencia sobre diseño curricular con la asistencia de estudiantes universitarios y para sorpresa fueron entrando los "participantes", se sentaron en filas formando columnas, el conferencista se apostó en un lugar visible en una silla en el centro que representaba el "currículo como poder", estaba dotado de un solo micrófono; existía poca posibilidad de preguntar, nadie cuestionaba a nadie; qué nivel de opresión para los "participantes"; me comentaron que ese proceso se repetía gradualmente cada año. La sana conclusión que obtuve fue unos resultados de: "Buenos ciudadanos oprimidos paternalizados"; listos para oprimir a otros sin misericordia, con mucha similitud a los "elefantes del circo", que son entrenados desde que nacen a estar atados a una estaca, al comienzo se aseguran de tener una cadena fuerte que el animal no puede romper, después de cierto tiempo ya no es necesario que la cadena sea tan fuerte, pueden sólo ponerle una piola entre el pie intermedio y la estaca siempre presente; al otro día sólo depende de la estaca; el elefante se quedará parado allí al pie de la estaca porque le han lavado el cerebro, el elefante ha perdido su mente, tiene la mente del "oprimido". Lo que se perpetúa en el elefante también ocurre en los ciudadanos paternalizados en la sociedad por gobiernos alienantes.
Haciendo un poco de historia, la base de la sociedad romana fue la familia integrada de pleno en la gens; cada unidad familiar contaba con un páter familias o padre de familia bajo cuya autoridad y tutela estaban esposa e hijos, los esclavos de su propiedad y los clientes si la familia estaba en condiciones de tenerlos; el páter familias era el dueño legal de todos sus miembros, la familia romana funcionaba como un micro universo, cada gens tenía su líder natural. Podemos ver reflejado un condicionamiento en los individuos desde la gens y sus tribus, que se ha transmitido de generación en generación por quienes ostentan el poder.
Cuando nos preguntamos ¿Qué es el paternalismo?, suelen concurrir los gobiernos y las autoridades públicas que dicen empeñarse en ser los salvavidas de los ciudadanos del peligro que representan para sí mismos. Ser política, social y humanamente autónomo, es decir ciudadano de pleno derecho, significa tener autonomía para hacer aquello que otros desaprueban o condenan, a veces con buenas razones, siempre que no cause perjuicios a los demás en su integridad física, en su propiedad o en sus libertades y también supone poder seguir comportamientos que uno mismo lamente amargamente después. El Estado utiliza el paternalismo como estrategia para perseguir la docilidad y la domesticación de sus conciudadanos.
Pero el Estado, en palabras de Fernando Savater en su libro "Diccionario del ciudadano sin miedo a saber", nos plantea ofrecerse solícitamente para dispensar a los ciudadanos de la pesada carga de su autonomía. Su lema es "Yo te guiare: confía en mí y te diré lo que debes comer y beber, lo que debes leer, los programas o las películas que debes ver, cuanto debes gastar en el juego, que debes hacer con tu cuerpo, etc.". Esta solicitud no es ingenua por parte del Estado, es evidente que los niños necesiten de la tutela de los mayores; pero, los ciudadanos son mayores de edad y no se les puede tomar como marionetas de la publicidad y de las tentaciones; el Estado debe informar, educar, para garantizar las libertades públicas y las privadas. No es verdad aquello de que "quien te quiere te hace llorar", los que mejor nos quieren son los que respetan nuestra libertad; los ciudadanos no son polluelos ni el Estado una gallina clueca: el primer paso de una educación ciudadana es ilustrar de la mejor manera posible al ciudadano. Todo el que profese el más pequeño respeto por la libertad o la dignidad humana en lo que respecta al dominio de la íntima conciencia, a los pensamientos y sentimientos y toda aquella parte de la conducta exterior que solo es personal y no entraña consecuencias para los demás, tiene el deber de afirmar y divulgar su opinión sobre lo que es bueno o malo, admirable o despreciable, pero sin obligar a los demás aceptar esa opinión.
Bien lo define Juan Carlos Monedero en su libro "El gobierno de las palabras", cuando afirma: "Los medios de comunicación terminan de cerrar buena parte de los caminos a la emancipación al primar los valores del individualismo, del éxito fácil, del consumo constante. La corrupción, tan generalizada en las sociedades capitalistas, no es sino un atajo a un fin previamente corrompido: tener más a costa del esfuerzo ajeno". Paternalizan a los ciudadanos, los domestican con cierto grado de docilidad para luego someterlos a sus parámetros ideológicos.
Cualquiera que sea la teoría que se adopte sobre el fundamento de la unión social y sean cualesquiera las instituciones en las que vivamos, hay en cada ser humano un circulo al que no debe permitirse que penetre ningún gobierno, sea de una o varias personas, hay una parte de la vida de toda persona que ha llegado a la edad de la discreción en la que su individualidad debe reinar sin control de ninguna clase, ya sea de otro individuo o de la colectividad. Por esto y otros presupuestos de ideas nos hace falta pensar mejor para desbordar esta modernidad; hace falta organizarse mejor para desbordar a un Estado demencial deshumanizado. Los caminos se conocen andándolos y es mejor desandar caminos que perderlos
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 11 DE ENERO DE 2015
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