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LA MASCARA DEL 2 DE ABRIL


LA MASCARA DEL 2 DE ABRIL



  
   

  



  

Por Hugo Castillo Mesino




Los seres humanos tenemos la libertad de ser lo que en sí somos. Cuando pretendemos ser lo que no somos, lo que se reviste en nuestra esencia es algo que no nos pertenece, entonces se sobrepone a nuestros ojos una máscara con la que se disimula lo que realmente somos; esto es  producto de la incompetencia, de quien tal vez fuera competente y, que al querer dimensionar sus aspiraciones y demostrar su poder y emporio político, termina desgastado con miles de perturbaciones, dado que su desfachatez política ha llegado a establecer provocaciones, ambientando vientos huracanados con olor a guerra, alimentado por la ultraderecha con todas sus vertientes y andamiaje, en medio del aire de paz anhelado por grandes sectores de la población colombiana proclives a apoyar los diálogos que se desarrollan en La Habana, Cuba, y refrendar los acuerdos y darle sostenibilidad al posconflicto. Este  atributo negativo de quien fue Presidente y es Senador, pero a la vez se siente Presidente aún, personaje histórico con una máscara ungida de sociópata y de alzhéimer político, pretende seguir conduciendo a un país transitado por más de cinco décadas bajo sello de guerra con sus acciones y manifestaciones públicas, tal vez  emulando el título de la obra de Patricia Lara “Siembra vientos y recogerás tempestades”; en él  se refleja también la “Metamorfosis” de Kafka, papel protagónico que interpreta a las mil maravillas al fingirle a la población, un día vestido de “demócrata” y al otro día vestido de tirano, acolitado por los grandes medios de comunicación que lo consideran la vedette al tenerlo por lo general como primicia  noticiosa, llenando páginas y destacando titulares con sus trinos en twitter, haciéndole apología a la guerra, con ello sigue embaucando a un sector de la población que actúa con ceguera en condición de borregos, volviéndose fatigoso y provocador; además, no descansa en prender la hoguera en tiempos de reconciliación y de diálogos con su orquesta demoníaca, acompañados al unísono replicando su melodía: “no a la paz”, “sí a la rebelión pacífica”.

Pensar que la actividad proselitista que desarrolló el personaje de marras, pretendió demostrar el 2 de abril ser quién sabe que no es, no sabiendo que al tratar de encajar en algún molde idealista fascista de perfección a sus seguidores es hacerle un juego de tontos. Es mucho más sabio ser tú mismo que andar pregonando con defectos. A todo, Senador, quítese la máscara y no pida disculpa por ser quien realmente es; recuerde, que el arte afirma, la imperfección es belleza, la locura es genio. Es mejor, Senador, ser ridículamente uno que ridículamente otro, con máscara, aburrido, tratando de ser igual a los demás, cuando se fue indiferente durante ocho años.

Es cierto que el 2 de abril, día en que se realizó la protesta de los insubordinados centristas de derecha, se planteó que esta “insurrección” le hacía un llamado a quienes  aman a su país y están en contra del gobierno de Juan Manuel Santos. Parece ser que tuviéramos un país descerebrado, cuando al hoy Senador se le ha demostrado con su gabinete ser como una ola de corrupción que ha bañado a todo el país y que sus agentes aparecen como “exiliados corruptos”, mientras que en las cárceles tienen a sus “personajes” denominándolos “perseguidos” o “presos políticos”.  Por todos los ámbitos hay corrupción en este espectáculo bochornoso de quienes se reclaman redentores, partidarios en buen retiro que han sido sustituidos por familiares en las corporaciones públicas y se autodefinen como coadyuvantes de la “justicia” para salvar a la Nación; es más, el Senador aumentó la edad para la pensión, incrementó el IVA, privatizó la salud  y varias empresas estatales, reprimió la actividad sindical y los movimientos sociales, enmascaró los “falsos positivos”, hacheó personalidades, congresistas y funcionarios del poder judicial, caracterizó a la oposición como aliada de la subversión y del “castrochavismo”, como síndrome de sus alucinaciones políticas. Senador, usted desprofesionalizó la carrera docente, fue negligente en el diferendo colombo-nicaragüense, violó y violentó nuestra soberanía con la instalación de bases militares estadounidenses, dio ruptura a las relaciones de gobierno con países hermanos; su vigilancia personal es pagada con el dinero de los colombianos.

Si algo hemos aprendido como sociedad en las últimas décadas es que la vida está cambiando cada vez más rápido con cada día que pasa. Peter Senge, el famoso escritor de “La quinta disciplina”, nos habla sobre los modelos mentales que tienden a liberarnos y a ser más productivo, contrario al trabajo alienante que hace el Senador a sus seguidores aplicando el “efecto isla”: preocúpate por las tareas que te ponen, “efecto rebote”: dar culpa a los errores de los demás, “efecto miope”: no tener en cuenta fracasos y consecuencias, “efecto máscara”: responder con agresividad, “efecto sabelotodo”: el equipo central predomina, “efecto castigo”: cuando se comete un error se busca al culpable, “efecto parásito”: someter autocráticamente a los demás, y “efecto ranita”: cuando se pierde la capacidad de escuchar con sutileza. Hay tiempo de despertar cuando no somos ciegos, sordos, ni mudos.

PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA

DOMINGO 3 DE ABRIL 2016
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