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REPENSAR LA UNIATLÁNTICO

REPENSAR LA UNIATLÁNTICO

Por Hugo Castillo Mesino

La Universidad del Atlántico, Nuestra Universidad, debe rescatar su pedestal histórico como centro de la academia donde confluyan y convivan diferentes posiciones filosóficas, pedagógicas, políticas, atendiendo a su naturaleza y a su encargo social. Las universidades son espacios y tribunas del libre pensamiento, de la batalla de ideas, de la crítica social y de la autocrítica; pero también deben demostrar madurez y tolerancia en sus estamentos al abordar y debatir temas de Ciudad, Región y Nación y no convertirse en centros del espectáculo donde las acciones de facto de algunos niegan la posibilidad del debate abierto, propositivo y perspectivo que visibilice y discuta políticas públicas educativas u otras que fortalezcan su dinámica académica e investigativa erigiéndolas como centros referenciales  participativos en la toma de decisiones públicas no relegadas ante las universidades privadas, solo por querer confrontar todo lo que venga del establecimiento sin mediar y concitar en aspectos relevantes para su propio desarrollo. La Universidad del Atlántico con sus estamentos tiene que repensar sus políticas y hacer una ruptura conceptual de los métodos que se propician por el canibalismo del poder irracional, los cuales alejan la confianza de quienes empiezan a gestarse en la vida universitaria, negando la democracia como antesala de la ciencia; qué contrasentido. Que interesante sería festejar los proyectos, propuestas de los estamentos estudiantiles y de las diversas expresiones al interior de la universidad y no cercenar las ideas y alcances de quienes no se alinean a una fuerza ideológica. De seguir asumiendo esta posición estaríamos castrando ese mar democrático plural, diverso y diferente que nos niegan los enemigos del cambio y del bienestar educativo; al final terminamos fortaleciendo a la derecha que se alimenta de este tipo de comportamiento y vejámenes.

Anteriormente en la universidad del Atlántico no se habían presentado unos niveles tan visibles de contradicción que no solo consumen lo que tradicionalmente ocurría en el claustro, que era la movilidad de las fuerzas políticas internas con algunos nexos externos. Hoy, hay ruptura en ese esquema por una mayor presencia visible de las fuerzas políticas con sus jefes externos hacia el interior de la universidad, complicando más su estructura de poder. Al mirar la historia de estas relaciones políticas en la designación de decanaturas y de la rectoría es válido referenciar la de Carlos J. María, conservador y la de José Stevenson Collante, liberal; a pesar del origen político y de los nexos con los partidos tradicionales, los estamentos universitarios admitieron a estos dos importantes hombres de la academia y los consideraron como voceros de un nuevo proceso democrático hacia el consenso. También hubo momentos de conflictos cuando se quisieron imponer rectorías representativas de la política tradicional que generaron rechazo en los estamentos universitarios.

En este nuevo contexto llega a la rectoría de la Uniatlántico Ana Sofía Meza para ejecutar la aplicación de la ley 550, haciendo mayor énfasis a la gestión económica y fiscal que a la académica. Posteriormente, Rafael Castillo Pacheco, solo para atemperar esa contradicción. El encargo de Rafaela Vos Obeso, trató de detener esas fuerzas incontenibles que se venían represando en la contradicción propiciada por Ana Sofía Meza y que había logrado tener algún respiro en la rectoría de Rafael Castillo Pacheco. Con el nombramiento de Carlos Prasca Muñoz, la dirección política del Distrito, a través del Partido Cambio Radical, se toma definitivamente la última joya de la corona en el poder político local, implementando un proceso de recomposición burocrático. La Universidad del Atlántico la han convertido en una fuente de burocracia, de poder político y de generación de prebendas apetecidas por las distintas organizaciones políticas que ven como un botín el presupuesto con que cuenta.


Dado que el poder político está concentrado en el Consejo Superior, lo primero que debe hacerse en la Universidad del Atlántico es adoptar un Estatuto Único Electoral, que regule la elección, por ejemplo, del representante de los gremios; los profesores, los estudiantes, los egresados, todos tienen procedimientos que son regulados y no pueden haber excepciones en materia electoral. Un Estatuto Único Electoral donde se sepa cuál es la base, cuál es el centro electoral de cada uno de los gremios y trabajar sobre ese centro electoral con una base mucho más democrática para efectos de la elección de sus representantes. Lo segundo que debe darse en este proceso es que la Universidad del Atlántico no puede politizarse al estilo de convertirse en un comando político; tienen que adoptarse posturas éticas que estén por encima de las reglamentaciones y de las normas visibles y exigirles a los partidos políticos y a los líderes a que se comprometan a no convertir la Universidad en un fortín político, porque esto sería la debacle total, significaría una contradicción que no se va a resolver sanamente y que no va a tener solamente los escenarios eminentemente electorales sino que va a llegar a la confrontación personalizada que es lo que se ha venido generando en los últimos años.


PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA

DOMINGO 22 DE OCTUBRE DE 2017
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