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GALERÍA CIUDADANA DEL INOCENCIO CHINCÁ: UN UNIVERSO DE LOCURA

GALERÍA CIUDADANA DEL INOCENCIO CHINCÁ

UN UNIVERSO DE LOCURA

Por: HUGO CASTILLO MESINO


“Recordar es fácil para el que tiene memoria.
Olvidar es difícil para quien tiene corazón”:
-       G. GARCÍA MÁRQUEZ -

Los días van y vienen. Algunos se detienen y otros se van. Las horas también son cómplices de los pensamientos como las manecillas del reloj que no se devuelven. Es Agosto de 2005. Avancé en el camino de la imaginación con las horas del día llenas de ideas en un universo sin límites y sin fronteras que me detuvieran. Sólo que el sol nos decía no ver la mañana sino el comienzo de la tarde, acostumbrados entonces a saciar el hambre ante la agonía de nuestros cuerpos. A ello se sumaban los problemas que vivíamos en la Institución Educativa Distrital, que después sería llamada “Inocencio Chincá”, dado que se había ocultado su nombre sin que alguien se lo propusiera. Esto me hizo reflexionar en medio de la penumbra y en la diferencia por qué otros sepultaban la razón. Entonces, es cuando surge el interrogante ¿por qué los muchachos saltan y brincan de un lado a otro sin saber dónde colocar sus mentes y sus pies, cuando debían ejercitarse en un espacio que garantizará realizar su Educación Física?

Es a partir del interrogante surgido donde nace la Cancha Múltiple “Pibe Valderrama”, en honor a su arte y magia en el balompié. Solo así reinó la tranquilidad de los muchachos que deambulaban por las canchas deportivas que vivían en el entorno y que devenían en un ambiente hostil con la indisciplina que más tarde cesó.

Las aguas rebeldes provenientes del cielo, que caminaban malolientes y oscuras por el suelo del Colegio, se calmaron y cambiaron con la construcción de los desagües atajados por los árboles y raíces que taponaban las tuberías abandonadas por la desidia del tiempo. El espacio del Área transversal de Arte e Industrial se anegaba por el canto del miedo a perdernos en medio de un cenegal urbano, dando consigo al restablecimiento de columnas y paredes.

Con el transcurrir del tiempo, que no es otra cosa que uno mismo, los oídos retumbaban y se escuchaba a lo largo de la carrera veintiuna el nombre de “Estela”, restaurante cercano al Colegio. Parece ser que en el menú sus mariscos abrían los bucles de la inteligencia reprimida de los que allí, saturados por el hambre, comíamos embebidos en las horas de almuerzo, a diferencia de un día soleado donde sentimos la necesidad de elucubrar situaciones y necesidades que nos hicieran sentir el cambio y el rumbo de las paredes ciegas y mudas de los colegios, donde cohabitan muchachos y muchachas que sueñan con pensar diferente.

Fernando y yo solíamos conversar del ayer y del hoy en ese día en que el hambre nos azotó temprano y, al pasar por el Colegio Sofía Camargo de Lleras, platicábamos al unísono y decíamos: “Las paredes de nuestros colegios están llenas de falsos mensajes políticos que gobiernan las mentes ciudadanas, de publicidad comercial que te dice cómo caminas, cómo piensas y quién eres; de religiosos y esotéricos que adivinan el reino después de la muerte, mientras vivas en la mentira y el engaño, de curanderos orientados por la enfermedad del mal”.

Las paredes del Inocencio estaban llenas de huecos y agujeros sin competir con la atmósfera donde se filtran los rayos del sol producto de la basura industrial y de las armas asesinas, donde los muchachos y muchachas penetraban y salían desconociendo la entrada principal generando un caos que solo existía en la mente de ellos; mientras que las paredes del Sofía se mostraban arrogantes vestidas de rojo con semblanza feudal, turbando las mentes y los ojos de quienes transitaban, son tal altas que con su alambrada en nada envidian al Buen Pastor, solo por la influencia católica que orienta la transmisión de valores, con estructura física expresa en los conventos y seminarios con rezago colonial.

