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INDIGNACIÓN PARCIAL

INDIGNACIÓN PARCIAL  



 Por Hugo Castillo Mesino

En estas épocas de cambio he disfrutado y hasta he cantado los goles de nuestra tricolor y por qué no, los de la vino tinto. Hoy parece mentira que la alegría expresada se constituya en tristeza dado que uno de los equipos, por una parte, se haya excedido y caído en los extremos, que siempre son malos y nefastos.  Ahora, ¿el partido que se está jugando entre las dos selecciones en las fronteras y por fuera de ellas es de vida o muerte? NO, no  para matarnos con un falso nacionalismo. Creo que la justicia debe inclinarse  hacia la tricolor con sus nacionales y reconocer a la contraparte; esto  se manifiesta cuando nuestros hinchas indignados gritan a todo pulmón que la vino tinto está jugando sucio al parecer con sus argumentos fundados en la violación de los derechos humanos, quebrantando las normas que demanda este juego de naciones de los hijos de Bolívar. Esta situación me preocupa, aunque la preocupación históricamente no haya sido la de nuestros gobernantes, me he dado a la tarea de trazar unas pinceladas, no por optimistas que sería ser ingenuos, sino más bien por necio,  sin dejar de pensar que me puedan descalificar y señalar de apátrida por reflexionar en este litigio internacional donde debe predominar la razón y no la verdad por ser un acto de concienciación más profundo. No obstante, no me cansaré de concitar a los espectadores y organizadores responsables de este partido entre fronteras, por cierto deshumanizado, a que sus gobernantes expresen su voluntad política por los resultados obtenidos en los organismos internacionales, que se reúnan cara a cara y coloquen los puntos sobre las ies en la manzana de la discordia, en un acto de civilidad y madurez propio de la diplomacia, que de mucho le sirve a  las comunidades, apuntando a los problemas y soluciones de las demandas y necesidades de sus economías y de sus ciudadanos, pero primordialmente a las personas deportadas.
Sé por principios que es de humanos indignarse con vehemencia y lanzar gritos al cielo clamando justicia ante la odisea vivida y sentida por mis coterráneos, ni más faltaba; tenemos que seguir optando con nuestra solidaridad espiritual y material en conciencia e invitando a las partes del conflicto,  Colombia y Venezuela, a deponer las diferencias en los enfoques de las políticas de gobiernos, presentando las cartas de navegación signadas por la convivencia pacífica y respetando el principio de la libre autodeterminación de los pueblos que consagra la defensa de la soberanía, los recursos de los países y  la aplicación del  derecho internacional humanitario.
Son muchas las evidencias que testimonian a las personas deportadas del hermano país al nuestro, siendo la solidaridad la que se expresa a lo largo y ancho por el territorio nacional, acompañada de la manipulación mediática, la cual nos hace pensar a los humanos consecuentes que la crítica a esta situación es válida cuando se hace constructivamente, entendida como lo expresa Pedro José Fuentes: “La crítica es una acción de libertad… investiga… reconoce lo bueno y lo malo; los logros y retrocesos; la lentitud y la rapidez de los procesos esenciales; destaca el papel de las circunstancias y sus efectos…”. Ante lo cual es trascendental que los colombianos construyamos una ola de indignación, producto de los múltiples problemas sociales y económicos que acarrean a nuestro país; entonces, sería válido indignarse por: el incremento del 4,5% de aumento otorgado con retroactividad a los congresistas, por olvidarnos conscientemente que tanto en Colombia como en Venezuela estamos ad portas de unas elecciones, por las campañas politiqueras que se hacen en la frontera a la sombra del dolor de nuestros compatriotas, por la reelección continua de los mismos con las mismas a las corporaciones, por ser Colombia el segundo país en el mundo con mayor número de desplazados internos, por el atropello sistemático de los organismos de seguridad ante la protesta reivindicativa de la población campesina e indígena, por el establecimiento de bases militares estadounidenses con inmunidad en nuestro territorio, por la explotación execrable de los recursos naturales renovables y no renovables que degradan el medio ambiente por las corporaciones multinacionales, por el robo sistemático del erario público y la inusitada corrupción, por la privatización de los servicios públicos y sociales, por los altos niveles de pobreza y hambre en La Guajira, Choco, Tumaco, Catatumbo, etc., por el incremento pírrico del salario mínimo, por el no desmonte del 4 por mil que disminuye el poder adquisitivo, por desconocer que el contrabando es el narcotráfico del siglo XXI y que le hace daño a la economía de ambos países, generando desabastecimiento, acaparamiento, inflación  y descontento popular en el vecino país y deterioro de la producción nacional en el nuestro.
Lo que se quiere justificar alternativamente al cuestionamiento crítico planteado es la acción crísica de algunos partidos, gobernantes y medios, negando la posibilidad de pensar y razonar de otra manera, fragmentando la razón y la verdad con una indignación parcial que oculta los hechos sin analizarlos en su contexto, levantando cortinas de humo que invisibilizan la atención ciudadana sobre los problemas acuciantes que nos agobian y tildando de subversivos y apátridas a quienes tenemos una mirada diferente.

PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA

DOMINGO 6 DE SEPTIEMBRE DE 2015
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