LA ENSEÑANZA DE LOS MAESTROS
Por Hugo Castillo Mesino
Los meses de mayo y de junio estuvieron atravesados por el glorioso Paro Nacional del Magisterio colombiano, que históricamente ha venido enarbolando sus banderas por la defensa de la educación pública y por sus propias reivindicaciones como condiciones sine qua non para poder desarrollar la enseñabilidad y aprendibilidad en las instituciones educativas. Las voces inconformes de quienes no quieren transformar la educación parecen pregonar que el magisterio en su lucha lo que ostentaba era un aumento salarial lo cual significaba una pérdida de tiempo para 8.500.000 niños y jóvenes. Contrario a ello, estos mismos niños y jóvenes constituyeron el apoyo solidario espiritual y material agitando sus propias consignas: “yo apoyo a mis profes”, lo que se tradujo en una lección de vida: “luchando también se está educando”.
La enseñanza de los trabajadores de la cultura como son los maestros deja sentado para la historia y, por ende, a la ciudadanía una lección asimilada y aprehendida consistente en que se puede ir contra la corriente cuando los gobiernos nacionales, regionales y locales desconocen sus compromisos básicos y fundamentales como lo es con la educación. Entonces, ir contra la corriente de las instituciones burocráticas y ociosas estuvo acompañada de la originalidad y creatividad de los maestros que derrotaron lo predeterminado y el estatus quo de las políticas del gobierno de Juan Manuel Santos, a quien no le funcionó su analgésico emocional al expresar: “no hay plata para la educación”, con la complicidad de la ministra del ramo Yaneth Giha Tovar y sus bomberos acólitos que intentaron apagar la llama y las luces por una educación de calidad, sumándose el silencio eminente de la mayoría de alcaldes, gobernadores, congresistas, diputados y concejales.
Las condiciones de los maestros ante la propia situación del Paro despertaron sus potencialidades y habilidades como emprendedores transformándolos en portadores de riesgos. No declinaron ni por segundos e insistieron que las luchas y gestas reivindicativas deben estar orientadas por ideas y propuestas haciendo uso del verbo procrastinar, que se tradujo en la dilación que a la vez permite preparar las condiciones para avanzar creando nuevas alternativas; no importó la ofensiva del Gobierno, sino tener la posibilidad de tropezar con lo mejor; retrasar el progreso te permite dedicar más tiempo a contemplar diferentes formas de cumplir la tarea en lugar de atrapar y estancarse en una estrategia particular.
Los maestros en esta gesta tuvieron una mayor dosis de motivación y asumieron papeles que revolucionaron la dinámica organizativa y la movilización expresando lo que sienten, piensan y aman, y nunca temieron por luchar por sus sueños que son también los de la mayoría de los colombianos, hasta el punto de diseñar escudos significativos para contrarrestar los extremos del ESMAD; esgrimieron sus lápices como herramientas de trabajo simbolizando el bastón de mando de la cultura; las noches de faroles prendieron la solidaridad ciudadana; los pregones manifiestos en el transporte masivo de las ciudades capitales; las grandes movilizaciones que toparon calles y avenidas con voces multitudinarias gritando con vigor y entereza: “los maestros no se rinden, carajo”; las caravanas que paralizaron ciudades y pueblos; la toma de las vías pacíficamente que vitorearon los conductores con sus pitos en señal de apoyo; crearon sus poemas e hicieron de la música las adaptaciones y creaciones que fueron abrazadas y compartidas por millones de ciudadanos que terminaron multiplicando su iniciativa.
La disponibilidad del magisterio en su accionar y en las tareas colectivas fue combinada con la incertidumbre como el espiral de la certeza y como aliciente para seguir luchando y ganar espacios ante la debilidad del gobierno de Juan Manuel Santos con su nefasta poca credibilidad profundizando su descredito al utilizar los medios maniqueos de comunicación, cómplices, al servicio del establecimiento. Al final, al gobierno de la “Prosperidad Social” no le quedó otra alternativa que replegarse, negociar y concertar con el gremio de educadores quienes cada día de avanzada del Paro evaluaron y vieron la necesidad de precisar la negociación: financiación de la educación a través de una propuesta de reforma estructural al Sistema General de Participación, nivelación salarial, bonificación pedagógica, cobertura educativa desde el pre-escolar, crear las condiciones objetivas para la implementación con calidad de la Jornada Única, hacer de la Escuela un Territorio de Paz, acordar el Estatuto Único de la Profesión Docente, mejorar el sistema de salud.
La enseñanza del Paro del Magisterio radica en la demostración de la necesidad de la unidad que debe concitarse en las luchas reivindicativas del pueblo colombiano. El Paro como tal arroja unos dividendos políticos que deben ser aprovechados en la mira de seguir desarrollando nuevos liderazgos e inclusive plantear estrategias articuladas con otros sectores que permitan que al interior del Magisterio surjan nuevos representantes en las corporaciones públicas para que sean ellos los que lleven e interpreten la vocería y las demandas de la Educación Pública. Coherente con la expresión de Francis Ford Coppola: "la forma de llegar al poder no siempre es desafiando al establecimiento, sino ganándose un lugar en él para luego desafiarlo y traicionarlo".
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 25 DE JUNIO 2017
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