El almuerzo que fue fecundo en su comienzo, se fue secando con las horas intensas de descanso en la conversación, pero de allí afloró la idea, como la luz que ilumina la creación, de adentrarnos en el Inocencio en su pared triangular, desgastada por el olvido consciente de los que la vieron padecer, era la esquina de la 21B con 53D. Por ese lugar que es de todos pero que no es de nadie, donde transitan los que duermen y despiertan al son de sus horas libres y cansadas, donde los vehículos con su musicalidad, cargados de hombre y mujeres, además acompañados de quienes lo hacen de pie, de sur a norte, de este a oeste, sirvieron de hilo conductor a la imaginación para que buscásemos los gritos del entendimiento de aquella plática que elevó por tierra, mar y aire el quehacer ante la situación descrita del Inocencio como era la de proponer y rentabilizar salidas para el Colegio y de esa manera u otra publicitar su oferta que fuera asimilable con la comunidad; fue así, entonces, como empezamos por el final, simple y llanamente restaurar la esquina del Inocencio, dando a conocer su oferta educativa con el fin de enamorar a los padres de familia y llevarlos a tomar una decisión chincaísta.

Es aquí y ahora donde se engendra y se piensa en la nueva criatura por nacer, donde empezamos a hablar del lenguaje de la cultura, simbolizándose en las paredes del Colegio en una Galería Ciudadana engalanada con la expresión plástica del pensamiento local, regional y universal de pensadores diversos y afines en los ámbitos humanista (6), científico (6), literario (7), filosófico (4), político (5), artístico (4) y pedagógico (3). Sumando 35 expresiones de la humanidad cultural y otros que en el silencio nos envían mensajes para abrir espacios en el crecimiento de la Galería.

Una vez plasmada, la idea hecha propuesta, esa nueva canción cultural empieza a corearse por la ciudad, generando un impacto en la comunidad, sirviendo como espejo para que otras instituciones sin límite emulen el ejemplo.

En la gesta de esta Gran Caravana Cultural se unieron compañeros amigos de la Institución quienes enriquecieron y le dieron una gran trascendencia que va más allá de las fronteras del Inocencio, mientras que otros se sumaron, se invitaron a validar sus conocimientos y habilidades artísticas, como es el caso de William, quien con su equipo de estudiantes practicantes del arte pictórico de nuestra gloriosa Universidad del Atlántico plasmaron en los murales los personajes y sus frases pensadas y seleccionadas en el sueño y en el análisis de la locura que alimentaba la gestión del Inocencio. Aunque también se escuchaban frases disonantes, con comentarios agravantes, diciendo: “Cómo es posible gastar dinero en eso… ante tanta necesidad que tiene el colegio”, como si la cultura no fuera una necesidad que espiritualiza y libera.

Al frente de la Galería, entre ciudadanos y curiosos empieza a masificarse el aprecio y la lectura de las frases de los honorables personajes, tropezándose con el sin sabor de un piso destartalado y pedregoso que le restaba majestad a la obra.

Ahora las horas no eran contadas, su reemplazo eran las ideas que flotaban, empezando a cultivar la campaña del medio metro de tablón de 33 x 33 cms., como si esto fuera un acto conmemorativo por razones del azar a la edad de Cristo; las manos se unieron, los corazones se abrieron e hicieron posible que educandos, docentes y algunos directivos contribuyeran con medio metro de tablón cada uno o a falta de esto cinco mil pesos, como respuesta al anhelo de construcción de unos pisos donde el ayer desapareció con un nuevo hoy donde se podía jugar, cantar y reír, enalteciendo la magnitud de la invención cultural.

Entonces nació el lema: “Sigamos construyendo ciudadanía”, cuyo horizonte debía ser entendido como el todo y su concreción era institucionalizar una Cátedra Abierta que permita la disertación, la batalla de ideas, dirigida a elevar el nivel de cultura de ciudadanos y ciudadanas que a su vez enriquezca la academia, al decir de Oscar.

Ya la Galería había pasado de la intención a la realidad, por tanto, con Tamayo, De las Salas y Bell, recibió su bautizo de inauguración, dejando con ellos las palabras que decían: “Cada personaje vivió, luchó y triunfó para que en estos momentos nosotros podamos hablar y aprender”.

La Galería, como todos los mortales, ha seguido su curso y en medio de sus días fue restaurada por la gestión de la profesora Genoveva renovando su esplendor, reafirmando su origen y finalidad.
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About hugo castillo

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2 comentarios:

  1. felicidades profesor, que buenas frases plasmadas en su vivir. y en el de nosotros también...

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  2. Pues me parece muy bien lo que ha echo profesor ya que haci le muestra a esas personas que se encargan de dañar las paredes del colegio todo el sacrificio para lograr darle una buena presentación a la institución

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