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LA IZQUIERDA FRAGMENTADA

LA IZQUIERDA FRAGMENTADA
       



Por Hugo Castillo Mesino

Estamos cansados de disertar  y preguntarnos a qué obedece que nuestro país no  esté en el escenario latinoamericano donde se han producido cambios sustanciales en las estructuras de gobiernos liderados por movimientos sociales, partidos progresistas y una ciudadanía histórica que intenta crear, conducir su propio destino y ser protagónica principal de la vida que quiera que sea. Ahora, cómo desmonumentalizar las pretensiones y anacronismos que han venido caracterizando el discurso y la práctica de la izquierda colombiana fundamentada en el individualismo grupal y la dispersión, fungiendo ser los portavoces del sentir y el pensar de quienes están saturados de vivir y observar los resultados nefastos en cada proceso eleccionario, confundiendo los viejos recuerdos con la necesidad de no olvidarnos nunca más de los grandes fracasos que han marcado el devenir y la posibilidad de hacer una nueva historia en este país.

Somos claros en que la dronificacion política en el momento actual empezó a ocupar todos los espacios para aniquilar sistemáticamente las expresiones alternativas al modelo económico, social y político imperante y, por ende, invisibilizar e impedir la gestación de procesos unitarios de esas expresiones o, en su defecto, cooptarlas y canalizarlas al servicio de los sectores predominantes en el ejercicio del poder del Estado; obteniendo de esta forma una izquierda fragmentada, empantanada en el lodo de sus propios intereses grupistas, muy lejos de concitar a la unidad entre ella y con otros sectores afines y, por el contrario, priorizando acuerdos electoreros con la gobernabilidad, contrarios a su naturaleza política, ideológica y programática que los debe identificar como izquierda, constituyéndose a la vez en adversarios y enemigos jurados de los sectores progresistas que hacen esfuerzos entre ellos por construir un discurso, un programa económico-social alternativo y una práctica política convergente renovada que sea capaz de conectarse con el imaginario positivo de la gente, seducir y motivar a una ciudadanía tradicionalmente marginada por los sectores en el poder de la toma de las grandes decisiones, factores y variables que afectan la cotidianidad de su vida.

No basta con hacer una caracterización del estado actual que presentan los sectores que se reclaman de la izquierda esgrimiendo argumentos del pensamiento crítico, de las cuales no se está en contra sino, por el contrario, aprovechar la situación en la que se debate el país con la desbordante y arrasadora ola de la corrupción en medio de la implementación de los Acuerdos de Paz, para gestar el desarrollo de una política alternativa que vaya dirigida a enfrentar los factores estructurales de esta crisis política y ética. De aquí se deduce un interrogante: ¿Qué sería mejor: sumarse ciegamente al Gobierno en la defensa de los Acuerdos de Paz o constituirse en alternativa política de gobierno teniendo como bandera la defensa de los Acuerdos y la lucha frontal contra la corrupción?

Es inconcebible que aún hoy se sigan cometiendo los errores del pasado de canibalismo político y visceral entre las distintas expresiones de la izquierda, llenas de odio y de personalismo, que pretenden ganar supuesta legitimidad a partir no solo de la negación del otro afín sino de impulsar el descrédito de su imaginario ideo-político y su pasado histórico; cuando ese otro no necesita estar supeditado para su reconocimiento, sencillamente porque es el otro. Una ciudadanía hastiada de tanta inmoralidad pública que niega la satisfacción de sus necesidades básicas vitales y sedienta de ver el surgimiento de una opción política que de veras enfrente y supere esta crisis de la crisis, pone al orden del día el imperativo de la unidad férrea al interior de los sectores alternativos y de izquierda con una clara identidad en su práctica de lo que se es, donde se evidencie su voluntad política, su madurez conceptual, sus principios y valores, sus compromisos sociales, su visión de desarrollo del país endógeno y exógeno y del tipo de sociedad que promueven edificar, que la caracterizan como tal.

La continuidad fragmentada de la izquierda y los sectores afines es producto de concebir la “unidad” como la simple sumatoria de logos y nomenclaturas que la acreditan y no comprender que la unidad no se puede fragmentar, pero que ésta es posible en su expresión plural, diversa y orgánica. Lo que exige aprender y desaprender de los errores del pasado y de las formas del cómo se ha venido ejerciendo el accionar político, renovando radicalmente el discurso desgastado, el estilo, los contextos de la actuación (los tiempos fluyen), concitando a construir propuestas y programas de políticas públicas transdisciplinarias sociabilizadas con el fin de que estas sean asimiladas por la ciudadanía, fortaleciendo las aspiraciones y objetivos políticos levantados por los sectores de izquierda y alternativos unitariamente.

La ciudadanía suele, en su afán de cambio, expresar que “unidos somos más”, si es que verdaderamente se tiene vocación de ser gobierno y de llenar las esperanzas de un pueblo que ha visto transitar por el solio presidencial a las élites. Un reto político y ético a ser asumido por la izquierda hoy más que nunca.

PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA

DOMINGO 19 DE MARZO 2017
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1 comentarios:

  1. INTERESANTE ARTICULO. AHORA HABRÁ QUE DECIDIR EN SU FINAL PREGUNTA.POR MI PARTE ME CONSTITUIRÉ EN ALTERNATIVA POLITICA DE GOBIERNO

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