Por Hugo Castillo Mesino
Aventurar en el pensamiento es atreverse a explorar campos de entramados que pueden conducirnos a epítetos y calificativos de toda estirpe; no obstante, en nuestra condición de terrenales mortales es trascendental pensar en los asuntos del cielo y de la tierra que son parte de la historicidad universal del hombre, máxime cuando hay fenómenos sociopolíticos y religiosos que han estado fundamentados en gobiernos teocráticos con facetas e ideologías diversas, lo que me permite vislumbrar los 1.985 años de gobiernos de los pontífices por fuera y dentro del Vaticano. ¿Y qué han significado éstos para la humanidad? Además, ¿cuál ha sido su comportamiento ante sus feligreses?, ¿cómo se han identificado, emparentados o excluidos con gobiernos afines y adversos a su religiosidad o ideología?. La historia de los papas marca un camino tortuoso, pedregoso y también de mucho regocijo para sus seguidores. Vayamos al comienzo con Pedro o San Pedro en el año 30 después de Cristo o en nuestra era, quien fue crucificado con la cabeza hacia abajo y encargado de formar la Iglesia y la potestad de transmitirla a sus sucesores e instituyó el "Padre Nuestro" y el "beso a los pies”, que muchos rezan y practican sin hacer un análisis humanista y sociopolítico, como lo afirma el Comandante Fidel Castro en el libro de Frei Betto “Fidel y la religión”.
La historia del pontificado está escrita con lágrimas y llantos, pero pocos vemos su cara. Creo que las estadísticas y las variables que transcribo nos deben conducir a hacer una lectura acuciosa de juicios de valor acorde con los acontecimientos reflejados en las gestiones de los pontífices. El pontificado se caracteriza en ciertos momentos de la historia por hechos abominables, rencorosos, corruptos y despiadados, como: exhumar el cadáver de un Papa y luego tirarlo al río, 8 Papas envenenados, uno estrangulado, 4 encarcelados y algunos decapitados, uno quemado, uno destituido y enjuiciado, decena de cardenales encarcelados, periodos de gobiernos de 20 días a 4 meses, 2 refugiados, 2 golpeados, 3 años sin pontificado, papado a los 12 años de edad, elecciones viciadas por 3 periodos, vacíos de poder por el mismo tiempo; vicios aberrantes del Cónclave en la elección del pontífice e inclusive influencias familiares, nepotismo; la Inquisición como código impuesto en Europa y América; descripción, caza, enjuiciamiento, tortura, quema, condena y castigo de las "brujas"; práctica del incesto, pederastia, justificación de la “pornocracia”; excomulgación de gobernantes, apariencia de neutralismo durante las grandes guerras mundiales, bendición de las armas y ejércitos que asesinan a nuestros hermanos planetarios y luego reparten el mundo a los imperios; definición de los judíos como responsables de la muerte de Jesús, obligándoles a vivir en "ghetto", despojándoles de sus propiedades y considerándoles como esclavos; alianzas con el nazismo y el fascismo, condena al bloque comunista.
Desde sus inicios el pontificado ha condenado conceptos modernos, como por ejemplo la libertad de pensamiento y la separación entre la Iglesia y el Estado, imposición en nuestro país del Concordato, ha rebatido la teología de la liberación prohibiendo su ejercicio en nombre de la Iglesia, enfrentándose a teólogos disidentes; adoptó posturas más rígidas en lo referente a la prohibición del aborto, la homosexualidad, la eutanasia y el uso de métodos anticonceptivos. La humanidad reconoce en los gobiernos del pontificado también la otra cara humana desde su origen hasta la fecha: el apoyo a logros y reivindicaciones sellados a lo largo de los días y expresados en el arte, la cultura, la educación, derogación de los derechos feudales, solidaridad con los derechos de los indígenas y de los trabajadores, el establecimiento de la mayoría de edad a los 21 años, prohibición de las loterías estando el capital por encima de estas, su intervención en algunos procesos de paz internacionales, condena a la pobreza, solidaridad con los pobres y los marginados.
Pues, para nadie es un secreto el maniqueísmo de Juan Pablo II, quien al viajar a Cuba dijo: “Cuba debe abrirse al mundo y el mundo debe abrirse a Cuba“; pero no pasó nada, a diferencia del Papa Francisco quien afirma que la falta de diálogo y las trabas al encuentro son consecuencia de las actitudes como la prepotencia, el no saber escuchar, la desinformación, los prejuicios. El Papa Francisco se caracteriza por su concepción humanista, ejerce un enorme liderazgo, controvertido, tildado de comunista, revolucionario de la razón, no le teme a los conflictos; es un Papa sin fronteras, con su estrategia rompió el muro del caribe entre CUBA y EE.UU. Aunque les moleste a algunos pervertidos enemigos de la paz, ha sido mediador e interlocutor con su “bula papal” en los acuerdos sobre el proceso de paz en Colombia que se debate en La Habana; además, en sus intervenciones termina diciendo "por favor, oren por mí”. Espero que Francisco no sea turbado por la fatalidad de los miserables de que habla Víctor Hugo. Recuerdo que en mi vida juvenil fui excomulgado de la Iglesia por el cura, sólo por querer innovar las festividades de “Santa Lucía” de mí querido Arroyo de Piedra, que está en SOS. Espero que la Santa Sede sea tolerante con este cristiano.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 27 DE SEPTIEMBRE DE 2015
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