Es común que en el orbe nuestros gobernantes esbocen en sus aspiraciones de gobierno y en sus mandatos propuestas y programas que suelen responder a las expectativas de sus gobernados, contrario al sistema político de quienes orientan y dirigen a la sociedad cubana cuando mantienen en alto su bandera pintada con sellos de dignidad, valentía, solidaridad y grandeza a su pueblo, liderando históricamente unos valores y principios que identifican a sus conciudadanos. En este contexto, la visita del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, a Cuba no admite una lectura única y simplificada. Este hecho trascendental demanda una mirada amplia y un enfoque múltiple.
Es cierto, y no es casual, que quienes ostentan el poder y regulan la política internacional visitan a otro país como la obtención de una experiencia más de congraciarse ante sistemas de gobierno diferentes, cuando en el fondo de lo que se trata es establecer y definir estrategias de desestabilización; razón por la cual muchos analistas, foristas, evalúan el discurso formateado de Obama en La Habana, Cuba, como un poco de lo mismo, concebido como la intención de cambiar ostensiblemente las contradicciones que subyacen entre Cuba y Estados Unidos, expresadas en la terquedad histórica de seguir manteniendo el bloqueo económico y financiero sobre la isla con repercusiones sociales nefastas y deshumanizadas, entendido este como la prohibición coercitiva acompañada de sanciones económicas al resto de países que intercambien bienes y productos con la hermana República de Cuba; algo así como el aislamiento y la negación de las relaciones con los países vecinos y allende el mar.
La verdad no la podemos fragmentar, sería negar el análisis global en la que se encuentra la sociedad cubana limitada en la obtención de artículos de uso y consumo directo como primer sector de la economía, sumándose a ello la poca posibilidad de su desarrollo industrial liviano, mediano y pesado. A esto el presidente Obama en su discurso invita a la nueva generación parida de la Revolución a la toma de iniciativa para traer “progreso y bienestar”, qué contrasentido ante el bloqueo histórico al pueblo cubano que ahoga toda iniciativa. Esta nueva política de Obama hacia Cuba parte de la premisa: los Estados Unidos tomarán decisiones que reflejan sus valores y convienen para sus intereses, independientemente de lo que haga o no el gobierno cubano, y esto lo reafirma cuando expresa: “He dejado claro que Estados Unidos no tiene ni la capacidad ni la intención de imponer cambios en Cuba. Lo que cambie dependerá del pueblo cubano. No vamos a imponerles nuestro sistema político ni económico. Reconocemos que cada país, cada pueblo, debe trazar su propio camino, y darle forma a su propio modelo”.
No obstante la lectura de muchos foristas al interior Cuba, entre ellos mujeres y hombres, jovenes y viejos, coinciden en que el discurso de Obama como carta de presentación ante las nuevas relaciones con el gobierno cubano no pasa de ser subversivo con una claraintención en insistir sobre la división de la sociedad cubana en Estado y pueblo, empresa privada y estatal, jóvenes y viejos como una visión light e interesada, apelando a trucos para resultar agradable y abocado a frases hechas.
La intencionalidad del discurso de Obama tiene un norte y se observa al tomar como blanco a la juventud, requiriéndola a un nuevo cambio de mentalidad, a seguir en la gesta reivindicativa de “más libertades”, precedidas por un gobierno “democrático” que rompa con el monopartidismo, al igual promovió la incentivación al desarrollo del mercado libre y al desarrollo de talentos. Se le olvida a Obama que la construcción del futuro de esta nueva generación tiene una historia que no puede olvidarse y es la resistencia del pueblo cubano frente al embargo y al bloqueo económico, la violación perenne de la soberanía con la ocupación ilegitima de Guantánamo. Un discurso seductor que corresponde al cambio de estrategia estadounidense de colocar en primer plano los intereses económicos y subordinando los aspectos políticos siempre y cuando no atenten contra la seguridad en su propio territorio, de ahí la consideración del presidente Obama de que “Cuba no es una amenaza para los Estados Unidos” y comenzar a escribir un nuevo capítulo de las relaciones.
Obama invita al pueblo trabajador cubano a desarrollar la innovación para entrar en la dinámica de la economía global pero descartando al bloqueo como factor limitante para el desarrollo de esa aspiración. Esto que constituye un factor fundante, de principio e innegociable para los cubanos presenta grandes obstáculos para seguir avanzando. Existen fuertes círculos de poder en los Estados Unidos resistentes a la política de acercamiento representados en el Partido Republicano, que ostenta la mayoría en el Congreso, que debe tomar en últimas la decisión del levantamiento del bloqueo, que en los momentos actuales ha quedado como tema pendiente para después de las próximas elecciones.
Hechas las consideraciones es de reconocer que la visita de Obama a Cuba se constituye en un golpe certero a la concepción política que tradicionalmente ha esgrimido la derecha internacional y latinoamericana de la cual Colombia no se excluye.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 27 DE MARZO 2016
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