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EL PRESIDENTE AUTÉNTICO

EL PRESIDENTE AUTENTICO


Por Hugo Castillo Mesino


El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (DRAE) define el significado de autenticidad como calidad de auténtico y, esta palabra, a su vez, como: “Consecuente consigo mismo, que se muestra tal y como es”. Por consiguiente, estamos hablando de un atributo o cualidad que define o caracteriza a una persona o individuo. De tal manera que, si intentamos caracterizar políticamente al actual presidente de Colombia, Iván Duque Márquez, podemos afirmar que es un mandatario auténtico porque se muestra tal como es; es decir, como un sujeto político que adelanta mediante sus acciones públicas un proyecto de partido, el Centro Democrático; pero, también un proyecto de clase en el horizonte de la denominada república oligárquica. Podemos, entonces, concluir que el presidente Iván Duque, es un dirigente político auténtico. 

Al leer el libro de Byung-Chul Han “La Sociedad de los Rituales” encontramos que: “La sociedad de la autenticidad es una sociedad de la representación. Todo el mundo se representa a sí mismo. Todo el mundo se da tono. Todo el mundo rinde culto al yo y oficia la liturgia del yo, en la que uno es el sacerdote de sí mismo. Es él mismo y en eso nos encerramos y actuamos, aquí flaquea la identidad”. Ahora, la autenticidad es la mismidad, es adversa a las comunidades por su enfoque narcisista y se expresa a través de su forma y contenido, anulando todos los valores que representa en sí, es una forma de producción neoliberal que se apropia de la persona y logra transformarla en su centro de producción. Al definir al presidente Duque como autentico, cuando se dice que una sociedad en conjunto crea problemas de autenticidad, es una manera de hablar que revela lo fuertemente devaluada que está su acción social.

El tema de la autenticidad que se plantea en un sujeto que detenta un cargo tan importante como la presidencia de un Estado como el nuestro, fundado desde la república con unas facultades que rebasan al propio poder legislativo a través de mecanismos constitucionales de poder intervenir en lo público, de por sí genera acumulación de poder o liderazgo; es aparente la medida cuando el protagonismo se confunde con el concepto mucho más integral y amplio de “líder político”, que requiere de toda una cantidad, no solo de cualidades desde el punto de vista personal, sino también de tener ideas y objetivos sumamente originales, claros, de inmensa proyección social. En este sentido podemos decir que el presidente Duque fue producto de una casualidad por su autenticidad y a la vez un desacierto abismal.

El liderazgo de quien es presidente no necesariamente está ligado a que los más doctos tengan que ser los conductores. La historia data diferentes tipos de liderazgos; los lideres irradian magnetismo. Un liderazgo sumamente fuerte de mayor arraigo popular, eso no lo encontramos en el presidente Duque y, vemos, por el contrario, un hombre cada día más supeditado a las directrices de su jefe Álvaro Uribe Vélez, famoso en la serie “Matarife”, que al final genera una comunidad sin comunicación y una comunicación sin comunidad; lo cual, define al presidente como autentico.    

¿Cómo se explica que el presidente Iván Duque en medio de la autenticidad haya surgido como mandatario para ejercer el poder por designación de un partido con ausencia de liderazgo de quien ostenta o funge de presidente? Su autenticidad consiste en lo que él denomina proceso democrático o espacios de participación viciados por prácticas de componendas, entrega de dádivas y otra clase de recursos. Es asombrosa la autenticidad del sistema educativo en Barranquilla, con la construcción de edificios vacíos, pupitres y tableros donde se simula un avance en los procesos de calidad de la educación con la autenticidad del alcalde Jaime Pumarejo Heins; su autenticidad se plasma en la educación vitoreada en la gestión anterior que NO aplica para los lineamientos de organizaciones internacionales; no responde a las demandas y necesidades en la formación del recurso humano, atención de los niños y jóvenes en lo alimentario; la creación de espacios pedagógicos como bibliotecas, ayuda educativa y uso de las TIC en el proceso de la construcción del conocimiento; autenticidad en la sensibilidad humana expresada en principios éticos de la inversión social, la solidaridad y la protección de la salud pública.


El culto narcisista a la autenticidad nos vuelve ciegos para las fuerzas simbólicas de las formas, mientras la cultura de la autenticidad acarrea una desconfianza, hacia una forma ritualizada de interacción. Presidente Duque, usted y sus aliados regionales y locales están quedando con una comunidad que no tiene comunicación y una comunicación que no tiene comunidad, como se refleja en el Covid-19. Repensar y hacer una ruptura con los arquetipos preparados y formados para dirigir al país con el presidente autentico, que vive en el infierno de lo global donde sitúa a todos como iguales al pensar y al actuar.

PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA

LUNES 1 DE JUNIO DE 2020
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