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DINASTÍAS ELECTORERAS

DINASTÍAS ELECTORERAS


Por Hugo Castillo Mesino


Aventurarnos nuevamente en la lectura de aspectos relevantes del libro de Federico Engels “La familia, la propiedad privada y el Estado”, para dilucidar si en el contexto actual se han superado las connotaciones de la familia punalúa, consanguínea y  sindiásmica; pienso que sí, pero también se pueden hacer conjeturas electorales que apuntan a la elecciones del Congreso de la Republica a realizarse el 11 de marzo de 2018  donde las dinastías políticas en nuestro país y en nuestras regiones tienen una sólida base económica y cada día fortalecen más sus rasgos históricos  en el ámbito de su accionar político y su dinámica electorera. Es ahí donde construyen sus aspiraciones políticas corporativas y burocráticas, formando telarañas entre padres e hijos, tios y sobrinos, hermanos y primos, abuelos y nietos, esposos y cuñados, amantes y amigos con derechos y  un centenar de parientes,  como suele suceder en el departamento del Atlántico y en el resto del país, aprovechando la condición sumisa de la ciudadanía que termina asimilando y participando por su propia naturaleza en el fenómeno electoral-clientelar, interpretándolo como una oportunidad para recibir las dadivas producto de la compra de sus conciencias el día de la elecciones, aceptando a conformidad una irrisoria suma de dinero como contraprestación al votar por determinado candidato, olvidándose que lo ofrecido no es más que el producto del pago de los tributos y de los recursos saqueados al Estado por el benefactor y la corruptela.

Esta parentela política es la que gobierna en los gabinetes locales, regionales y nacional, donde usufrutuan, saquean los presupuestos enriqueciéndose y poniéndolos al servicio de sus campañas electoreras, donde cada curul, dependiendo de la corporación a que se aspire, tiene un valor que oscila entre los mil millones hasta diez mil millones de pesos, si es que los costos en mis cábalas son ínfimos. Las apuestas, para el colmo de la “democracia” en este espectáculo vergonzoso electoral, son que al hacer los acuerdos entre el candidato y los financiadores de la campaña, esta “inversión” debe estar protegida por títulos valores y amparados por bienes inmuebles como garantías, y de ser necesario algún “otrosí”;  esto con el fin  de asegurar los dineros si el candidato al ser elegido no cumple con la asignación de contratos y burocracia a los financiadores. Si abrimos los ojos a lo largo del espectro político nacional la telaraña de la genealogía política está compuesta por la Unidad Nacional y el Centro Democrático, que tienen engrasadas sus maquinarias, donde los votos son producto de sus prácticas de corrupción en la sintonía de seguir trasmitiendo a la cadena genética dinástica criolla de su parentela y todo el entramado que ésta demanda; accionar estructurado hábilmente para el fraude con sus compinches institucionales en la Registraduría Nacional y por muchos miembros del Consejo Nacional Electoral. Estas acciones  son heredadas y son destacadas irresponsablemente por los medios de comunicación a su servicio como liderazgo y sinónimo de inteligencia, donde los apellidos y nombres de los candidatos-caudillos acaudalados terminan beneficiando a los herederos quienes les siguen los pasos súbditamente.

Esto suele ocurrir por la falta de garantías electorales de las que no gozan los partidos y movimientos minoritarios y de oposición, que no están  en condiciones de competir con los candidatos del establecimiento y con los apostadores miserables que, ante la ausencia de figuras fuertes entre los llamados candidatos de opinión, los inhabilitan, amenazan y hasta los asesinan; lo que les permite seguir “brillando” en las corporaciones públicas como el Congreso de la República y otras a los corruptos y a los herederos de las dinastías políticas y de las urnas milagrosas del “salto de canguro”.

Ahora, a nivel de la parroquia se comenta que hay cruces nones santos entre candidatos que en el pasado hicieron el ejercicio político electoral a la Cámara de Representante con un partido y en la nueva contienda renuncian a ella para promover a su parentela en otro partido, lo que demuestra que la política es un negocio electoral en los términos de la compra y venta de votos.

Y hay de todo como en botica, como es el caso de los padres que matriculados en un partido inscriben a su prole en otros, con chequera en mano, arrodillados al mejor postor, independientemente que estos cruces y transfuguismos sean exitosos o fracasados nos confirma los niveles de postración de la política en el Atlántico donde tienen cabida, desde luego, las “damas atractivas” a los políticos de turno para llevarlas al poder aun cuando en las discusiones políticas de oficio no tengan los fundamentos para defender los intereses del Departamento del Atlantico  y erradicar los cordones de miseria gestados por las dinastías electoreras.

Si los resultados electorales conocidos por todos en el pasado guardan una relación con las aspiraciones de las dinastías electoreras, estamos a tiempo que la ciudadanía atlanticense cambie su actitud al sufragar, comprometiéndose de respaldar a los nuevos liderazgos que sean garantía para la transformación del departamento y la ciudad.



PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA

DOMINGO 14 DE MAYO 2017

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