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VOTAR ES UN ACTO SAGRADO

VOTAR ES UN ACTO SAGRADO

Por Hugo Castillo Mesino

Como homenaje, este 27 de mayo debe constituirse en un acontecimiento y una nueva página para la historia de Colombia. La invitación desde estas líneas es que los colombianos nos despojemos de todos los prejuicios, defectos y calificativos que tenemos al hacer útil el ejercicio del voto como expresión democrática. Votemos como un acto de soberanía por el candidato de nuestra preferencia no dejándonos llevar por los impulsos y emociones que pueden conducirnos a devolver la nueva pagina que con el tesón de hombres y mujeres hacedores de paz hemos pasado; seguimos apostando a la convivencia, a la concordia y al entendimiento, aún en el marco de las diferencias. Si bien es cierto que al votar o sufragar debemos tener en cuenta variables como: El perfil de candidato, sus bases programáticas y el Movimiento Social o Partido Político que lo representa, incluyendo su independencia; no podemos descalificar al otro que está en igualdad de condiciones, para votar bajo la óptica que se tenga sobre un candidato distinto que no reúna las condiciones enunciadas.

En esta gesta electoral hemos llegado a los extremos de invertir la escala de valores sociales, producto de las contradicciones al destacar el candidato de nuestra predilección, desconociendo y anulando completamente al contrario al amigo, familiar y compañero. Caemos muchas veces en la displicencia de negar y negarnos a seguir compartiendo los espacios sociales, políticos, culturales que por largos años hemos compartido; con ello invalidamos los niveles de tolerancia, sensatez, madurez y ponderación que demanda el ejercicio de la política al visionarla como la posibilidad de ser o no ser cuando estamos en capacidad de analizar y proponer sobre los periodos crísicos de la sociedad a través del pensamiento crítico circular.

Colombia en el escenario electoral tiene cinco (5) candidatos presidenciables que democráticamente los colombianos, en ese abanico de opciones, deben saber definir apartándose de la manipulación, la presión laboral, las dádivas económicas, los ofrecimientos ilusorios, las propuestas intangibles que niegan su ejecución. El llamado es a la reflexión sana y ética que nos conduzca a seguir sembrando nuevas paginas de esperanza, donde la Educación marque el rumbo como la bandera del desarrollo de la Nación. Las elecciones de hoy no son una apuesta sobre determinado candidato en el sentido de “quién derrota a quién”, cuando se trata es de derrotar los males que aquejan a la ciudadanía. Más bien es darnos la posibilidad en serio de observar y evaluar cuál es el candidato que garantiza que las contradicciones históricas que subyacen y siguen polarizando a los colombianos a lo largo y ancho de la geografía nacional sean regentadas por quien expresa calidades y experiencia para ser un nuevo gobernante que le de confianza a la ciudadanía por sus indicadores de gestión y por el reconocimiento que ha tenido en su ejercicio de gobierno.

No podemos de ningún modo seguir soportando miedo y odiarnos los unos a los otros por el solo hecho de que determinado candidato sea incompatible ante el otro; de ser así estaríamos negando el verdadero sentido de la democracia y cayendo en la uniformidad y linealidad del elector, cuando se trata es de ser libre como sinónimo de autonomía y no negar la condición ciudadana de votar en Democracia. Es inconcebible que algunos ciudadanos rayen en afirmar que quien no vota por su candidato es mi enemigo y es un traidor a las reivindicaciones del pueblo; negando con ello que las demandas sociales de la ciudadanía no son potestad de sus iluminados ni hacen parte de las elucubraciones políticas de su candidato preferido. De de lo que se trata, es de estudiar y avanzar en cada una de las propuestas de los presidenciables y luego decidir por el candidato que llene las expectativas; actuando ponderadamente, garantizando la concertación y la convivencia ciudadana.

Estamos convencidos que algunas propuestas de los presidenciables coinciden, pero son distantes en su materialidad; otras son muy parecidas por llevar el sello de quienes hacen 16 años han estado proponiendo lo mismo de lo mismo y su innovación solo se refleja en la publicidad mentirosa para seguir embaucando la posibilidad de cambio que requiere el país. La democracia y la decencia consiste en no negarnos los unos a los otros, en armonizar razonablemente nuestras opiniones, en concebir de que cada uno tiene derecho a elegir por quien así lo considere. Debemos reflexionar moderadamente a que estas elecciones no sigan polarizando, a aclimatar a aquellos que comulgan con la falsa idea de convertirnos en enemigos al no comprender que nos podemos adversar y seguir siendo amigos o compañeros.

El ejercicio de la política debe constituirse en un acto de civilidad; además, quienes participan como actores y sujetos pasivos de la misma deben interpretarla como una fiesta donde participamos, donde cada ciudadano, sea cuales fueran los resultados, debe concluir que con decencia y educación: Se Puede.


PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA

DOMINGO 27 DE MAYO DE 2018

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