ÉTICA Y CIUDADANIA
A
veces he sido impulsado por mis ojos sobre las páginas de los libros y
por décenas de revistas y periódicos que devienen y se mueven como las
aguas de los ríos; pero, ante eso comprendí que los búhos y las alondras
que me acompañan en la noche y en el amanecer
de mis lecturas me invitan a hacer una pausa reflexiva diciéndome que
discierna sobre aspectos transcendentales, que sean del sentir y del
pensar de la ciudadanía. Fue así entonces cuando resolví abordar lo que
es nuestro y también es de todos; luego concluí
que mi visión debería estar enfocada en la Ética y en la ciudadanía,
como pilares fundamentales de la sociedad y de la vida pública. Para
ello es pertinente que hágamos a manera de preámbulo, un presupuesto
teórico conceptual de estás dos categorías, atendiendo
sus características en los campos de la acción y de la reflexión.
Vivimos en una sociedad dónde tenemos que ser superiores a las circunstancias si lo que pretendemos es la búsqueda del camino, la moderación y el equilibrio entre Ética y Ciudadanía, no empero hacemos parte de un sistema de verdades y ante lo expuesto me corresponde hacer algunas precisiones iniciales sobre la Ética en el marco de su contexto filosófico, expresada como el estudio de los valores morales sin profundizar en la axiología, la concepción que tiene el ciudadano sobre la sociedad y el mundo; conjuntamente con la moral que precisa las reglas y normativas que los ciudadanos aplican en su cotidianidad acorde con sus costumbres. Las cosas así vistas definen a la Ética como la teoría y a la moral como la práctica, conduciéndonos a la disyuntiva de que puede existir una ética sin moral y una moral sin ética que no deben realimentarse, sino que plenamente debemos luchar por ser ético-moral. De lo que se trata es de pensar lo que ya damos por pensado, por esta y por otras razones conocidas, en el amplio campo sobre la concepción de la Ética, tal como lo concibe Francese Torralba Roselló en su libro "¿Qué es la dignidad humana?", quien considera que se requieren una serie de actitudes y conductas como son: " El respeto hacia el otro, la tolerancia, la fidelidad a los propios valores, la escucha atenta, una actitud interna de humildad y el reconocimiento de que nadie puede adjudicarse el derecho a monopolizar la verdad, que todos hemos de cuestionar las propias convicciones desde otras posiciones". Esto nos exhorta a escucharnos recíprocamente, valorarnos como personas, enriquecernos en lo dialógico y ser auténticos en los acuerdos y en las definiciones de nuestro quehacer social.
Vivimos en una sociedad dónde tenemos que ser superiores a las circunstancias si lo que pretendemos es la búsqueda del camino, la moderación y el equilibrio entre Ética y Ciudadanía, no empero hacemos parte de un sistema de verdades y ante lo expuesto me corresponde hacer algunas precisiones iniciales sobre la Ética en el marco de su contexto filosófico, expresada como el estudio de los valores morales sin profundizar en la axiología, la concepción que tiene el ciudadano sobre la sociedad y el mundo; conjuntamente con la moral que precisa las reglas y normativas que los ciudadanos aplican en su cotidianidad acorde con sus costumbres. Las cosas así vistas definen a la Ética como la teoría y a la moral como la práctica, conduciéndonos a la disyuntiva de que puede existir una ética sin moral y una moral sin ética que no deben realimentarse, sino que plenamente debemos luchar por ser ético-moral. De lo que se trata es de pensar lo que ya damos por pensado, por esta y por otras razones conocidas, en el amplio campo sobre la concepción de la Ética, tal como lo concibe Francese Torralba Roselló en su libro "¿Qué es la dignidad humana?", quien considera que se requieren una serie de actitudes y conductas como son: " El respeto hacia el otro, la tolerancia, la fidelidad a los propios valores, la escucha atenta, una actitud interna de humildad y el reconocimiento de que nadie puede adjudicarse el derecho a monopolizar la verdad, que todos hemos de cuestionar las propias convicciones desde otras posiciones". Esto nos exhorta a escucharnos recíprocamente, valorarnos como personas, enriquecernos en lo dialógico y ser auténticos en los acuerdos y en las definiciones de nuestro quehacer social.
He venido afirmando que no
existen derechos políticos si no existen derechos sociales, por tanto
tenemos que reivindicar la ciudadanía como la condición que tienen los
ciudadanos de Ser y de ejercer sus derechos
y cumplir con sus deberes en la sociedad en que están adscritos, sin
perder su soberanía, dado que el Estado-Nación está inserto en los
procesos de globalización que buscan la absorción del ciudadano.
La ciudadanía tiene un ámbito espacioso y la ciudad le brinda un mundo al ciudadano donde éste pueda manifestar sus preocupaciones, necesidades y demandas, ejerciendo sus derechos en los debates ante los diferentes entes territoriales, organismos de naturaleza privada, pública y ante las autoridades pertinentes. Sumándose a estas consideraciones, bien lo expresa Fernando Savater en su "Diccionario del ciudadano sin miedo", retomando las palabras de Paul Barry Clarke cuando dice: "Ser ciudadano pleno significa participar tanto en la dirección de la propia vida como en la definición de algunos de sus parámetros generales; significa tener conciencia de que se actúa en y para un mundo compartido con otros y de que nuestras respectivas identidades individuales se relacionan y se crean mutuamente"; de esta forma somos coherentes y conscientes que la ciudadanía la construimos y la ejercemos en nuestra dinámica de la práxis social y política.
