Por Hugo Castillo Mesino
La ciudadanía vive enamorada
de la esperanza, así como el gusano se enamora de la estrella tal vez pensando
que al salir de su crisálida va a estar cerca de ella. A los humanos nos
corresponde vivir la desnudez de las cosas, tal como ocurrió en el debate del Senado
sobre las Objeciones a la Justicia Especial para la Paz, con el fin de buscar
una comprensión colectiva como confesión y atreverse a exponer nuestros trajes,
que son los de la Paz, mas no los de la guerra. Son los trajes de quienes se atrevieron a enterrar nuevamente los aires del odio de los tiranos,
que valiéndose de las artimañas y dilaciones del Centro Democrático y sus aliados, pretendieron demostrar sus
delirios de grandeza convertida en una palidez temeraria terminando por tirarle
piedras a la luna ante millones de colombianos que se convencieron que fueron
superados y vencidos, por mucho poder institucional que tengan, tal como se
vivió a través de los medios y las redes sociales que catalogaron al gobierno
del presidente Ivan Duque como un “gobierno torpe que no ha empezado a gobernar
a Colombia y le importa más Venezuela que a sus nacionales”.
El espectáculo político sobre
la Objeciones a la Justicia Especial para la Paz vivido y soportado en el Senado
me traslada al “Cantar de los Cantares”, analógicamente, donde las
intervenciones de los partidos proclives al NO a las Objeciones, las palabras
de los militantes de los partidos alternativos u otros dejaron un sabor y olor delicioso
como el acariciar la verdad ante los apostadores de la guerra. Las
intervenciones argumentativas por los del No a las Objeciones fueron
contundentes y suaves más que el vino; seducidos por un país que gradualmente
concibe que es factible la convivencia política cuando los propósitos políticos
son comunes y el pubis del debate se convierte en un jardín. Los cobardes de
siempre que no votaron se convierten en el disfraz de la mentira; presagiando
que el sabor potencial a mermelada seria la compensación por su heroísmo
politiquero.
Así como la rutina mata el
erotismo, de la misma manera como se mata la poesía, así se mató al estratega
senador Álvaro Uribe Vélez en sus intervenciones y movimientos desesperados y
angustiosos en el Senado queriendo implementar el ritmo del debate y negociar tratando
de confundir a la correlación de fuerzas del NO a la Objeciones; no sabiendo
que cuando todo se neutraliza se espera la
sorpresa, como ocurrió en su deshabitado Senado donde los números no le
alcanzaron y su rostro al caminar parecía un caballo viejo sin andar,
demostrando su fatiga cuando la maldad se extingue y predomina la razón de
quienes creen que es posible concitar posiciones políticas con el deseo de
vivir en paz.
En el debate del Senado sobre
las Objeciones con resultados de 47 por el NO a 34 por el SÍ, estuvo al orden
del día, cómo en la poesía, el que una verdad mal dicha fácilmente se vuelve
mentira, mientas que una ficción bien lograda puede volverse para siempre
verdadera. En la poesía como en la filosofía su territorio de exploración
natural está en la duda; esa duda sobre las Objeciones fue despejada y la poesía
como en la política se pregunta cómo andar al mismo tiempo en dos orillas de la
realidad; las respuestas se dieron cuando las fuerzas alternativas se unieron
con otros partidos del establecimiento que asumieron el NO a las Objeciones
ante la arracionalidad al Proceso de Paz. Lo que demostró el Centro Democrático
y sus aliados fue que sufrieron otra baja ante la crisis social que vive el
gobierno y es que esas palabras del SÍ a las Objeciones por su mal uso se han
vuelto huecas y calcáreas.
Senador Álvaro Uribe Vélez,
tiene que aceptar lo que expresa Juan Manuel Roca en “Asedios a la palabra”,
cuando afirma que “Nadie puede ser el que fue, el que nunca será o el que pudo
haber sido, pero también el conglomerado de los desaparecidos. Las palabras que
expresamos de inmediato se vuelven pasado”. Estoy convencido que no tiene
sentido el dejar de escribir en tiempos de penurias; al terminar el debate con
una alta dosis de cansancio por estar pegado a la TV, concluí que la noche
nivela las cosas de la esclavitud y sus formas. La noche, la ciudad y la
mayoría de los personajes que la habitan se desvanecen, se enfantasman y en medio
del sueño pintaba a los amigos del SÍ a las Objeciones, al Senador Uribe y sus
seguidores con el presidente Duque arrinconados como objetos tristes, donde el
día en el debate fue para ellos la enfermedad del alma, mientras que para los
del NO la noche se convirtió en la salud del alma. Ahora la pelota está en manos
de la Corte Constitucional. Repensemos a Barranquilla.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 05 DE MAYO DE 2019
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