EL ORACULO POLITICO
Por Hugo Castillo Mesino
Atreverse a pensar es crear turbulencias mentales, es capturar ideas como cimientos constructores de nuevas realidades. Analizar el espectro político internacional, nacional y local no deja de ser una gran preocupación para los futurólogos políticos quienes se encargan de realizar presupuestos históricos con factibilidades o aproximaciones sobre el acontecer y la dinámica política que se gesta y se desarrolla en estos países y regiones, producto de las contradicciones de los partidos políticos, replanteamientos de los mismos, acumulación de fuerzas sociales, surgimientos de nuevos movimientos, reacomodación y utilización de plataformas sociales políticas endógenas y exógenas de los nuevos gobiernos, guerras económicas, conformación de nuevos bloques interpaíses, reformas constitucionales y la creación de expectativas a las masas poblacionales ante las desigualdades existentes tales como el malestar social, el desacierto de liderazgo de quienes ejercen o regentan los destinos de una nación. Son unas de las tantas variables que promedian la validez o la negación de cambios para bien o para mal de nuestros hermanos latinos; razón más que suficiente para adentrarme en América Latina y describir el espectáculo que ha dado el nuevo mandatario de Argentina Mauricio Macri quien agredió éticamente, una vez posesionado, a Cristina Fernández de Kirchner, desconociendo su condición de mujer y golpeando a la política de género, al igual que el atropello infundado a las Madres de la Plaza de Mayo y, por último, la objeción al gobierno de Nicolás Maduro, tildándolo de haber violado reiteradamente los derechos humanos al tiempo que anunciaba la libertad de los causantes de miles de torturas y muertos durante las dictaduras militares argentinas, que contrasentido.
Nuestra condición de hijos de Simón Bolívar nos permite lanzar una mirada ante la debacle transitoria de los resultados electorales del PSUV y optar por una oxigenación democrática, que dé luces y confianza a quienes creen y siguen creyendo en el legado que dejó Hugo Chávez; para ello es más que suficiente promocionar nuevos liderazgos que estén al frente y a la vanguardia de la responsabilidad política, social, económica, etc.; por tanto, con toda la lealtad que me cabe, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello deben dar un paso hacia atrás en sus aspiraciones presidenciales, sin desconocer la importancia que revisten en el proceso. Mientras, en el Ecuador se reconoce el liderazgo intelectual del Presidente Rafael Correa con su política del Buen Vivir; no obstante, muchos sectores indigenistas están al margen de su accionar político por no hacer parte de su gran coalición, situación que preocupa a muchos teóricos, porque puede ser canalizada por los sectores que lo adversan. Razón tiene Correa, cuando afirma que será su último periodo de gobierno y que dará paso a nuevos liderazgos que compartan su visión política y el futuro de su país. De Evo Morales, cabe destacar su coraje y valentía al gobernar y ubicar a Bolivia y a su pueblo en un mayor nivel de dignidad humana y fundamentalmente confrontar a fondo la política neoliberal y emancipar a una nación que defiende su soberanía social y económica; creemos que en el nuevo episodio político a los bolivianos con Evo no los pueden sorprender; no basta con gobernar sino concienciar a la gran masa poblacional, o sea hacer de ésto el eje el trabajo político. Creo que Chile con Bachelet, Brasil con Dilma y Nicaragua con Ortega, también merecen una profunda reflexión que dé al traste el vago concepto de que la política de bienestar social no es suficiente para seguir reclamándose la gobernanza; por el contrario, es importante romper la estructura piramidal del Estado que posibilite cambios estructurales en todas las esferas de gobiernos.
Colombia, mi país, enmarca un capítulo aparte por su complejidad política. El proceso de paz que actualmente se adelanta, los Acuerdos de La Habana y el posconflicto son indicadores relevantes que nos permiten visionar como se desarrollará el espectro político para las elecciones presidenciales a realizarse en el 2018. Haciendo el ejercicio de los futurólogos y poniendo en la mesa el ajedrez político, inicialmente se reacomodarán tres grandes sectores: la izquierda, la derecha y la ultraderecha. Se irá a una primera vuelta y, sin que esto cause molestia por mi identidad política, al final la contienda electoral la definirán dos sectores políticos: el primer sector, constituido por la ultraderecha con Uribe, Peñalosa, Ordoñez, Vargas Lleras, Marta Ramírez; el segundo sector, de la derecha, formado por: Humberto De la Calle, Samper, Gaviria, Serpa y el Presidente Juan Manuel Santos. Vistas las cosas de esta manera, al realinear la fórmula presidencial, las elecciones presidenciales en la segunda vuelta la encabezarían Vargas Lleras por la ultraderecha y Humberto de la Calle por la centro derecha, apoyado por la Farc-Ep. Lo que nos permite inferir que, las coaliciones y acuerdos regionales que se pactaron en las elecciones del 25 de octubre del presente año tendrán un reacomodo entre Gobernadores, Alcaldes, Diputados, Concejales, Senadores y Representantes a la Cámara. Todos buscaran nuevos lares, crearan nuevas condiciones y visionaran quién es el Presidente que encarne la brújula y la orientación de un país amante de la paz y el amor de patria.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 27 DE DICIEMBRE 2015
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