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DESCOLONIZAR LA IZQUIERDA


DESCOLONIZAR LA IZQUIERDA
       


Por Hugo Castillo Mesino

Atreverse a despensar y a desaprender la historia de los pueblos es una tarea compleja por concurrir en ella diversos factores y variables que requieren de un análisis profundo para plantearnos otras alternativas que nos permitan visionar una nueva interpretación; producto de la sumisión culturalista eurocéntrica que a lo largo de centenares de años ha marcado nuestra forma de pensar, actuar y gobernar, a ello no escapa la izquierda latinoamericana y particularmente la colombiana. Esto se observa en el sesgo de nuestra izquierda occidentalizada cuando reproduce todos los esquemas imperiales y se porta de igual forma como la derecha europea e impositiva, prepotente, cercenando de esta forma los cambios sustanciales a su interior. La cultura occidentalizada al igual que la política a transversalizado sus formas de gobierno, leyes, enfoques administrativos, desconociendo nuestro legado histórico manifiesto en la plurinacionalidad y pluriculturalidad, de nuestros pueblos indígenas, afros, raizales, al igual que su mestizaje.

Es cierto que toda lógica es diferencial y no pretendemos evaluar su naturaleza positiva o negativa, nuestra aspiración es descolonizar la concepción que tienen los países eurocéntricos tales como Inglaterra, Alemania, Francia, Estados Unidos e Italia al igual que a sus teóricos como Carlos Marx, Michael Focoult, Noam Chomsky, Jacques Derrida, Jürgen Habermas y otros en su condición de representantes de la epistemología del norte; no desconocemos en ellos su importancia y aportes que le han hecho a la humanidad. Lo que pretendemos más bien es  que valoremos y reconozcamos a otros teóricos eminentes de la epistemología del sur quienes a través de sus investigaciones nos presentan una lectura diferente a  la cultura de occidente y a la implementación de las curriculas universitarias y secundarias que han alimentado hasta ahora nuestro pensamiento. Teóricos como Ramón Goskoquel, Buenaventura Sousa, Enrique Doussel, Ernesto Laclau, Santiago Castro Gomez y otros de los continentes asiáticos, africanos y de países latinoamericanos han transcendido, y al estudiarlos nos dan herramientas para debatir y proponer desde otros ángulos  un proceso de interculturalidad entre la epistemología del norte de y la epistemología del sur de la cual hacemos parte; si tenemos en cuenta que ambos bloques culturales son antiguos y tienen su ámbito histórico. Esta es una tarea de la izquierda quien tiene que investigar, desconceptualizar y  suplir muchas categorías políticas, estrategias, formas de organización y construir  un discurso colectivo entendido como un conjunto de temas, de textos, conferencias tácticas que empapen a una sociedad que les hace ver las cosas diferentes, que dé respuesta a los múltiples problemas y demandas sociales y no un discurso personal que termina siendo una dictadura, cuando de lo que se trata es de celebrar la diversidad no fragmentada que concite en la unidad del quehacer con la presencia de un liderazgo colectivo.

La izquierda colombiana debe tener claridad conceptual significativa de lo que son las contradicciones, los antagonismos y los adversarios  para dilucidar los fenómenos sociales que afectan a la gran mayoría de la nación y por extensión a quienes son responsables de este flagelo, más no polarizarse con los amigos de la militancia y despolarizarse de quienes la adversan. Es importante tener claro que no hay justicia global social sino hay justicia social global cognitiva por eso estamos obligados a replantearnos en la conceptualización política o hacer un trabajo epistemológico político aunado de ingredientes de pasión,  emoción que imanen al ciudadano, a través  de actividades lúdicas donde los actores recíprocamente se comprometan, en el deporte, apertura de conciertos, actividades culturales significativas y formativas por encima de la institucionalidad; de esta forma estamos haciendo una ruptura epistemológica del cómo hacer política y a la vez desaprendemos las viejas y caducas estrategias del discurso político, acabando con la excesiva racionalidad para llegar a ganar espacios en la opinión ciudadana; hay que inyectarse cada día de fantasías para no morir de realidad, en palabras de Ray Bradbury.

La izquierda colombiana tiene una oportunidad histórica para hacer política y esto es posible a través de la capacidad que tenemos cada uno para transformarnos más allá de lo que somos sin perder la esencia, si es que queremos ganar credibilidad y esto se concibe cuando definimos a los derechos humanos en la relación dialéctica deberes y derechos, estos deben ser asumidos y educados en la militancia y sociabilizados en la ciudadanía y no dejárselos a los fachistas de derecha que los utilizan para negarlos al igual que a la misma democracia. La izquierda tiene que aprender el desaprender de sus prácticas políticas maquiavélicas para rescatar su naturaleza ética como diferencia de quienes la adversan.


La epistemología política del sur es una necesidad por asimilar de quienes se llaman dirigentes, dado que esta busca desmercantalizar la política y desempoderar al pueblo de la cultura occidental que reconozca  su historia y elimine la religión política que reproducen las elites y reivindicar la geografía de la razón de nuestros aportes y visiones de un país plurinacional y pluricultural que recupere el conflicto y transite por el escenario de la democracia.


PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 5 DE FEBRERO 2017
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