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DEBATE ELECTORAL: REALIDAD O FICCIÓN

               DEBATE ELECTORAL: REALIDAD O FICCIÓN



Por Hugo Castillo Mesino


Seguramente el lector inferirá en el ejercicio político electoral un sesgo o inclinación por uno de los candidatos en las próximas consultas a la aspiración presidencial, sin denotar que esta definición enmarca la necesidad de un análisis exhaustivo programático y de proyección más allá del valor sentimental del voto. ¿Qué implica, entonces, votar?

 

El ciudadano al sufragar debe estar en correspondencia a su visión con los factores que determinan el contexto social, económico y político en que está inmerso y asumir su responsabilidad en la decisión por la que opte; lo que exigiría una claridad meridiana de las diferentes propuestas que están en el juego electoral y hacen parte del espectro programático de los candidatos y de las fuerzas políticas y personajes que lo respaldan, atendiendo que estas y estos constituyen un acervo histórico y un ideario político del cual no se puede sustraer el reconocimiento de lo que han venido representando y aun representan.

 

Los candidatos, en su mayoría, vienen impulsando propuestas a sus potenciales electores que no resisten una evaluación objetiva/argumentativa frente a las circunstancias actuales de la situación que se pretende transformar, dado que su base social y los recursos para implementarlas no están en un nivel tan sencillo como lo promueve el “discurso”, soslayándose en un terreno cercano al populismo tanto de izquierda como de derecha. ¿Cómo se explica que el periodo presidencial sea de un cuatrienio y quienes ostentan la condición de candidatos presidenciales en sus intervenciones prácticamente “venden” la idea de “solución final” de la problemática en materia de salud, educación, empleo, minería, seguridad alimentaria y bienestar social en general, sin la consideración en la escala de tiempo de acciones apenas de carácter transitorio a corto y mediano plazo?

 

De lo que se trata es de ser coherente entre lo propuesto y la factible de realizarse, y no sólo como mecanismo clientelar de canalización de votos. Siendo la coherencia proselitista una condición sine qua non para darle credibilidad al candidato como futuro gobernante y no caer en la defraudación histórica de los partidos del régimen que nos han mal gobernado; de lo contrario, sería el apaga y vámonos.

 

Si somos preclaros para no errar, lo que dejemos de decir ahora en las circunstancias y condiciones en que se mueve el país político y el país nacional no lo vamos a decir después de que los candidatos connaturales a estas reflexiones logren su cometido de llegar al Palacio de Nariño, al parecer nos constituiríamos, entonces, para ellos, en enemigos o adversarios acérrimos de sus desaciertos políticos solo por haber propuesto soluciones para su realidad ficticia mas no para la realidad real, rayando en la demagogia y la captación del voto como instrumento agitacional y pasional.

 

En estos momentos de calor y efervescencia política, donde las diferentes opciones representadas por los candidatos presidenciales deberían debatir las alternativas de solución a los problemas más acuciantes del país y no caer en los personalismos peyorativos y en la resurrección de situaciones del pasado que en nada contribuyen a vislumbrar un salto hacia adelante y cimentar las bases para que el ciudadano vote a conciencia y de esta forma renuncie a distractores que lo confunden y lo convierten en protagonista más de una pasión de gavilanes. El país y su gente están sedientos de propuestas de transformación tangibles y alcanzables en la gradualidad y medianidad del tiempo.

 

Ahora, ¿cómo hacer para que los candidatos, aparte de su formación o estructura conceptual, no caigan en propuestas que solo caben en su mágico mundo imaginario y que están en contravía a los sueños despiertos de sus potenciales electores?  Si esto es una verdad de a puño, entonces, la responsabilidad recae en las fuerzas políticas para que esta costumbre desviada no se repita y sean éstas las que a su interior marquen el derrotero que debe seguir el candidato frente a la realidad real del país para que más tarde la acción de gobernar no se vuelva incontrolable e individualizada y pueda garantizar la continuidad de un determinado proyecto político y de desarrollo en democracia. ¿Será que las fuerzas políticas integrantes de coaliciones y pactos se sostienen como tal después de elecciones? 


Qué tan cierto es que en los “debates” mediáticos se esté profundizando sobre la crisis acentuada en el país, que a su vez origina la falta de credibilidad de sus gobernantes y de quienes aspiran a gobernar en lo sucesivo cuando lo que se observa son “debates” entre los diferentes candidatos que, al parecer, sus contenidos son formateados y conducidos por el interés de los medios de comunicación creando un impacto negativo en la audiencia como si se tradujera en los mismos con las mismas preguntas y respuestas. ¿El país está presenciando la acción protagónica de fuerzas políticas y sus proyectos o la acción individualizada del candidato? “Deberíamos adquirir el coraje de no ser como todo el mundo”: Jean–Paul Sartre.


PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA

LUNES 28 DE FEBRERO DE 2022
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