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LOS CLÁSICOS MODERNOS

                            LOS CLÁSICOS MODERNOS


Por Hugo Castillo Mesino


Hablar de los clásicos es complejo, dado los referentes cronológicos. Su denominación puede ser un libro publicado de este año o en 1.400; lo importante es que contienen la capacidad de subvertir la forma de analizar sustancialmente a sus autores que plasman concepciones acordes con temáticas diversas. Parafraseando a Irene Vallejo filóloga clásica, en su libro “El Infinito de un Junco” manifiesta que los clásicos exhortan a remitirnos al mapa de procedencia, a los escritores más admirados y a sus obras emblemáticas. Su libro se remite  a definir a los clásicos como a los viejos rockeros siempre en activo, envejecen sobre el escenario adaptándose a nuevos tipos de públicos; como bien lo escribió Hannah Arendt, “El pasado no lleva hacia atrás, sino que nos impulsa hacia adelante y, en contra de lo que se podría esperar, es el futuro el que nos conduce hacia el pasado”, como se infiere en los tres  filósofos de la sospecha – Frederich Nietzsche en la metafísica, Sigmund Freud en la ética y Karl Marx en la política, quienes partieron del estudio de los antiguos para realizar el giro a la modernidad. La palabra clásico deriva del vocabulario como riqueza y propiedad; según los romanos era el estamento más rico de la sociedad, por contrastes con la chusma de los restantes ciudadanos.

Para Ítalo Calvino, el famoso escritor italiano autor de las “Ciudades invisibles”, define a los clásicos cómo: “Los libros que, cuanto más creemos conocerlos de oídas, tanto más nuevos, inesperados, inéditos resultan al leerlo de verdad”; los clásicos son aquellos libros como huellas indelebles de sus autores, donde nunca terminan decir lo que tienen que decir, se infiere que esto sucede cuando emocionan y alumbran a quienes lo leen, se necesita estar enamorado para sumergirse en los causes de los ríos y embriagarse de lectura. Los clásicos son sobrevivientes después del incendio planeado a la “Biblioteca de Alejandría” y se miden por su poder y riqueza por sus nuevas formas de expresión, publicidad, el rap, videojuegos entre otros, que los adapta y realoja. 

Es un imperativo categórico hablar de los clásicos y detenernos en Marco Fabio Quintiliano, abogado y profesor de elocuencia, quien nació en el año 35, siendo el primer catedrático de la historia, cuyo salario se pagaba con cargo al erario público. Al retomar su ensayo pedagógico, condensa su experiencia como educador, al rechazar los castigos violentos en la educación, pensaba que estos eran más eficaces en las alabanzas que en la violencia, y en el amor al maestro, que poco a poco se transforma en amor por la asignatura. Expresó que la competición se vuelve obsesiva y debía establecerse una simetría perfecta. Es profundamente reflexivo en Quintiliano, cuando dijo: “Que cada autor griego debía tener un gemelo latino a la altura”, permite preguntar: ¿Por qué Virgilio era el Homero romano? y ¿Cicerón era el Demóstenes y el Platón romano?

En el fondo Quintiliano necesitaba clonar uno por uno a los grandes escritores de Grecia. Por primera vez una civilización adoptó una literatura extranjera, la leyó, la conservo, y la amo por encima de las barreras chovinistas; en el fondo se trataba de Roma, al haber asimilado el acervo cultural de Grecia. Resulta importante estudiar las preguntas que anteceden sobre los clásicos, además de su vigencia histórica.

No obstante, la palabra clásico deriva del vocabulario como riqueza y propiedad; según los romanos era el estamento más rico de la sociedad, por contrastes con la chusma de los restantes ciudadanos. El abogado y escritor Aulo Gelio, contribuye aclarando que los clásicos desde su surgimiento, eran la crema de la crema económica, las grandes fortunas, la sangre republicana, los ricos, hasta la extravagancia que monopolizaron la primera clase. El verdadero éxito de la palabra clásico llego cuando la rescataron varios humanistas a partir de 1.946, más tarde se extendió por todas las lenguas romance, extrapolándose a otros ámbitos. Hoy en dia para mucha gente, un clásico no es más que vocabulario futbolístico.

Ítalo Calvino, aportó: “Un clásico es un libro que esta ante que otros clásicos; pero quien allá leído primero los otros y después lea aquel reconoce enseguida su lugar en la genealogía”. Gracias a ellos descubrimos sus orígenes, relaciones, dependencias, se esconden unos en los pliegues de otros. Ilustremos, estudiemos y repensemos: el mito platónico de la caverna regresa a Alicia en el país de las maravillas; el cuento de Eros y Psique, en la bella y la bestia; Heráclito de Éfeso en Borge Luis Borges; el rey Gilgamesh en Superman; Luciano García Lorenzo en Cervantes Saavedra y en La Guerra de las Galaxias; Tito Lucrecio en Giordano Bruno y Karl Marx. 

William Shakespeare plantea, que: “Somos de la misma materia de la que estan hecho los sueños, y nuestra breve vida esta circundada por el sueño”. Pedro Calderón de la Barca, escribe: “La vida es sueño, Schopenhauer entra en el dialogo: “La vida y los sueños son páginas del mismo libro”. 


PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA

LUNES 12 DE SEPTIEMBRE DE 2022 
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