MIMETISMO PARTIDISTA
Por Hugo Castillo Mesino
Produce urticaria ciudadana el observar y vivir
como, a través del tiempo, en Colombia los partidos políticos han venido
perdiendo identidad e ideario, si es que existe; de ser así, se extingue en el
discurso de sus representantes y aspirantes, riñendo sus actuaciones con la
moral pública, hasta el extremo que de los partidos tradicionales surgen nuevos
partidos y otros se fusionan en los existentes; donde la prevalencia de quienes
los crearon no son las diferencias ideológicas, principios y valores con
relación a sus similares, sino más bien sus aspiraciones de convertirse en
nuevos caciques de manipulación. Estas disquisiciones son válidas al recalcar y
plantear que los partidos políticos deben ser entidades de interés público que
tienen como fin promover la participación de los ciudadanos en la vida
democrática, contribuir a la integración de la representación nacional y, como
organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del
poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y
mediante el sufragio universal, libre, secreto y directo.
Por ello, es pertinente que la ciudadanía y los
electores, en especial, manejen un mínimo de información y conozcan los
alcances de los partidos políticos y de sus miembros que muchas veces aparentan
ser militantes para ser candidatos y otras son directivos pero no son militantes,
con motivo de las elecciones al Congreso y a la Presidencia, para discernir su “filosofía”,
su dinámica y optar en la elección. Veamos cómo se mimetizan y se hibridan los
diferentes partidos políticos en el escenario nacional y regional, categorizados
según su práctica clientelar signada muchas veces de corrupción: La
acción de los “Partidos Electorales” dirigida fundamentalmente a lograr la
movilización general de electores, más que la de sus propios afiliados. Para
lograrlo, no se dirige a un sector poblacional en particular sino a la sociedad
en general. Carecen de principios ideológicos y de doctrina política; usan
plataformas y enunciados amplios, flexibles, poco definidos; su actividad más
importante es la elección de candidatos. Es importante en ellos los líderes
tipo “caciques” en sus comunidades, que proveen clientela electoral y algunos
“notables” que proveen fondos. Son partidos "atrapatodo", conocidos
en algunos países como partidos “cártel” y hasta partidos “pirata”. Estas
deformaciones partidarias derivan en funcionarios electos por pragmatismo y,
por tanto, en gobiernos sin coherencia ni compromiso y corrupciones crecientes
por falta de ética.
Continúa
el teatro con los “Partidos Transicionales”, aquellos donde por intereses individuales
o grupistas buscan acomodo sujetos de otros partidos. Su característica es el
personalismo de la política; esta práctica es conocida también en algunos
medios como “voltearepismo”, vendida como una forma de justificar que “la
política es cambiante”. Antes de que se regulara la doble militancia hubo
“dirigentes” que pasaron hasta por cinco partidos o movimientos en un breve
período de tiempo. Y, a pesar de esta regulación, aún hoy, con el proceso de
recolección de firmas, se le hace esguince para aparecer en otro escenario
político sin renunciar formalmente a la anterior organización de la que se formaba
parte. Para el caso colombiano, el investigador Francisco Gutiérrez en su obra
“¿Lo que el viento se llevó? Los partidos políticos y la democracia en
Colombia. 1958- 2002”, incluye en esta categoría al Partido de la U y a Cambio
Radical, en razón a que, por su origen, “adoptan estos nombres para dar la
imagen de independencia ante el elector, aunque sus representantes provienen y
se formaron en los partidos tradicionales”, tal el caso de Cambio Radical al
apoyar a Vargas Lleras, su fundador, ahora a través de firmas fraudulentas como
“candidato independiente”.
En
este escenario aparecen los “Partidos Temporales”, agrupaciones políticas
coyunturales conformadas por “independientes”, cuyo único afán es “tomar” los
gobiernos locales y regionales; desarrollan una especie de “autonomía”
individual sin una columna vertebral que los una, sin programas analizados y
debatidos, sin matiz ideológico que permita discernir entre libertades y tipo
de sociedad a construir. Caciques que, sin remordimientos, hacen polvo de la
política, de la democracia y de las expectativas de sus electores. Adalides del
cinismo, demagogia y populismo simplón que ganan simpatía entregando dádivas
con dineros de dudoso origen. “Partidos temporales” que se disuelven sin rendir
cuentas de nada a nadie, destruyendo el anhelo de buenos ciudadanos de
convertirse en autoridad para mejorar las condiciones de vida de sus
comunidades.
Quedan
en el tintero, los partidos “trashumantes” o de “en cuerpo ajeno”, creados para
amparar electoralmente a individuos o sus herederos ligados a la parapolítica y
la corrupción; y, las candidaturas “camaleónicas” de quienes se “tiñen” la piel
electoral o “adaptan” su morfología política para aspirar en las
Circunscripciones Especiales, a las cuales, por su origen, no pertenecen y en
las que su accionar político no ha tenido vocación. Estamos esperanzados en que
los partidos alternativos llenen ese espacio de incertidumbre y sean luz que ilumine
el camino, fortalecidos de identidad política y social.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 31 DE DICIEMBRE DE 2017
0 comentarios:
Publicar un comentario