Por Hugo Castillo Mesino
“El lobo
estepario", de Herman Hesse, nos introduce el gran problema del ser
humano, y es que no puede darse sentido a sí mismo, no puede darse a sí mismo
una explicación coherente sobre sí mismo, una explicación coherente sobre
su vida. Este lobo de las
estepas que no es más que el del orbe humano y el de la aldea que vive en las
monstruosidades de la estepa política, que se devora para devorar a los demás
en su accionar licantrópico, aprovechando su nivel de hombre culto y animal
político compuesto de una naturaleza humana y otra salvaje y viceversa.
Este “lobo estepario” no puede resistirse por su ferocidad e individualismo, arrasando
con sus adversarios; a esta especie no escapan quienes se creen dirigentes y
candidatos sin masas.
En la naturaleza como en la sociedad la regla
básica de sobrevivencia parte por entender que se es depredador o se es presa;
así funcionan las cosas entre los llamados “seres inferiores” y, por qué no,
entre los superiores. Esa regla fundante parece no tener discusión en el mundo
animal, y en los animales políticos se traspala dicha regla en el acontecer de
las actividades humanas en el ámbito de las luchas partidistas nuestras de
analfabetismo ilustrado; las cuales conducen a que ciertos actores de la acción
política en épocas electorales vean a los contradictores externos e internos,
de su mismo sector, grupo, facción, etc., como a un enemigo a destruir, a
eliminar y, en algunas ocasiones, en forma literal a suprimir físicamente a esas
personas o “compañeros” que no están de acuerdo con sus ideas o con su práctica
política, como ocurre en algunos casos e inclusive en sectores, partidos o
movimientos denominados progresistas o alternativos y éstos muchas veces son
ajenos a contraargumentar propositivamente a quienes por sécula siguen en el
poder.
Aprendiendo de los mal llamados “seres
inferiores”, estos actúan como unidad, como manada, colaborándose recíprocamente,
ya sea en la defensa de sus miembros para no ser devorados. Si los seres
humanos, en especial los que participamos en las organizaciones políticas,
pudiésemos entender que en política la principal regla de conducta es la de
admitir, al contrario, porque en democracia todo unimismo debe ser rechazado,
al igual que las posiciones narcisistas que afectan el discurso político
alimentado por los sofismas de los candidatos; pues nadie es perfecto ni
infalible en su pensar y en su actuar, nadie tiene la verdad revelada, porque
la verdad absoluta, si es que ella existe, no es más que la suma de verdades
parciales.
Admitir al contrario nos permite ampliar
nuestra propia visión de los hechos y de la realidad en sus diferentes facetas,
nos vacuna contra el sectarismo, nos inmuniza contra el fanatismo. En política,
al contradictor no hay que verlo ni tratarlo como a un enemigo, sino como a un
elemento factible de ser ganado para nuestra causa; es decir, aplicando la
regla de que en política si quieres crecer, tienes que sumar y jamás restar,
porque ese que hoy no está contigo mañana puede ser la pieza clave para ganar,
sumar y no restar debe ser la consigna de los que quieren ver crecer a sus
movimientos o partidos políticos. “Basta con que un hombre odie a otro para que
el odio vaya corriendo hasta la humanidad entera” (Jean Paul Sartre).
El canibalismo político, muy común en las
prácticas políticas del medio colombiano y, particularmente en Barranquilla y
en el Atlántico, es uno de los hechos que no ha permitido crecer a los partidos
y organizaciones políticas, en especial las de orientación de izquierda y/o
alternativos, progresistas, y se han fosilizado. La verdad es que no sé porque
se denominan así cuando no son coherentes en la práctica, siempre pasan por ser
oposición o constancia histórica; es decir, hablan de la unidad mecánica como
simple retórica mas no como expresión dialéctica; dado que la “unidad” solo la
hacen los del “yo con yo”. Hasta ahora no ha sido posible la unidad en razón de
definir un candidato único a la Alcaldía de Barranquilla, mientras que los
partidos aliados y afines al establecimiento contrataron a Datanálisis, que es
de su soporte económico, para realizar la encuesta de los candidatos que
aspiran a la gobernación del departamento del Atlántico con resultados
conocidos por todos; al final terminan los aliados apoyando a la exalcaldesa a
la gobernación al estilo Comesaña, acorde con la milimetría burocrática y de la
contracción pública; su “unidad” es superior a la velocidad de la luz.
Los movimientos que han crecido y han obtenido
algún éxito en obtener posiciones de poder gubernamental, es porque han sumado
voluntades en aras de los valores generales, sacrificando ciertas ambiciones
grupistas y/o personalistas, de otra forma no arribarían a ningún puerto. “Todos
somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas.”
(Albert Einstein). Repensemos a Barranquilla.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 12 DE MAYO DE 2019
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