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EL VOTO Y EL INCUMPLIMIENTO DE LA LEY

                  EL VOTO Y EL INCUMPLIMIENTO DE LA LEY



Por Hugo Castillo Mesino


El incumplimiento de la ley es como practicar un deporte y no cumplir las reglas ocasionando malestares entre los participantes y el público; por tanto, se exhorta a acatarla, pues, de lo contrario, su incumplimiento contraviene las normas y es necesario aplicar sanciones ajustadas a derecho. ¿Por qué los colombianos violan cotidianamente las leyes? Será porque es requisito que quienes expiden las leyes deben estar investidos de autoridad moral y ésta proviniendo de una fuente de competencia como sea el presidente, el congreso, el alcalde, un funcionario de la DIAN o los jueces que deciden con funciones sancionatorias, han perdido credibilidad y legitimidad; es ahí donde el ciudadano sabe que hay carencia de un presupuesto ético y moral y opta por incumplirla, máxime cuando las autoridades en solidaridad cómplice estan estimuladas por razones económicas y políticas. 


¿Cuántas veces has votado? Las veces que lo has hecho, ¿has sopesado las ventajas y desventajas de la opción que escogiste? Sospecho que no pensamos mucho o nos preguntamos de manera recurrente: ¿De dónde surgió la obligación de cumplir las leyes de un gobierno como el de Iván Duque, bajo el cual simplemente nos toca mal vivir? Tenemos que reconocer que estas discusiones tienen varios aspectos que analizar: por un lado, surge la pregunta acerca de cuál es la razón o la justificación en que se fundamenta ese deber ser de obediencia y, por otro lado, el ejercicio de observación social del cómo suceden las cosas, que lleva a la gente del común a considerar que hay que obedecer a las autoridades. ¿Por qué la gente contraviene las leyes más en la pandemia? Lógico, por la incapacidad de un mal gobierno que no está al alcance de demandas y necesidades de los ciudadanos. 


La ignorancia y la desinformación llevan a los ciudadanos a apoyar candidatos mediocres, corruptos, iletrados; estos no tendrían apoyo si el elector estuviese mejor informado o se desarrollara pedagogía como formación del ciudadano, no lo conduciría a decisiones inconvenientes que serían rechazadas si se conocieran las implicaciones. Nos dice Jaime Bermúdez Merizalde, PhD. en Ciencias Políticas, en su obra “¿Por qué Incumplimos la ley?” que, la idealización de la democracia poco tiene que ver con la vida real. Luego añade lo que dice Jason Brennan, “la política nos une, no nos hace mejores, ni nos civiliza”. Por el contrario, “nos separa, nos embrutece y corrompe. Nos convierte en enemigo cívico”. Es cierto que la mayoría de los ciudadanos se abstienen de votar, aunque tienen el derecho de hacerlo, dada su ignorancia o la legitimación e incluso el desconocimiento por el mero conocimiento de cómo votar; por lo general el resultado del voto termina legitimando las decisiones incorrectas de los legisladores en el congreso y en otras corporaciones.


En el argot electoral suele decirse: “si no vota no se queje”; esta frase suele usarse para motivar la “participación”; pero, esta no se compadece con el efecto del impacto real del voto. A veces votar implica legitimar un resultado nefasto, dado que el sufragio universal incentiva que la mayoría de los votantes decidan con altos niveles de ignorancia e irracionalidad; esas decisiones se imponen a otros en la feria de la compra de votos a “lo merlano y su sociedad olímpica” descubierta en el anonimato en forma ponderada. Un presidente con apoyo popular, un congreso con aceptación de los electores, un gobierno visto con buenos ojos por los ciudadanos tiene mayor probabilidad de que sus decretos, normas y regulaciones sean más eficaces; así debe suceder cuando confiamos en los jueces, en un policía de tránsito, en la dirección de impuestos, es posible que en una próxima oportunidad el ciudadano estará más inclinado a no violarla.


Es cierto que la idea misma de la democracia implica competencia de ideas y votos, y ello acarrea un desorden natural de avances o retrocesos. Las protestas sociales realizadas durante el gobierno de Iván Duque son señales palpables de la insatisfacción ciudadana con hambre y abandono producto de la forma como viene funcionando el sistema de gobierno, como se pudo demostrar durante los picos más altos de contagios por el Covid-19 en 2021, donde las protestas y manifestaciones populares se dieron con mayor intensidad, muy a pesar de la acción mortal y reaccionaria del régimen que, para aniquilar las protestas invocó la ley, pero estas socialmente fueron  superiores al cumplimiento de la misma ley, teniendo en cuenta que la protesta social se convirtió en un componente diario de la discusión democrática.


Ante el caos, el abuso y el incumplimiento generalizado de la ley por el gobierno cobran fuerzas los argumentos anarquistas, la desobediencia civil o la actitud retadora ante la autoridad que se alimenta del círculo vicioso, de la pérdida de confianza dentro del marco social y normativo que regula los comportamientos sociales.


PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA

LUNES 21 DE FEBRERO DE 2022
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