Por Hugo Castillo Mesino
Aventurar decolando en el altiplano filosófico
es vivir y observar las posturas que podemos asumir sobre los sujetos sociales en
el mundo que construimos con nuestras acciones, sin tener que aterrizar, dado
que le quitaríamos el encanto a lo que debemos decir. Esto suele ocurrir en el
plano mental cuando nos remitimos al término “idiota”, que es un adjetivo
en el sentido peyorativo o despectivo, ya que hace referencia a una
persona con escasa inteligencia, que no comprende lo que se explica o sucede a
su alrededor; mientras que para Albert Einstein “solo existen dos cosas
infinitas, el universo y la estupidez…” Estos dos conceptos que circulan
coloquialmente tienen otro enfoque en la concepción de Byung-Chul Han en su libro “Psicopolítica.
Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder”, que, en uno de sus capítulos intitula
“Idiotismo”, al considerar al idiota como un hereje moderno, herético, que
dispone de elección libre, desviándose de patologías ortodoxas y resistiendo a
la violencia de los consensos que enarbolan algunos sectores de las izquierdas
y las derechas que reprimen las diferencias expulsando a los distintos,
uniformándose y reivindicando el ser iguales negando la otredad.
La filosofía cobija al “idiota” y señala que,
todo filósofo logra plantear un nuevo lenguaje, una nueva forma de pensar, que
es parido por un idiota o ¿acaso la historia de la filosofía no está inscrita
de idiotismos? Basta con invitar a Sócrates en este escenario cuando dijo:
“solo sé que no sé nada”; para muchos en la antigüedad era una idiotez y no
pudo tener trascendencia, hoy es universal su acepción y andamos en este mundo
al no saber nada. Al igual que Rene Descartes, que pone todo en duda en su “Cogito
ergo sum” o “pienso, luego existo”, en la modernidad era un idiotismo; ahora
estamos invitados a dudar e investigar a través de su duda metódica, de poca
utilidad para cierto activismo político en las izquierdas y en las derechas que
con sus clichés se vuelven bufones cayendo en la patologías de la estupidez y
la ridiculez al no pensar el pensamiento, como dice Descartes, ante las
decisiones que afectan a la ciudadanía.
Gilles Deleuze conmina situando al idiota con
dos referentes: el antiguo, que pretendía alcanzar unas evidencias a las que
llegaría por sí mismo; entre tanto dudaría de todo; el idiota moderno, que no
pretende llegar a ninguna evidencia. Hoy, la irreverencia en la sociedad
prácticamente tiende a desaparecer al marginado, loco o idiota, producto de la
total conexión en las redes y en las comunicaciones digitales que aumenta la
coacción a la conformidad considerablemente con el “me gusta”. No obstante, Byung-Chul Han
argumenta que el idiotismo se opone al empoderamiento neoliberal, a la
comunicación y al seguimiento, al estar vigilado en la totalidad. El idiota se
comunica con lo incomunicable, así se recoge en el silencio, construye espacios
libres de silencio, quietud y soledad en los que es posible decir algo que
reamente merece ser dicho.
Así pues, la inteligencia, para Byung-Chul Han,
habita lo horizontal, mientras que el idiota toca lo vertical, abandonando el
sistema predominante; es decir, “el interior de la estupidez es frágil y
transparente como las alas de la libélula, se tornasolea de la inteligencia y
es superada”. Cabe destacar las estupideces de la vicepresidente Martha Lucía
Ramírez cuando señaló que los colombianos están acostumbrados a ser “atenidos”
al gobierno, además que psicólogos y sociólogos son innecesarios, qué tal ahora
más en tiempos de pandemia; o Germán Vargas Lleras cuando propone acabar con el
pago de vacaciones, primas de junio y diciembre y la disminución salarial para
que las empresas puedan sobrevivir en medio de la cuarentena; o la estupidez de
algunos sectores de las izquierdas en lo local que solo visionan la política
como matemáticas, pero no exactas, se definen dialécticos y enfatizan en la ley
“de la negación de la negación”, la cual no se evidencia políticamente al querer
absolutizarla en la ciudad, diciendo NO a todo, todo es todo.
En ese orden de estupideces fosforescentes, el
exalcalde Char aparece en un video tiñendo el cabello a su esposa, en medio de
la cuarentena; el alcalde Jaime Pumarejo persiguiendo al turco Hassan por distribuir
alimentos a los habitantes indigentes o menesterosos; a diferencia de Simón
Bolívar quien decía: “Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo
a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a
obedecerle y él a mandarlo, de donde se originan la usurpación y la
tiranía”.
Ante la adversidad tenemos un antídoto que es
nuestra resistencia, rebeldía y la otredad ante quienes conviven en el infierno
de lo igual. Pongamos a volar los espíritus en medio del silencio para seguir
construyendo espacios de reflexión ante las turbulencias causadas por las
cegueras mentales que no permiten repensar el idiotismo y acabar con la estupidez.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
MARTES 26 DE MAYO DE 2020
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