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¿LA DIGNIDAD DE LOS GOBERNANTES?

¿LA DIGNIDAD DE LOS GOBERNANTES?




Por Hugo Castillo Mesino


Pensar es aventurar y es a la vez un camino donde solamente correspondemos a este camino en cuanto nos mantenemos en camino. La situación que vivimos actualmente en el mundo y en nuestro país nos permite reflexionar en perspectiva: Una cosa es estar de camino en el camino, a fin de construirlo; y otra, ¿ponerse al margen de este desde donde quiera que sea…?  Para llegar a estar en camino es necesario que nos abramos al debate sobre qué es la dignidad humana; ante ello, el ser humano es considerado un ser racional, pero también hay mucha irracionalidad, oscurantismo e infamia cuando ese ser humano es capaz de amar y odiar, de tener ira, resentimiento y deseo de venganza, enamorarse y desesperarse al sentir emociones intensas o débiles, de establecer relaciones con los otros, por eso tiene más valor y es más digno ante las otras especies. Pero ¿basta con eso? La filosofía siempre ha cuestionado muchos supuestos y sigue preguntándose: ¿Cuándo empieza un ser humano a ser considerado como una persona?, ¿Es lo mismo una persona y un ser humano? ¿Es posible una definición de persona más allá de los intereses creados?, ¿Quién es más digno una lechuga, un chimpancé o un gobernante?

Al referirnos a la dignidad del ser humano nos situamos en el Renacimiento del siglo XV, en palabras de Pico della Mirandola: “Él es el escultor de sí mismo y el arquitecto de su mundo, puede rebajarse hasta la bestialidad, pero puede también elevarse hasta la vida angelical”; lógicamente en contraposición con Santo Tomas, cuando plantea que el hombre está hecho a imagen semejanza de Dios, por ende, su comportamiento está sujeto a la voluntad divina. Entonces surge otra variable histórica como la “libertad”; el ser humano según Mirandola es racional, capaz de inventarse a sí mismo. ¿Por qué no nos inventamos los medios para confrontar los obstáculos que nos limitan ante la crisis pandémica vertiginosa que nos azota cuando el “fin” está más que claro?

Immanuel Kant reconoce que la noción común de dignidad se refiere a un status honorable que otro debe reconocer y que impone ciertas actitudes y un comportamiento adecuado hacia a las personas que gozan de ese estado; ¿será que esa honorabilidad en nuestros gobernantes no es más que una etiqueta para garantizar el mar de prebendas y de posiciones asumidas como la que recientemente tomaron la gran mayoría de los  “honorables” al no aprobar la “Renta Básica”, cuya finalidad es mitigar la situación económica social de millones de colombianos, desconociendo una vez más que el hombre  siempre debe llevar una vida digna y de dominio de sí mismo, una vida digna de su situación de ser humano?

Comprenderán los gobernantes o silencian a Juan Jacobo Rousseau en “El Contrato Social”, a Immanuel Kant en su fórmula  “respeta la dignidad de cada hombre”, donde dignidad es un concepto de humanidad, o a que Jürgen Habermas cuando confirma que “la pertenencia al género del hombre cae desde el principio bajo el concepto de dignidad” y lo corrobora la clave espiritual de Friedrich Schiller dando continuidad por el amor a la libertad en todas sus formas esenciales: la libertad política, la libertad social y la libertad moral, afirmando que la verdadera libertad es aquella que tiene su sede en la consciencia; o Johan Gottlob Fichte cuando dice que el hombre realiza en plenitud su dignidad cuando entra en relación con los demás hombres al contrario de muchos gobernantes que están a espaldas de las demás personas, al “soñar” con los carnavales locales y el mundial de futbol. Es un atropello a la inteligencia y un absurdo al buen vivir, seudogobernantes.


Para Peter Sloterdijk “la dignidad humana está amenazada por los medios de comunicación social que embrutecen al hombre y por la incapacidad de domesticar que padecen los maestros, los sabios y los educadores”. Podemos concluir que la reflexión filosófica que hacemos frente a los gobernantes se centra en que estos son a su vez lo que no son, por carecer de independencia cognoscitiva y por estar secundados por sus mentores económicos y políticos que ciegan la toma de decisiones ante una realidad objetiva, negando la conciencia colectiva ante la crisis conocida por todos.  En definitiva, todo lo que ahora es todavía amorfo sin orden se disolverá gracias al hombre en un orden más bello, y lo que ahora ya es armónico llegará a ser todavía más armónico según leyes no desarrolladas hasta ahora. La dignidad de una persona es independiente de su estatus social, de su popularidad y de su utilidad social; no se puede decir que una persona tiene más dignidad humana que otra. El valor de lo que tiene dignidad es superior a todo lo que tiene precio; mañana cuando lo decidan es tarde, es Aquí y Ahora. Repensar la filosofía para que los gobernantes logren repensarse.

PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA

MARTES 30 DE JUNIO DE 2020
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