Por Hugo Castillo Mesino
La metódica nos enseña que
antes de adentrarnos en un ensayo como es “El valor de elegir”; es válido
preguntar ¿en qué consiste la libertad?, ¿existe realmente la libertad?, ¿soy
capaz de libertad o soy libertad y por ello capaz de ser humano? Y otras
preguntas a formular con connotaciones filosóficas complejas que enmarca el
concepto o la acepción “libertad”; no obstante, si atendemos a la opinión de
Sigmund Bauman: “Para que uno sea libre debe haber al menos dos. La libertad
significa una relación social, una asimetría de condiciones sociales;
esencialmente implica una diferencia social, supone e implica la presencia de
la división social” Algunas personas pueden ser libres solo en la medida en que
haya una forma de dependencia que puedan aspirar a evadir; solo así surge la
libertad como el hacer social.
Es fácil comprender que los
seres humanos y por ende los electores nacen y están regidos por
determinaciones institucionales que tienden a regular el comportamiento al
momento de elegir a quienes deben representar. La aspiración es la de subvertir
el condicionamiento histórico que las elites nacionales y locales impregna
sobre la ciudadanía a través de sus estratagemas clientelares y politiqueros
para seguir usufructuando y saqueando las arcas del patrimonio público. Por
ello los ciudadanos deben concientizarse de esta situación y no seguir
sometiéndose a la pasividad y caer en el laissez faire. Es cierto que muchos
ciudadanos son ajenos a la política y algunos se atreven a decir que no aspiran
a intervenir en ella, porque prefieren tener una relativa tranquilidad e
inclusive seguridad familiar; como si el ejercicio de la política en los
términos de la sana política se constituyera en un arma letal, olvidándose que
su denominación malsana es una inventiva de los que históricamente han
ostentado el poder. Volvamos a preguntar ¿Por qué optar por hacer política,
porque intervenir en los asuntos colectivos con voluntad de transformación
social, en lugar de contentarnos con perseguir nuestros intereses privados,
intentando maximizar las ventajas y disminuir los inconvenientes que para
nuestra vida personal presenta el sistema establecido? Al retomar a Fernando
Savater en su obra “el valor de elegir “nos dice que cuando elegimos la
política es porque estamos aspirando a ser sujeto de las normas sociales por
las que se rige nuestra comunidad, la ciudad, el departamento y la nación; no
siendo objeto de ella.
La invitación ciudadana es a NO
seguir siendo comparsas electorales; cuando de lo que se trata es de ser
protagonista de las acciones y definiciones políticas en la misma dinámica que
esta demanda al igual que ser los actores en los procesos electorales en la condición
de elegir y ser elegidos. Los ciudadanos deben propender por aumentar los
beneficios que deben obtener de las instituciones y leyes garantizando su seguridad
colectiva. Elegir la política es el paso personal que cada cual puede dar,
desde su aparente pequeñez que no renuncia a buscar compañeros y cómplices,
para obtener lo mejor de lo posible frente a las fatalidades supuestamente
irremediables. La política la tomamos en serio cuando nos posicionamos en privilegiar
los intereses generales por encima de los individuales y renunciamos a la
mezquindad histórica de alejarnos de ella; sin darnos cuenta que seguimos
siendo animales politicos pasivos mientras que otros deciden y gobiernan.
Somos libres cuando participamos
y decidimos apoyados en los preceptos constitucionales que permiten que la ciudadanía
ejerza sus derechos politicos y sociales concibiendo y dándole la trascendencia
a las elecciones a cargos uninominales y de corporaciones públicas a realizarse
el 27 de octubre del presente año; exhortar la participación ciudadana es más
que una motivación indispensable para integrar y conformar una
verdadera representación de las sociedades democráticas a través del ejercicio
de sufragar. Hay que subrayar que una vez que se han elegido y conformado los
diferentes estamentos de gobierno, la participación ciudadana es el medio per
sé para hacer presencia protagónica en la toma de decisiones políticas; de esta
forma resaltar y destacar “el valor de elegir” como una acción y toma de
conciencia por parte del elector al depositar su voto como instrumento social. Por
tanto, la labor fundamental previa del ciudadano consiste en vigilar el
cumplimiento de las disposiciones legales durante todo el proceso electoral y
para ello su tarea es monitorear las elecciones; contribuyendo que estas sean
limpias, libres, por fuera de fraudes, que se confronte la corrupción y
haciendo las denuncias respectivas; legitimar de esa manera que No hay
democracia sin participación de los ciudadanos.
A los ciudadanos le asiste un
alto nivel de responsabilidad en las decisiones que se toman en el ejercicio de
sufragar; su participación es determinante. Sin embargo, la falta de
información ciudadana, el bajo nivel de conocimiento y de formación cultural
política se expresa en una ausencia del compromiso consciente que hay que
afrontar con el valor de votar y elegir en función de la justicia. Repensemos a
Barranquilla.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 24 DE JUNIO DE 2019
Siempre he pensado que debemos mirar muy bien los proyectos de los candidatos y conocerlos muy bien
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