Por Hugo Castillo Mesino
La mañana fría de noviembre en la Atenas Sudamericana me invitó a caminar calles y avenidas en medio de parroquianos y hombres de la academia, cuando a falta de un poco de oxígeno y calor me acerqué al café donde compartiría unas horas con Gerardo Bazante Caldas (G.B.C.), el hombre que desde sus 16 años despertó su espíritu revolucionario, vinculándose a las dos insurgencias históricas de este país, el ELN y la FARC-EP, hasta el año 1996, cuando fue amnistiado durante el gobierno de Belisario Betancur, luego de haber estado preso un año; hoy es un analista político de la Secretaría de Gobierno del Distrito Capital e investigador del conflicto armado y las mafias en el Centro de Estudios y Análisis en Convivencia y Seguridad Ciudadana –CEACSC- de la Alcaldía de Bogotá. Su formación de Licenciado en Biología y Química y Sociología en las universidades Nacional y Distrital y Magister en Investigación Educativa y Social del ICCP de La Habana-Cuba, y su experiencia como docente universitario de las universidades INCCA, Externado y Uniminuto y Asesor de FECODE, son más que atributos y calidades que ameritan dialogar con Gerardo sobre uno de los temas trascendentales que se debaten y dirimen en nuestro país como es el Proceso de Paz, los Diálogos en La Habana y el Postconflicto. Al saludarlo me dijo “hermano, hablemos que la paz es aquí y ahora”. He aquí las líneas centrales del diálogo:
H.C.M: La historia del conflicto armado en Colombia enmarca unos antecedentes, para situarnos en los análisis prospectivos es importante identificarlos como punto de partida, hablemos de ellos. G.B.C.: Tomemos como referencia el período a partir de 1990 desde el asalto a Casa Verde, surgimiento de la Constituyente del 91, auge de la Farc con el desarrollo de la guerra de posiciones, realización de los diálogos en El Caguan; entre 2002-2010, ejecución del Plan Patriota por parte del Gobierno y de la “Seguridad democrática”, golpes a la insurgencia; entre 2010-2012 se da un recambio en la guerra y se oferta el diálogo. La situación actual de la insurgencia de cara al proceso de diálogo presenta: un recambio en el accionar, se pasan a las acciones de hostigamiento con minas antipersonales y francotiradores; reacomodo a la ofensiva estatal, ampliación de zonas de influencia a través de sus organizaciones y milicias; control de la minería ilegal, extorsión a las multinacionales petroleras; pacto de no agresión entre el ELN y las FARC-EP en todo el país; alianzas tácticas con narcotraficantes para la exportación de droga; la continuidad del control en cerca de quinientos municipios.
H.C.M.: El análisis político de la insurgencia no puede hacerse al margen del análisis de la situación actual del gobierno, ¿cómo la evalúa? G.B.C.: Se afronta una crisis social como consecuencia del TLC –paros agrarios-; se busca una paz duradera pero con síntomas de rendición; hay compromisos internacionales para la explotación minera; el gasto militar, la manipulación mediática, la corrupción y el afán de mostrar resultados son la constante en los últimos años.
H.C.M.: Estamos ad portas de un Acuerdo definitivo entre el establecimiento y la insurgencia, ¿cuál es su visión? G.B.C.: El proceso implica acuerdos de las partes, dejación de armas y construcción de la paz; las FARC-EP no van a negociar lo que son reivindicaciones del pueblo; las FARC-EP están cohesionadas y tienen dirección vertical, lo que garantiza que lo pactado es acatado; el Gobierno plantea una agenda limitada con un tiempo limitado; las FARC-EP llegan debilitadas pero no vencidas, se han reacomodado a la ofensiva estatal asumiendo la guerra de guerrillas de nuevo, el Estado tecnificó y cualificó sus fuerzas armadas y de policía, invirtió en inteligencia y buscó asesoría extranjera, pero no pudo derrotar a la insurgencia; las empresas extranjeras que quieren explotar la minería necesitan unas regiones en paz y sin riesgos.
H.C.M.: Los maestros históricamente han sido agentes de cambio, ¿cuál debería ser su participación en el postconflicto y si se corresponde diseñar un nuevo currículo para una nueva sociedad en tiempos de paz? G.B.C.: La Escuela debe: Consolidar su PEI en torno a formar para la vida no para los exámenes de Estado, incrementar la relación currículo-contexto en el marco de la flexibilización. El maestro debe ser propositivo y no reactivo frente a la construcción del conocimiento, la formación en valores, fomentar el respeto a la diversidad cultural, racial y del entorno social y ambiental. El maestro de hoy en el postconflicto debe asumir su compromiso con el ejercicio docente y con el ejercicio sindical que lo lleve a lograr la profesionalización, un salario digno, la jornada única, un número equitativo de estudiantes por aula, la generación de ambientes sanos de aprendizaje, el apoyo gratuito a su formación, la unificación de un modelo pedagógico acorde a las necesidades de hoy, el acercamiento a la ciencia y a la tecnología. El maestro del postconflicto debe conciliar el abordaje de las temáticas del proceso de enseñanza-aprendizaje entre las comunidades: receptora, desplazada y desmovilizada, para contribuir a la construcción de la paz; FECODE debe iniciar la formación de los maestros para el postconflicto.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 06 DE DICIEMBRE 2015
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