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LAS IZQUIERDAS DERECHIZADAS

LAS IZQUIERDAS DERECHIZADAS
    
      

Por Hugo Castillo Mesino

Suena a cliché. Cuando se aproximan las elecciones presidenciales, las izquierdas empiezan a disputar con canibalismo político quién es el candidato a apoyar, indistintamente de establecer cuáles son las reglas de juego y la participación de los sectores políticos, movimientos sociales y otros. Es transcendental desarrollar un debate estratégico que permita la discusión política consensuada y cómo ganar en las diferencias, e inclusive llegar hasta la apuesta de los codazos mentales para concitar en la Unidad férrea si queremos arribar a feliz puerto. Es bueno que apostemos a la utilización racional de las redes sociales y de otros medios donde hagamos  debates orientados por la discusión experta sobre el cómo definir las candidaturas que nos permitan salir del atrincheramiento histórico en el cual hemos estado inmersos por muchas décadas, conformándonos siempre con resultados electorales que no suman más del 7%, dejando como siempre una constancia histórica como símbolo de la derrota y de la participación exigua. Lo esbozado es producto de las aspiraciones divididas de las izquierdas, del triunfalismo, del individualismo y de los apetitos burocráticos, quedando rezagada y de espaldas de quienes contribuyen a sus aspiraciones. A esta patología e infantilismo se suman los enfrentamientos internos preelectorales, donde la eticidad es secundaria, llegando a extremos personalistas. La ciudadanía no comprende este fenómeno anormal y termina evaluando que da lo mismo ser de izquierda que ser de derecha.

Cada cuatro años se produce este “espectáculo bochornoso” degradando más a las izquierdas en el marco de su filosofía y de ser una opción alternativa. Las aspiraciones presidenciales son legítimas, lo que no es legítimo es desconocer a sus simpatizantes, militantes y a la ciudadanía como potencial elector. Sabemos que la política es áspera, que tiene sus fases históricas y que los últimos en conocerla son los ciudadanos. La pregunta que nos asalta es por qué suele suceder este fenómeno político antes, ahora y después de las elecciones presidenciales; la respuesta parte de la falta de democracia interna en los partidos y movimientos políticos, de la negación de su ideario, de la forma de organización y de sus estatutos. Parece ser que la aspiración de los candidatos es equivocada cuando anhelan lo que no han construido con sus bases, olvidándoseles que es mejor andar juntos que separados aunque seamos diferentes. Esas dudas cuando se presentan deben ser consultadas con la gente, que es la que manda y sus dirigentes de izquierda no son más que instrumentos, que terminan siendo caldo de cultivo de las derechas.

Las prácticas políticas de la izquierda muchas veces apuntan al reparto simbólico de las posiciones sin antes de llegar al poder visionando los presupuestos y la burocracia clientelar. En las izquierdas debe prevalecer la gente y para ello se requiere asimilar una cultura política en lo social, electoral y de gobierno. Lo fundamental para las izquierdas es la gente mas no un partido político que promueve y negocia cargos políticos, un partido que tenga presencia en todas las estructuras sociales, que practique la transversalidad en lo social, educativo, económico con la gente del común, vecinos, ciudadanos que participen siendo veedores críticos de sus funcionarios y dirigentes, contando con la posibilidad de plantear correctivos cuando estos se equivocan, permitiendo un verdadero empoderamiento ciudadano.

El mejor ejemplo de transversalidad política es la Paz y la Paz es conflictiva; por eso requiere de la participación de todos al igual que las izquierdas tienen que actuar unidas con los movimientos sociales, sectores políticos y la población en su conjunto a través de un todo para no seguir repitiendo el mismo error histórico. Las  izquierdas no pueden seguir desgastándose convirtiéndose en el menú de la prensa amarilla.

La transversalidad política en Colombia consiste en que las izquierdas, con sus partidos políticos y movimientos sociales asimilen que para crecer y fortalecerse no basta con la representación que tengan en el legislativo, si no por el contrario que acudan a los barrios de la ciudad y el poblado, a las universidades a los centros industrializados donde están los trabajadores, generando confianza en la gente; de lo contrario, da asco y nada tenemos que envidiar de las derechas que negocian con la conciencia de la gente en los Concejos Municipales y Distritales, las Dumas Departamentales, el Congreso de la Republica y la Burocracia Gubernamental. Reitero que los dirigentes deben ser un instrumento en manos de la gente, de lo contrario sigue siendo un ejercicio vergonzoso. La izquierda tienen que seguir luchando por la ausencia del miedo, defendiendo la democracia; cuando se vive en democracia no se tiene miedo y evidenciar que el cielo no se toma por consenso, se toma por asalto. Ojalá el momento histórico nos permita pensar con madurez que Colombia requiere entrar en un proceso de transición política  para gobernar y sacar adelante el proceso de Paz. Este proceso de transición requiere de un debate ideológico con pluralidad que posibilite la reconciliación y que trunque que la historia se repita.

PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 18 DE DICIEMBRE 2016

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