No obstante un sector mayoritario de nuestra sociedad se encuentra enferma por el lastre de la corrupción, poco importan los principios, valores e ideales, lo que predomina es el capitalismo salvaje como producto de la explotación de las fuerzas productivas por lo amos de la producción, haciendo de los ciudadanos una mercancía para el gran capital, desideologizándolos y convirtiéndolos en egoístas, individualistas bajo la consigna "sálvese quien pueda"; a esto se suma una generación de muchos jóvenes que repiten al unisonó que "la política me da asco"; concepción que ha sido fomentada por las practicas patológicas de sectores partidistas en los procesos electorales, al interior del Congreso donde se legisla con el antídoto de la "mermelada democrática" como sostenimiento del poder, en la administración pública, en las Cortes, en los estamentos gubernamentales del Ministerio Público y de Control Fiscal, en la salud, en la educación, en los entes territoriales salvo donde la excepción es la regla, e inclusive en el sector privado en los procesos licitatorios y en la adjudicación de contratos. Esto devela que no existe transparencia y la corrupción ha sido definida como sinónimo de cultura donde ser corrupto y obtener altas ganancias es ser inteligente sin medición de sus nefastas consecuencias sociales, ¡qué despropósito nacional! donde la vergüenza feneció.
La tarea es larga y dispendiosa, le corresponde a la ciudadanía llamar las cosas por su nombre, diciéndoles a quienes ostentan el poder en los gobiernos y a los bien llamados "politiqueros", delincuentes amorales asociales, que no queremos eso, queremos otra cosa que nos dignifique en nuestra condición de ciudadanos, que no nos roben nuestra soberanía e identidad y cómo creemos que deben servir; nosotros le vamos a explicar nuestras peticiones que son globales, para que sepan a qué atenerse; de esta forma se ejerce y se aplica la ética con la moral y se evidencia la ciudadanía como pedagogía a los que trafican con las políticas públicas, mensajeros de la politiquería. Sabia las palabras de Carlos Marx cuando expresó y defendió: "De lo que se trata no es sólo de comprender ni explicar el mundo, sino de transformarlo"; por eso mis lectores y ciudadanos si no comprendemos la realidad que vivimos no podemos transformar nuestro entorno, empecemos por nosotros y entre todos cantaremos juntos: "Soñamos que podíamos y hoy podemos", con ética y ciudadanía.
La ciudadanía tiene un ámbito espacioso y la ciudad le brinda un mundo al ciudadano donde éste pueda manifestar sus preocupaciones, necesidades y demandas, ejerciendo sus derechos en los debates ante los diferentes entes territoriales, organismos de naturaleza privada, pública y ante las autoridades pertinentes. Sumándose a estas consideraciones, bien lo expresa Fernando Savater en su "Diccionario del ciudadano sin miedo", retomando las palabras de Paul Barry Clarke cuando dice: "Ser ciudadano pleno significa participar tanto en la dirección de la propia vida como en la definición de algunos de sus parámetros generales; significa tener conciencia de que se actúa en y para un mundo compartido con otros y de que nuestras respectivas identidades individuales se relacionan y se crean mutuamente"; de esta forma somos coherentes y conscientes que la ciudadanía la construimos y la ejercemos en nuestra dinámica de la práxis social y política.
No obstante un sector mayoritario de nuestra sociedad se encuentra enferma por el lastre de la corrupción, poco importan los principios, valores e ideales, lo que predomina es el capitalismo salvaje como producto de la explotación de las fuerzas productivas por lo amos de la producción, haciendo de los ciudadanos una mercancía para el gran capital, desideologizándolos y convirtiéndolos en egoístas, individualistas bajo la consigna "sálvese quien pueda"; a esto se suma una generación de muchos jóvenes que repiten al unisonó que "la política me da asco"; concepción que ha sido fomentada por las practicas patológicas de sectores partidistas en los procesos electorales, al interior del Congreso donde se legisla con el antídoto de la "mermelada democrática" como sostenimiento del poder, en la administración pública, en las Cortes, en los estamentos gubernamentales del Ministerio Público y de Control Fiscal, en la salud, en la educación, en los entes territoriales salvo donde la excepción es la regla, e inclusive en el sector privado en los procesos licitatorios y en la adjudicación de contratos. Esto devela que no existe transparencia y la corrupción ha sido definida como sinónimo de cultura donde ser corrupto y obtener altas ganancias es ser inteligente sin medición de sus nefastas consecuencias sociales, ¡qué despropósito nacional! donde la vergüenza feneció.
La tarea es larga y dispendiosa, le corresponde a la ciudadanía llamar las cosas por su nombre, diciéndoles a quienes ostentan el poder en los gobiernos y a los bien llamados "politiqueros", delincuentes amorales asociales, que no queremos eso, queremos otra cosa que nos dignifique en nuestra condición de ciudadanos, que no nos roben nuestra soberanía e identidad y cómo creemos que deben servir; nosotros le vamos a explicar nuestras peticiones que son globales, para que sepan a qué atenerse; de esta forma se ejerce y se aplica la ética con la moral y se evidencia la ciudadanía como pedagogía a los que trafican con las políticas públicas, mensajeros de la politiquería. Sabia las palabras de Carlos Marx cuando expresó y defendió: "De lo que se trata no es sólo de comprender ni explicar el mundo, sino de transformarlo"; por eso mis lectores y ciudadanos si no comprendemos la realidad que vivimos no podemos transformar nuestro entorno, empecemos por nosotros y entre todos cantaremos juntos: "Soñamos que podíamos y hoy podemos", con ética y ciudadanía.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 7 DE SEPTIEMBRE DE 2014
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