El HOMBRE PROGRAMADO
Por Hugo Castillo Mesino
Hoy la tecnología nos ha absorbido sin darnos cuenta y a veces no sabemos qué es ni en dónde está; parece que hubiésemos perdido la memoria primitiva y la capacidad para sentir y ver. Aspiro a compartir inicialmente una lista de bloqueos mentales que son inherentes a la naturaleza humana, empezando por el olvido deliberado del otro llegando al extremo de rechazarlo como ser humano vivo y real que actúa a varios pasos de nosotros, mientras manufacturamos a nuestro haber a un “amigo” de Facebook, Twitter, Snaptchat, Instagram, etc., quien está lejos y vive en otra realidad semiótica. En esa lista de bloqueos mentales resalta la alienación que simula amistad; ahora no hablar o ver a quien está junto a nosotros y utilizar la expresión “Le saluda atentamente” al final de las cartas, a quien no conocemos y con quien no nos hemos jamás encontrado, de hecho nos parece lo absurdo del asombro, configurando la lógica que cuando más insensible son los contenidos más corteses son los modales. También en este listado de bloqueos ésta el deseo, no con aquellos que están cerca y sufren en silencio, sino con alguien imaginado y fabricado; este deseo es paralelo a la inflación de conceptos y palabras prácticas.
En este escenario del “Hombre Programado” surgen nuevas formas de censura que coexisten extrañamente con el lenguaje sádico y caníbal hallado en Internet y desatado entre los cibernautas en orgías verbales de odio anónimo, cloacas virtuales de defecación en los otros, sadismo al opinar, amenazas de muerte, utilización de niños como insumos, fanatismo religioso, pornografía vulgar, etc., inscritos en incomprensibles despliegues de insensibilidad, especialmente en los comentarios anónimos. Es nuestra ceguera moral la que permite robarle a los seres humanos su rostro y su individualidad; no obstante, los Estados, los mercados, los Gobernantes justifican que es conocer las estadísticas y necesidades de la gente desde la visión sociológica y política, cuando en el fondo son estrategias diseñadas por los tecnócratas como formas de control y dominio a la forma de pensar de los cibernautas ciudadanos y no ciudadanos.
La tendencia tecnológica nos ha conducido a que si estamos vinculados a la actividad política y no aparecemos en televisión no existimos, al igual que si no te encuentras disponibles en las redes sociales no estás en ninguna parte o sea que “no existes”; si te niegas a unirte a Facebook pierdes amigos tal como lo plantea Leónidas Donskis en su libro “Ceguera Moral”: “Lo grotesco es que en Facebook puedes tener miles de amigos a pesar de que, como sostiene la literatura clásica, encontrar solo un amigo de por vida es un milagro y una bendición”.
Pero no se trata de perder relaciones con la tecnología cibernética; se trata es de la segregación social por excelencia, el fenómeno que ocurre es que si no declaras y pagas tus impuestos electrónicos te aíslas socialmente. La tecnología tal como está diseñada y globalizada no te permitirá mantenerte a distancia, “yo puedo” se transforma en “yo debo”. Puedo, por lo tanto estoy obligado a ello; no se permiten dilemas, vivimos en una sociedad de posibilidades no de dilemas. En la novela de Anatole France “Los dioses tienen sed”, un joven revolucionario fanático cree que más pronto o más tarde la revolución convertirá a todos los patriotas y ciudadanos en jueces. Esta es la razón por lo que en la afirmación de que “en la era de Facebook, Twitter, Instagram, Snaptchat, blogosfera y la webnosfera, todos los que están en la red y escriben son por eso mismo periodistas”, es una afirmación y hace parte de uniformar a los cibernautas bajo la concepción de que todos se robotizan enmarcados en el pensamiento único, entonces ¿qué queda para el periodismo como vocación inequívoca e independiente? La respuesta es que el periodismo es pensado, se fija un objetivo e intenta provocar algún tipo de cambio, su deber es informar de manera que ayude a la humanidad no fomentando el odio o la arrogancia, debe servir para aumentar el conocimiento del otro, el respeto del otro. Es claro que todos podemos ser emisores pero ser emisor no significa ser periodista. Si no hay criterio, si no hay punto de vista ni un trasfondo informativo considerable, ni solidez intelectual previa no hay periodismo; este es un ejercicio constante donde se toman decisiones con criterio, es una actividad integradora de responsabilidades, derechos y deberes que caracterizan a una sociedad democrática.
Al orden del día del periodismo está la de orientar el uso y manejo de las Redes Sociales unificando el pensamiento y la acción; la apertura pragmática, la ética, la razón y la imaginación constituyen un desafío inaplazable para el cual requiere no solo una estrategia de representación y actualización del mundo constantemente renovada de comprensión y análisis de los problemas en forma de dialogo, sino también un tipo de escritura. La tecnología debe estar al servicio del hombre con sentido humano y no el hombre al servicio de la tecnología.
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