Por Hugo Castillo Mesino
A lo largo y ancho de mi bello y esperanzador país, Colombia, la atmósfera política empieza a calentarse y a ocupar titulares en los diferentes medios de comunicación. Los análisis y visiones se escuchan en los círculos políticos, la academia hace sus conjeturas y críticas, el común de nuestra gente califica y objeta las candidaturas, los distraídos no quieren saber nada, los magnates apostadores y compradores de conciencia hacen sus cálculos millonarios de sus potenciales electores, los presupuestos en los entes territoriales se visionan en rublos de funcionamiento antes que en inversión social para después utilizarlos en el proceso electoral untados de mermelada. Así va surgiendo el pre-diagnóstico de las elecciones a realizarse el 25 de octubre de 2015, donde se elegirán 1098 Alcaldes, 32 Gobernadores, 12.061 concejales, 390 diputados, 697 ediles, votarán mas 30 millones de ciudadanos para un total de 14.278 representantes a las diferentes Corporaciones Públicas según estadísticas de la Registraduría Nacional del Estado Civil. Semejante responsabilidad tenemos electores y candidatos con la sociedad Colombiana.
Pienso que debemos ser complejos en el análisis, lo sencillo a veces nos idiotiza, no aportamos, comentamos a veces muy mal, esto me traslada a citar a Germán Medina Olarte en su libro "Como gritar para que voten por mí y tener visibilidad para gobernar" retomando a Gustave Le Bon cuando plantea que "las ideas gobiernan las masas, pero no se gobiernan las masas con ideas. Para llevar a buen término esta tarea indispensable, es necesario una categoría de hombres, el conductor, que traducen las visiones procedentes de la razón de algunos en los actos de la pasión de todos"; es lógico por razones constitucionales incluir a las mujeres con "Corazón de ciudad".
Comparto en lo fundamental que quien tenga aspiraciones a cualquier Corporación Publica por la vía del sufragio universal debe poseer unos atributos personales que el elector logre identificar y que se expresen en: su pasión y convicción por la política social; sus acciones deben enmarcarse en valores éticos y morales, ser dinámico, cercano a la gente, comunicativo, carismático; tener una mínima condición de oratoria, demostrar su formación y experiencia sistematizada; un comportamiento familiar ejemplar y aficiones sanas; compromiso con la lectura sobre la realidad y su transformación y destacarla como una constante; sus logros alcanzados en su praxis social sean un buen referente, sus escritos y ensayos si los tiene son adiciones a su aspiración; su vida pública lo hace conocedor de las políticas públicas; compromiso con la educación y las comunidades deben reflejar su condición humana con actitudes dignas. Es relevante destacar la imagen que las candidatas y candidatos deben proyectar, dado que tienen mucho que decir, explicar y convencer; el candidato debe aportar su hoja de vida, para que de esta forma el ciudadano elector perciba quién lo va representar corporativamente.
No pretendo establecer el candidato ideal, sino más bien que se parezca, como una forma estratégica de relevar los liderazgos, vendiendo su hoja de vida como marketing político, dar a conocer su programa o propuestas y luego gritar con firmeza, energía y coraje que voten por ella o por él, para que pueda alcanzar sus objetivos e identificar las necesidades y demandas sociales de la ciudadanía en su conjunto, lo cual le garantiza al ciudadano elector haber votado, tal como expresa Bernard M. Baruch: “Vota por el candidato que menos prometa, así quedarás menos defraudado"; vota por el candidato que tenga la capacidad de no echar carreta.
Si pretenden triunfar en los propósitos ciudadanos en su condición de candidatas y candidatos a Corporaciones Públicas, tienen que tener como política el riesgo y recordar que "el que no arriesga un beso, se niega a una noche de pasión". Por tanto, las candidatas y candidatos deben ser organizados, disciplinados y manejar la comunicación que es a la política lo que el alma es al cuerpo; lo cual les permitiría el éxito y desarrollar la mercadotecnia política o marketing, para ello deben ser conocedores de los aspectos centrales de la sociedad; por ende, en primera instancia, hay que investigar sobre el entorno político electoral, lo que los conduce a visionar la situación socioeconómica de la ciudadanía en todos los espacios: departamentos, distritos, municipios, localidades y sus zonas, además, tener conocimiento de la composición demográfica de los votantes para conocer sus demandas, obtener información o base de datos de los comportamientos electorales anteriores para validar e invalidar las aspiraciones. Algunos “candidatos” toman su aspiración como deporte o buscando reacomodo y reconocimiento en coaliciones o tretas de la politiquería, cayendo en actos de insensatez, afirmándose que si no son “candidatos” no existen, llevándolos a la patología electoral; es válido que toda aspiración es legítimamente constitucional, pero tiene que reflexionarse sobre las condiciones subjetivas y objetivas de las candidaturas.
Los objetivos de las candidaturas deben apuntar formulándose los siguientes interrogantes, tal como nos los enseña Carlos Fernández Collado en su libro “Marketing Político”: "¿A dónde quiero llegar?" o "¿A qué puerto queremos arribar?"; para concitar en estos aspectos sin caer en la sicología electoral, es imprescindible establecer estrategias y tácticas electorales haciendo uso del lenguaje de los sectores democráticos en sus gestas históricas, al igual que el posicionamiento que permita ubicar el pasado, presente y futuro electoral; reconocer el liderazgo y los liderazgos; una dosis de financiamiento de las campañas con transparencia, aunque la corrupción de algunos sectores políticos desborda su cuantía; elaborar un plan general de trabajo que recoja las acciones, metas y logros, aplicando una matriz DOFA, que le indique a las candidatas y candidatos cuáles son las debilidades, oportunidades, fortalezas y amenazas que pueden identificar, rompiendo con la premisa de los falsos politiqueros que dicen: "Mi aspiración no es de interés personal, sino una genuina y simple vocación de servicio público, que me ha movido desde mi infancia"; delincuentes públicos que siembran hambre, miseria e indigencia y se burlan del electorado.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 23 DE NOVIEMBRE DE 2014
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