¡EL CUENTO DE LOS JOVENES!
Cuando hablamos de política se afirma que los jóvenes no quieren saber nada de la denominada ciencia que trata de los gobiernos y de las organizaciones de las sociedades humanas, especialmente de los estados. Más bien el fenómeno que se observa, es el cansancio de la vieja política, de las concepciones elitistas, de la dirigencia de las izquierdas y derechas que cuando gobiernan lo hacen para unos pocos y mantienen una desconexión con las nuevas ciudadanías. Por ello no existe una fórmula mágica para ganar las elecciones, sino se cuenta con mayores niveles de aprobación y favorabilidad al gobernar; se trata de reconocer la importancia y el papel que juega la ciudadanía al definir con su voto programático a gobernantes, nacionales, regionales y locales. Razón le asiste a Daniel Ivoskus en su libro “Comunicación, Crisis y Política” cuando afirma “Todas las campañas son diferentes, son únicas y a lo mejor irrepetible. No obstante, hay elementos básicos que no debemos olvidar, si queremos lograr el objetivo principal a la hora de definir la estrategia política como: el cuento, la calle y el contraste”, son aspectos que deben asimilar quienes tengan aspiraciones en la próxima contienda electoral a realizarse en el mes de octubre del 2023.
Los múltiples aspirantes a gobernación, alcaldías, asamblea, consejos y ediles si pretenden conseguir credibilidad, confianza, afecto e interés en la ciudadanía; reitero que los aludidos deberán proponer tres cosas en el lenguaje electoral: con el cuento, la calle y el contraste. De esa manera emocionar, acercar y diferenciar a traves de las motivaciones electorales. Ahora el “cuento” desde la perspectiva literaria enmarca un inicio, nudo y desenlace; por tanto, los seres humanos comprenden el mundo en sus diferentes acepciones y manifestaciones a traves de historias, relatos coherentes; como insumos que permitirán llegar a los electores planteándole las propuestas programáticas que daten sobre el origen, desarrollo que requieren las poblaciones asentadas en los entes territoriales como Barranquilla y el Departamento del Atlántico. En política está comprobado que los héroes no tienen capa por mucha demagogia que hablen; pero cuentan con suficientes herramientas que deben ir desde el carisma, gestión y empatía, si aspiran a desarrollar un papel protagónico en el corazón de los ciudadanos.
Los candidatos a corporaciones públicas si desean obtener buenos resultados electorales, tienen que dejar de informar fragmentadamente al contar una y diez mil veces la trillada historia del “Por qué” de su aspiración. En esta historia se trata de tener claro la condición de ser persona y exaltar su papel social, eticidad, compromiso y el conocimiento sobre las problemáticas, si verdaderamente estan dentro de sus objetivos obtener resultados positivos. Las campañas políticas que no cuenten con un propósito y que en vez de explicar el “Que”, no resuelvan el “Cómo” y el “Por qué” se constituyen en un fracaso y quedarán inscrita como otra constancia histórica en la registraduría; por eso toda aspiración electoral debe ser clara, concisa, creíble, contundente y contrastante.
Cuando se habla de estadísticas electorales es con el fin de analizar, diagnosticar y proponer las estrategias a utilizar en aras de sobreponerse ante los otros aspirantes. Es cierto que los ciudadanos electores poco les interesa los porcentajes, cifras y tecnicismos burocráticos que usan los candidatos y políticos pensando que con eso los van a descrestar; por el contrario, este accionar electoral estadístico produce aburrimiento, cuando los electores no entienden y terminan desubicando los mensajes y contenidos electorales de interés individual y colectivo. Los seres humanos muchas veces se desconectan de la racionalidad y terminan a la hora de elegir votando por otro; a los electores le gustan los detalles y las emociones cargadas de verdades que enamoran.
Al parafrasear a Daniel Goleman en su libro “La Inteligencia Emocional”, nos invita a darle un manejo inteligente a las emociones, manifestando que gran parte de nuestras actuaciones ya sean positivas o negativas son producto de la regulación. Entonces emocionar no significa construir historias y referirlas que hagan llorar a los electores; por el contrario que estas sean capaces de insertarse en las conversaciones del candidato y los ciudadanos articulando las emociones del momento, ya sean situaciones de alegría, indignación, esperanza, miedo, odio u otra. Un buen mensaje electoral debe transmitir palabras, gestos y emociones que impacten en el imaginario colectivo y que terminen seduciendo a los electores.
Si se retoman los apartados de este ejercicio electoral, es probable que los jóvenes abracen y hagan suya su participación y contribución a las campañas políticas y por qué no plantear como un derecho sus aspiraciones a las corporaciones que se avecinan; antecediendo candidaturas que denoten preocupación por la ciudad y el departamento y no convertirla como muchos en un eslabón más del negocio para enriquecer a sus familias. Ser elegido: ¿Es un honor o negocio?
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