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CRISIS DE LA CRISIS


CRISIS DE LA CRISIS



 Por Hugo Castillo Mesino

Cada vez que sale el sol y se oculta la luna en mi país suelen darse acontecimientos de todo tipo que marcan más al Estado y a los gobiernos que han predominado, de los cuales pocos se sienten satisfechos y muchos anhelan cambiar, pero sin antes pensar fundantemente cómo lo vamos a hacer; siendo un poco coherente con Vladimir Lenin cuando nos plantea “qué hacer” ante el contexto político actual, es necesario lanzar una mirada global al estado de las fuerzas políticas y sociales que promueven la transformación de la realidad existente.
Son muchas las fuerzas políticas y movimientos sociales que convergen y divergen sobre el desarrollo del Proceso de Paz y ello se expresa en diferentes formas y niveles de participación en la dinámica del mismo. Mientras los sectores de la derecha se manifiestan guerreristamente en contra del Proceso de Paz proclamándose para tal propósito en rebelión e incitando a la ciudadanía al boicot y desconocimiento de los Acuerdos que logren alcanzarse en La Habana entre las fuerzas insurgentes y el Gobierno Nacional; por el lado del campo de las fuerzas progresistas, alternativas y de izquierda, su lectura y participación es muy difusa y plagada de dispersión, negando la necesaria y vital unidad organizativa y conceptual requerida para que el proceso se oriente decididamente a crear las condiciones políticas, económicas, sociales y culturales que propendan por ir más allá del silenciamiento de las armas y de la reinserción de unos combatientes a la construccion de una paz social con justicia y equidad. Debemos recordar que para esta semana está convocado un paro de carácter nacional por las organizaciones gremiales y sindicales frente a las políticas lesivas del gobierno actual contra la clase trabajadora, es ahí donde la crisis de la crisis debe pensarse como perspectiva de organización reivindicativa ciudadana, donde se entre a profundizar y a caracterizar todas las variables que giran en torno a ella y a la vez desarrollar propuestas alternativas con la participación del pueblo en todo los escenarios que permitan ganar confianza e ir más allá del Paro Nacional como consigna y convertirlo en plataforma y manifiesto de la lucha social hacia el posconflicto.
Ahora bien, para confrontar el estado actual de cosas en el marco del posconflicto se requiere de la unidad real y férrea de las fuerzas sociales y políticas progresistas y alternativas que supere la unidad consignista que hasta ahora ha caracterizado a estos sectores; lo que implica no seguir concibiendo la unidad como la simple sumatoria de siglas de organizaciones signadas por el voluntarismo y el espontaneismo históricos con vicios de no superación, sino en la estructuración de un tejido que articule las diversidades y diferencias en un Programa Común de Construcción de un Nuevo País que concite la verdadera unidad, que reconcilie y desarrolle la Nación y la conduzca a mayores niveles de desarrollo.
Los escenarios del posconflicto demandan niveles de participación dada las circunstancias en que éste se va a desarrollar y esta participación requiere de una definición y acción concertada y consensuada entre  estos sectores, sobre la base de acuerdos y programas de cara a la Nación.
Es apenas normal que de parte del Gobierno en el posconflicto se oferten propuestas de participación en la gestion gubernamental, de igual forma para prevalecer en la unidad real, la cual he venido planteando, debe debatirse la pertinencia o no en este nivel de participación en aras de evitar en el mayor grado posible la disgregación de las fuerzas que la conforman o de la cooptación parcializada de parte del Gobierno. Hacer lo contrario no viabilizaría a la izquierda y a los sectores democráticos fortalecerse y crecer en la coyuntura inevitable e inaplazable que se abrirá en el periodo del posconflicto, siendo en el AQUÍ Y AHORA que nuestros procesos mentales estén llenos de reflexión terrenal o lo contrario sería una ceguera mental.
Este proceso pensado de renovación unitaria nos conduce a invocar frases del Evangelio que nos dicen: “El vino nuevo en toneles nuevos”, lo que significa que quienes emprendan la gesta de reorientar esta dinámica unitaria deberían caracterizarse por ser mujeres y hombres probos, sensibles, solidarios, consecuentes, humanistas, formados, comprometidos, diligentes, que hayan demostrado a toda prueba su praxis política y social. Es válido reflexionar que nuestros sueños han estado turbados por patologías que desdicen los principios y postulados de la izquierda que se expresan en el oportunismo, individualismo, egoísmo, egolatría, maquiavelismo, negación del otro, falta de identidad política, infantilismo pueril, lumperismo, electoralismo, democraterismo, maniqueísmo, confirmando una más vez su identidad con la concepción neoliberal donde priman los apetitos personales y se desarrolla el clima favorable hacia la derecha, que niega la colectividad humana y se fortalece con la riqueza de quienes luchan ante las demandas sociales. A veces a muchos seres humanos les ha tocado trasegar sin pensar en la política porque se les ha imprimido un sello de pasividad; pero, lo que nos asombra son aquellos que caminan los escenarios políticos llegando a fallecer sin saber quiénes han sido.

PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA


DOMINGO 13 DE MARZO 2016
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