LA CONGA POLITICA
Por Hugo Castillo Mesino
Algunos parroquianos suelen hablar de “conga”; unos la conocen como instrumento musical, otros como ritmo y también quienes la asocian con la política; lo trascendental es quienes la bailan.
Dada la importancia de la historia para poder comprender las vueltas rítmicas en nuestra vida política, repasemos brevemente el origen de la conga; para esto conversaba con el amigo y compañero de utopías, Jhonny Bolívar, y analizábamos que éste data desde la lucha emancipadora de los esclavos en la Cuba Bella, quienes asediados por el poder colonial y, muy a pesar de sus contradicciones y diferencias internas como todo grupo humano-social, se mancomunaban para la consecución de sus más altos objetivos libertarios. Eran grupos pequeños que salían a danzar como “congas” en la búsqueda de otros grupos que aunque diferentes luchaban por los mismos propósitos. Pero, lo relevante era que en cada encuentro intergrupal por la anhelada libertad constituían una conga mayor, consolidada, que a su vez crecía, se masificaba y marchaba con la inclusión de otras congas; éstas poseían o ganaban en el proceso de encuentro, claridad y lucidez apta para encarnar los intereses de todos. Lo fundante en las congas, entonces, era la inclusión como fuerza movilizadora y participativa; expresado en lo festivo como un jolgorio que contrastaba con los eventos de salón que la élite en el poder generaba para su disfrute exclusivo, pues en las congas terminaban mezclándose diversos estratos y grupos sociales.
De lo anterior se explica el por qué en los inicios de la República, la conga se usó como elemento de propaganda política, utilizada por los candidatos en el período pre-electoral para mover las masas populares tras sus ritmos y cantos, en los que se promovían sus ideas y propuestas y se propugnaba su triunfo.
Ahora, las palabras son metáforas y representan poder, dado que ellas tienen su estructura que concitan un contenido propio que trasciende bajo la piel de la forma con que se les pretenda configurar o desfigurar; lo que nos exhorta a descorrer el velo de las connotaciones políticas que pueden encubrir en la coyuntura electoral que empezamos a vivenciar.
La expresión “Vamos pa’ la conga”, título de una canción hermosísima y guapachosa del legendario Trío Matamoros, le ha sido endosada con el pasar del tiempo connotaciones “políticas” que suele utilizarse en épocas o en campañas electorales.
Los medios a utilizar en la política, son fundamentales; ya que no pueden estar viciados. No da lo mismo el tipo de medio que se utiliza en política para llegar a un fin: O se opta por la máxima maquiavélica de que “el fin justifica los medios” o por la de Sábato en que “no hay fin noble por medios innobles”. La opción prefigura el perfil ético-político de quienes aspiran al ejercicio de gobierno y de lo que realmente se busca.
Entonces, las preguntas son: ¿Es una necesidad las congas para el quehacer político? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Para quiénes? ¿Con quiénes? Y más: ¿la conga como principio incluyente de organización de base, que reconoce y expresa las diferencias naturales y de ritmo al interior de un movimiento o la conga como instrumento de confrontación excluyente para la intriga, el desplazamiento y el posicionamiento de un sector en particular? ¿La conga in crescendo para la participación, la concertación y el disfrute común de la torta del bienestar del acto de gobierno, o la conga para el reparto particular del acto de gobierno?
Si lanzamos una mirada rápida a la práctica de nuestro entorno político en prospectiva electoral, nos encontramos con una tendencia seudo-organizativa de la conformación de “congas” al interior de los diferentes movimientos, pero muy alejada y deformante de la alegoría riquísima en lecciones que expresaban las congas festivas y políticas originales: por el contrario, las “congas” conocidas por todos absorben y tienen la pretensión de acaparar y centralizar las iniciativas, determinando el quehacer de la actividad y dinámica electoral en las campañas. Estas congas se reproducen en el desarrollo mismo del accionar político y electoral, arrojando confrontaciones y cayendo en personalismos, fraccionando, desdibujando y atrasando el proceso de organización y fortalecimiento de la campaña en pro de un determinado aspirante o candidato a un ente territorial o corporación pública.
El mecanismo para la reformulación conceptual de quienes manejan congas es sencillo, sólo basta con ejercitar nuestro nivel de conciencia y llamarse a trabajar en cada sector acorde con los lineamientos señalados en la Estructura de Campaña, donde como recurso humano posibilite su máximo potencial. Ahora es válido relativizar las sendas congas, unificarlas en objetivos colectivos, fortaleciendo el proceso organizativo y político hasta constituirse en la Conga Macro que marque el horizonte donde los candidatos que se impulsen, obtengan el triunfo que los conduzca a regentar los destinos de la Ciudad y el Departamento. Sólo con esa visión podemos ganar todos.
Construyamos la Gran Conga Unitaria que nos impulse a gobernar la Ciudad y el Departamento, que nos despoje de pequeños intereses egoístas y mezquinos, convirtiéndonos en verdaderos líderes de líderes y de esta forma ganar el reconocimiento de forjadores incansables, mujeres y hombres actores del cambio e intérpretes y transformadores del sentir de las comunidades, donde sólo con vocación humanista se convierta en un insumo para los aspirantes a cargos de elección popular como la Alcaldía, la Gobernación, el Concejo y la Asamblea.
Pensamos que debemos asimilar las congas como una filosofía de crecimiento, fortalecimiento, enseñanza, pero fundamentalmente de unidad y organización. Sólo así, cuando Miguel Matamoros canta: “Vamos, negro, pa’ la conga. Mira, que quiero arrollar…”, lo entendemos y nos animamos a invitar a otras personas a que se unan al baile, a la música, a la fiesta por verdaderas congas que reivindiquen el bien común en la ciudad y en el país, en fin a la Vida.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 09 DE NOVIEMBRE DE 2014
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