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YO, ME VACUNÉ ¿Y TÚ?

                                               YO, ME VACUNÉ ¿Y TÚ?



Por Hugo Castillo Mesino


Vacunarse es una fiesta, es un milagro por estar vivo, es como dimensionar el espíritu y navegar por nuevos mundos, es la prolongación de la vida, es inmunizar el cuerpo y alma; aunque todavía hay miles de testarudos pensando que al vacunarse le están inoculando un microchip para codificarle el ADN e idiotizar su concepción ideológica, de ser así, no estaría al alcance preparar estos apartados y hacer juicios de valores. Yo, me vacuné ¿y tú? Es hora de que la ciudadanía dispersa y con grados de extrema confusión despierte de este letargo seudocientífico que, no es más que otra enfermedad al estar desinformados por cuanta información circula en las redes sociales; muchas carecen de credibilidad por no surgir de la comunidad científica sobre estudios de casos, con estadísticas analíticas, preparación y experimentos sobre las vacunas que determinen riesgos mortales, enmarcados en barras de tiempo que no garanticen la efectividad de las mismas.


Estar informado integralmente es trascendental, dado que posibilita que la ciudadanía asuma una decisión conciente y masifique el proceso de vacunación a escala orbital; para ello, los equipos científicos y los laboratorios al producir las vacunas han cumplido con sus protocolos partiendo de las siguientes consideraciones: los científicos llevaban largo tiempo trabajando en estas vacunas a través de tecnologías especializadas partiendo que el Covid19 era parecido a otros virus; bastante voluntarios por ser una pandemia; las enfermedades no tienen incidencias tan alarmantes; muchas veces no hay como pagar estos estudios y nadie se mete las manos en el bolsillo. Es cierto que la creación y preparación de las vacunas se hizo en tiempo récord.


En muchos países se ha demostrado aquí y ahora que la aplicación de las vacunas, su crecimiento es inusitado, o sea, geométricamente, mientras que en nuestro país es lento, de naturaleza aritmética, sin ninguna consideración ideológica que marque su procedencia y sea motivo de diferencias entre los gobiernos por sus modelos económicos, políticos y sociales e inclusive vacunas con procedencias diferentes laboratorios del mundo. Lo que prevalece es la vida y la creación de inmunidad de rebaño. ¿Cuándo vamos a salir de ese ostracismo o patrones culturales conservadores que niegan los alcances de la ciencia, del hombre, por estar supeditados a fuerzas sobrenaturales y creer en iluminados?, desconociendo que la ciencia cumple una función social, como en este caso salvar vidas, no importa que las farmacéuticas como Pfizer, Johnson y Johnson, Moderna y Sinovac u otras obtengan un mayor margen de ganancia en el mundo, situación que no comparto. Ahora se trata de salvar vidas, las vacunas salvan a millones de personas; la ciencia ha demostrado que solo se han visto 11 casos de un millón por lesión de la vacuna, eso equivale a 0.0011%, esto sucedió a los 15 minutos después de haberse aplicado la primera dosis de la vacuna.


El sociólogo Miguel Chajín Flores, en su artículo “El Covid-19 no mata, pero sí la estupidez”, nos exhorta a tomarnos el tiempo de indagar en las redes sociales y otros medios con el fin de formar juicios de valores fundantes sobre la pandemia, que daten sobre su origen, desarrollo y sus consecuencias funestas a escala planetaria, como también la forma de confrontarla. Los organismos responsables en materia de salud pública conceptúan que no existe una regla general sobre la inmunidad de las vacunas; pero es mejor vacunarse que ver un cuadro humano con un respirador como sinónimo de morbilidad. Ahora las fiestas están marcadas en el calendario y hay una falsa sensación de seguridad, tal como lo visionan los especialistas en salud al afirmar que la vacunación es importante, ya que solamente con el 70% de la población vacunada podrá alcanzarse la inmunidad de rebaño mas no con la población infectada.


Si usted se aplica la primera dosis de la vacuna tiene un 48 a 50 % de posibilidad de infectarse mientras recibe la segunda dosis; cuando reciba la segunda dosis tiene que esperar entre 14 y 21 días para tener inmunidad hasta de un 92%. Es importante recalcar que la vacunación no nos va a librar de la enfermedad; es posible que hasta un 8% de las personas que reciban las dos dosis puedan enfermarse. La pregunta lógica es: ¿Para qué sirve vacunarse? Si usted se vacuna y cae en ese 8% usted se puede enfermar, pero la enfermedad es leve; tenemos que seguir usando el tapabocas, porque si usted no usa tapabocas considerando que ya está vacunado, está procediendo en forma irresponsable; a usted no lo va a matar ni va a llegar a cuidados intensivos, no va a deteriorar su salud, pero sí puede contagiar a las personas que confiaron en usted dado que les brindó la sensación falsa de que al estar está vacunado estaba libre de todo.


PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA

LUNES 5 DE ABRIL DE 2021
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