CYBERCRACIA Y MANIPULACION DIGITAL
La era digital y su conectividad han puesto en jaque a la democracia debido al manejo y control de los flujos de datos masivos “Big Data” que pueden ser letales para los gobiernos, lo que antes eran los golpes militares. Las masas han dejado de ser anárquicas para volverse similares a las termitas, que actúan en batallas con una red invisible unidas por un solo ente. José Norte Sosa en su obra “Big Data. Comunicación y Política” nos habla del “Homo Cunnectud que está cambiando la democracia, para bien y para mal creando una nueva era denominada la cybercracia como un concepto que surge del comportamiento de las nuevas generaciones nacidas en el seno de la era digital”; se plantea un tipo de sociedad en la que el poder, tal como se concibe en el presente, deja de ser monopolio de la clase política y se transfiere al pueblo mediante el uso de las redes sociales y los medios digitales.
La cybercracia de masas es potente y nace directamente en el pueblo, en la base social y se viraliza utilizando las redes sociales como: Facebook, Twitter, Instagram, WhatsApp, entre otras. En la medida en que estos dispositivos se democratizan y se vuelven accesibles a la mayoría, esta cybercracia permitirá a cualquier grupo de ciudadanos de a pie mediante una organización o un disparador común cambiar la historia utilizando las técnicas de swarming o ciberguerras generando revueltas digitales, que luego son trasladadas a la vida real. Los medios de comunicación, tanto digitales como tradicionales, validan el movimiento en las redes sociales, es más, para que esta acción sea eficaz debe tener las siguientes características: suficientemente movilizador en la mente de los ciudadanos y usuarios dispuestos a trabajar por la causa de forma altruista con el objetivo de “cambiar la historia”.
La coordinación de este movimiento Cybercrásico, mediado por un esquema central, puede ser un hashtag o una consigna que unifique a los usuarios digitales en favor de la causa sumado a los usuarios comunes que la abrazarán y que también quieren “cambiar la historia”. Finalmente, los medios de comunicación digitales y tradicionales se harán eco del movimiento y serán vectores de propagación de éste. Con estos elementos coordinados y con personas dispuestas se logra un impacto en la realidad, siempre y cuando el disparador inicial sea lo suficiente potente y movilizador emocionalmente; debe generar ira, asociada a enojo, frustración, odio, bronca, impotencia, indignación, agresividad y furia; donde se suple al ciudadano y se institucionaliza la cybercracia en las redes y se expresa en Latinoamérica en las elecciones presidenciales en contra de las opciones de cambio propuestas por los movimientos progresistas y democráticos.
A toda hora somos manipulados e incluso cuando nos desplazamos de un lugar a otro; nos conectamos con Google Maps y, aunque sepamos que debemos doblar a la derecha, preferimos hacerle caso al sistema y doblamos a la izquierda. Nuestra mente prefiere que las maquinas decidan ante que nuestra inteligencia, preferimos pensar poco y le damos confianza al celular, al navegador y que sean ellos los que dispongan que tenemos que hacer. Esta pérdida de libertad cada día es preocupante en los jóvenes que prefieren estar hiperconectados y atentos a las decisiones del celular ante su propia capacidad de pensamiento al considerar que es más confiable el mundo virtual que sus propias sensaciones y experiencias de la realidad. La manipulación digital te quita el derecho a la privacidad mental, el derecho a la identidad personal, el derecho al libre albedrio, el derecho al aumento de la neurocognición y el derecho a la protección de sesgos, que no es más que generar discriminación entre sexos, razas o personas de otro pensamiento político.
Alfonso Quintas, catedrático al merito en la Universidad Complutense de Madrid, afirma: “No basta vivir en un régimen democrático para hacer libres de verdad. Hay que conquistar la libertad día a día frente a quienes intentan arteramente dominarnos con los recursos de esa forma de ilusionismo mental que es la manipulación”; esto es posible si somos claros al saber qué significa manipular, quién manipula, para qué manipula y qué táctica moviliza para ello.
La cybercracia y la manipulación digital se han impuesto en la elecciones de EE.UU. cuando favorecieron a Donald Trump, crearon crisis política contra Evo Morales, contribuyeron a la victoria de Mauricio Macri en Argentina y operaron en contra de la candidatura de Gustavo Petro utilizando los fake news o falsas noticias, los “troles” como forma de enfrentamientos y controversia en las redes y los “bots” como software malicioso con el que roban información, te estafan, preparan ataques de ciberguerras. Estas patologías y estratagemas digitales se constituyen en la manipulación digital, negando la democracia y abriendo caminos a la cybercracia.
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