ALEJANDRO GAVIRIA, UN HUMANISTA EN LA EDUCACIÓN
La designación de Alejandro Gaviria como Ministro de Educación por parte del electo presidente, Gustavo Petro, me remitió a releer tres obras de su legado productivo; entre ellas “Siquiera tenemos las palabras” que, en su introducción, nos plantea la condición de vida en una época inquietante y contradictoria, donde manifiesta el avance silencioso y persistente de la humanidad, develando su preocupación por la pobreza, el hambre, las guerras y la mortalidad infantil, por un lado; y, por el otro, los desafíos y amenazas ante el aumento de la desigualdad, el crecimiento del populismo autoritario, el despertar del nacionalismo, la pérdida de confianza en las instituciones democráticas y el cambio climático como un peligro para el futuro de la humanidad. Ante las variables que tributa en este apartado y que se constituyen en un flagelo social de intensidad universal, infiere la necesidad de estudiar, analizar y profundizar sobre las respuestas y soluciones de los gobiernos para mitigar los problemas en el escenario de la inequidad y justicia social.
Motivado por seguir en la brega de las lecturas de Alejandro Gaviria retomo el texto titulado: “Otro fin del mundo es posible: Cómo Aldous Huxley puede salvarnos”, embebiéndome en las disertaciones del intelectual y humanista al plantear en estos tiempos difíciles, en medio de las incertidumbres y certezas, algunas amenazas existenciales para la humanidad y para nosotros como especie en extinción por la condición de sentipensantes. Gaviria nos exhorta a una especie de optimismo axiomático no evidenciado en la observación del mundo, sino que tengamos una convicción más íntima, este optimismo sitúa a las ideas y destaca su importancia en un doble sentido. El primer sentido es individual, las ideas importan en la búsqueda personal de sentido, nos ayudan a vivir reflexivamente; el segundo es colectivo, las ideas importan en la vida en sociedad, en la llamada democracia deliberativa. Es ahí donde debemos apuntar los educadores, los opinologos y quienes creen que los gobiernos estan signados solo por los sesgos ideológicos partidistas.
En el marco de este ejercicio de lector sediento y por mi condición de bibliófilo abordo de Alejandro Gaviria su última producción intitulada: “En defensa del humanismo: Reflexiones para tiempos difíciles”. Los discursos suelen ser a veces un género peligroso, depende de la intencionalidad y de la sensibilidad de quienes los pronuncian y de la audiencia; pero, a pesar de eso, son interesantes, la audiencia estimula al orador, las palabras son protagonistas en el escenario; eso suele decirles Gaviria a sus estudiantes en los momentos de graduación, es válido textualizar esta frase de Michel de Montaigne: “No se puede aleccionar a los hombres, solo guiarlos para que se busquen a sí mismo”. La defensa del humanismo es manifestar nuestra capacidad colectiva y de enfrentar nuestros problemas más complejos, significa también una forma de resistencia contra el fanatismo y la violencia.
La designación de Alejandro Gaviria, en la cartera de educación obedece a la decision política del presidente Gustavo Petro que, en su lectura, destaca en el nuevo gobernante las capacidades, atributos y gobernanza para regir los destinos de la educación colombiana. Son retos que hay que desarrollar en el marco del programa de gobierno propuesto a la ciudadanía en la recientes elecciones; donde sustenta y resalta: Lograr la educación superior pública y gratuita; construir centros de excelencia universitarios públicos centrados en la investigación; aumentar sustancialmente el número de niños y niñas en el preescolar; generalizar el bienestar universitario con restaurantes y guarderías para las jóvenes con hijos; que la expansión de la educación cubra las regiones más olvidadas, entre otras.
Alejandro Gaviria en su condición de Ministro de Educación tiene como lema de gestión: “Dignificar la Educación”, partiendo de un presupuesto histórico como es la educación y la movilidad social; su compromiso ante la corrupción es medirse ante los nuevos desafíos. El empalme con el gobierno anterior denota problemas serios de infraestructura en las instituciones educativas básicas y en la educación superior, lo cual exige lanzar una mirada profunda al Fomag e intervenir en las capacidades de las secretarias de educación, conociendo la vulnerabilidad de éstas. Su preocupación mayor sigue siendo la dignificación de la educación como motor de cambio y aunar esfuerzos con Fecode para reivindicar la primera infancia y que la educación recupere su papel protagónico en la sociedad. Considera que el déficit estructural de financiamiento hay que resolverlo; por tanto, se debe pensar en la Reforma del Sistema General de Participación dado que los recursos para educación son insuficientes. Hay que poner al orden del día la confianza con Fecode. Sobre las obligaciones con el Icetex hay que trazar mecanismos jurídicos; las pruebas PISA son determinantes y los resultados guardan relación con problemas de infraestructura, capacitación, diferencias regionales, lo público y lo privado. Ahora estamos más cerca al gobierno y entre todos podemos construir y hacer de las utopías nuevas realidades.
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