CANDIDATOS FRENTE AL POLIGRAFO
Por Hugo Castillo Mesino
Parece ser que cuando nos hablan popularmente del polígrafo como el detector de mentiras se nos llega a alterar la presión arterial, el ritmo cardíaco, la frecuencia respiratoria. Qué tal si se nos ocurriera aplicárselo a los candidatos aspirantes a las corporaciones públicas, seguros de que ante estas circunstancias esgrimirían razones para la defensa tales como: “el polígrafo podría afectar mi estado de salud” o “éste podría oponerse a mi aspiración sentida y legítima”. Creo que estas consideraciones evidencian que el polígrafo puede constituirse en un arma reivindicativa de la ciudadanía siempre y cuando al colocarlo frente a los candidatos se formularan las siguientes preguntas: ¿Ha considerado alguna vez un empleo honrado? ¿Está usted a favor de que sus familiares participen en la nómina de su gobierno? ¿Comparte el criterio de que los cargos públicos sean reemplazados generacionalmente por las mismas familias? ¿Se compraría con recursos oficiales un penthouse en una isla del Caribe? ¿Se sometería a una declaración de patrimonio antes, durante y después de su gestión de gobierno? ¿Está usted de acuerdo con recibir un porcentaje de comisión por obras públicas? ¿Aceptaría la aprobación del presupuesto gubernamental y la distribución de los contratos como contraprestación al respaldo dado a su aspiración electoral? ¿Buscaría beneficios personales en la aprobación de leyes, ordenanzas y acuerdos? ¿Autorizaría chuzar móviles y equipos de comunicación de sus opositores? ¿Se tomaría a escondidas unas cervezas con personal del crimen organizado para negociar? ¿Invitaría usted al Procurador a cenar a su casa estando inserto en investigaciones disciplinarias? ¿Está usted de acuerdo con las corbatas burocráticas? ¿Considera que la compra y venta de votos es un asunto cultural? ¿Su Programa de Gobierno es un compromiso de acción que adquiere con los votantes o tan sólo un requisito para su inscripción? ¿Su candidatura es por vocación de servicio o es su negocio comercial? ¿Al participar en un debate frente a otros candidatos sus respuestas son coherentes a lo planteado en su Programa de Gobierno? ¿Considera que la aplicación del polígrafo reduciría en un mayor porcentaje la aspiración de candidatos?
Si en Colombia la aplicación consciente del polígrafo, sin mediación alguna de los candidatos, se hiciera una realidad legal a nivel electoral, la preocupación de millones de colombianos sería generalizada al observar las reacciones atípicas de éstos y definirían que sus respuestas fueron vacilantes, fuera de contexto, llenas de nerviosismo, con asistencia médica a la presión arterial alterada con riesgos infartantes. Entonces, la preocupación desbordante de esta nueva patología expresa en la sociedad de la mentira vivida y agenciada por los candidatos conducirían a los partidos políticos, a la Registraduría Nacional del Estado Civil, al Consejo Nacional Electoral y a la Contraloría tomar todas las medidas cautelares y desarrollar políticas públicas que den al traste y denieguen las aspiraciones de los mismos.
Es cierto el lema común que afirma que una mentira repetida tantas veces se convierte en una verdad y es a esto, como una acción con enfoque conductista, a la que se han acostumbrado a jugar los seudopolíticos en nuestro panorama nacional, aprovechando el estado de indefensión y de precariedad del nivel de vida de nuestros compatriotas. Es muy frecuente en estos candidatos apátridas ofrecer empleos, soluciones de vivienda, salud, cupos educativos, mejoramiento viales, seguridad, movilidad, cultura, deporte, etc., sólo como un slogan demagógico, dado que las soluciones a estas demandas y necesidades corresponden a una política central de Estado que aborde la superación de las causas estructurales de esos problemas y que reconozcan que los recursos que se requieren son financiados, de una u otra forma, por los ciudadanos contribuyentes.
Todos sabemos que la corrupción es el cáncer que corroe a la democracia, al desarrollo económico-social y al buen vivir, y para que estos sean posible desde las esferas de gobierno y de la misma sociedad estamos comprometidos a seguir creando espacios, políticas y estrategias que edifiquen nuevos enfoques administrativos y prácticas culturales ciudadanas introyectadas sobre el manejo en sí y para sí de la cosa pública; lo mismo que la formulación de mecanismos e instrumentos que prevengan y aniquilen ese cáncer; lo cual posibilitaría sentar las bases para una nueva ciudadanía y una nueva dirigencia política.
Así como el Gobierno colombiano tomó la decisión, a mitad del presente año, de someter a algunos de sus funcionarios a la prueba del polígrafo como herramienta para luchar contra la corrupción y para blindar los procesos de contratación en el sector de infraestructura, vivienda y agua, igualmente sería válido que al inscribirse como candidato y al posesionarse en un cargo público se aplicara el polígrafo con veeduría para garantizar a la ciudadanía la transparencia en la gestión y en el manejo de los recursos que a ella y de ella corresponden.
Ahora, es preocupante que a partir del diagnóstico reflejado por el polígrafo electoral público se infiera que el perfil de los aspirantes a las corporaciones debería ser acreditado por organismos especializados en ética pública con veedurías internacionales, lo cual se traduciría en que el manejo de los recursos y de los bienes y servicios serían distribuidos racionalmente a los ciudadanos y evidenciarían una mejora continua en el bienestar social de la población.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 13 DE SEPTIEMBRE DE 2015
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