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IRONÍA SOCRÁTICA PANDÉMICA

IRONÍA SOCRÁTICA PANDÉMICA


Por Hugo Castillo Mesino

En medio de la caverna contemporánea y poseído por la cultura, en estas circunstancias, observé y escuché por espacio de veinte horas la serie “Merlí, Los Peripatéticos”, en Netflix, de legado aristotélico; donde se navega, se recorre y se embebe en la filosofía. Merlí Bergson, entrañable profesor que sabe enseñar filosofía a sus alumnos, adentrándose en sus hilos como parte de sus vidas, situándolas en la realidad y dispuesto a acompañar a los “peripatéticos”, valiéndose del “Justo” o “término medio” en la política y no del “Todo o nada”; provocando rupturas institucionales que niegan la libertad conceptual y adormecen preguntas que subvierten el alma de los adolescentes. La serie educa en dos grandes tópicos, donde para el profesor Merlí da igual enseñar las edades filosóficas o etapas de la filosofía desde la contemporaneidad hasta la antigüedad y viceversa.

Merlí, en su irreverencia al referenciar a Platón y destacar el mundo sensible e inteligible, el amor platónico, infiere los numerosos amores que recorren la vida de los adolescentes y de los adultos; la alegoría de la Caverna y los alumnos que sufren de agorafobia, convirtiéndose en terapeuta social; pero, a su vez, habla de Maquiavelo y discute con los Peripatéticos que SI quieres tener éxito en la vida, debes ignorar a los otros y lograr alcanzar lo que te propones, puede ser un método poco honesto, pero logra realizar sus proyectos.

De Immanuel Kant aborda con sus alumnos que, lo que determina la mayoría de edad es el pensar y no la arrogancia de quienes hablan de su excesiva experiencia sin sistematizar ninguna. En el vaivén de ese trasegar filosófico es válido mencionar la obra de Byung Chul Han “La expulsión de lo distinto”, destacando al otro como amigo, al otro como infierno, al otro como misterio, que, al ir desapareciendo, dan paso a lo igual; concibe lo distinto, como en la política, en la academia y en la vida. Aristóteles, fundador de la “Escuela Peripatética”, dice: “¿Sabes qué pasa? Hay una tendencia generalizada a no expresar el qué se piensa”. El telón dramatizado anuncia a Sócrates: “Tal vez no sepas suficientemente bien cómo quieres que sea tu vida, pero al menos sabes lo que no quieres. A mí me importa lo que tú piensas”. Enfatiza Merlí y expresa con contundencia: “Los humanos somos unos hijos de puta porque usamos la inteligencia como capacidad para hacerles mal a los demás”.

Según Schopenhauer, los animales no son crueles, pero los seres humanos, sí, porque hay que tener inteligencia y ser inteligente para hacer el mal. Luego hay que vivir sin vivir, sin preocuparse, sin intervenir; somos ataráxicos. Epicuro compara el estado espiritual de la ataraxia con el total reposo del mar cuando ningún viento mueve su superficie: así es el sabio. Los escépticos consideran que no hay ningún saber firme, ni puede encontrarse ninguna opinión segura; no reaccionan, viven como si nada les importara, ajenos a los momentos buenos y malos.

“Es complejo hablar”, nos dice Merlí rodeado de peripatéticos, NO habladurías, hagámoslo con Foucault que hace enfoques sobre la normalidad y anormalidad como una construcción cultural e histórica que se impone de manera arbitraria. La sofística acciona en una excelente demostración y sostiene dos argumentos contradictorios: estudiar sirve para poder ser e incorporarse a la sociedad vs. estudiar es prepararse para ser un esclavo y un engranaje del sistema; Karl Marx, vamos a transformar estamos cansados de interpretar. Se atraviesa Nietzsche y su referencia a la muerte a Dios, a la muerte de un padre protector, a la moral de los débiles y la necesidad de arreglarnos solos, de poder pelear la vida, de volvernos superhombres.


La filósofa Judith Butler busca entender el odio dirigido a un pensamiento que defiende la dignidad y los derechos sexuales y que condena la violencia contra las mujeres y personas trans; es muy común en los adolescentes y no hay que tener miedo. Merlí, parafrasea a Descartes: “Hay que dudar de todo”. Surge Albert Camus, debemos afrontar la vida y qué podemos esperar de ella. Kierkegaard concibe al hombre como un ser dialéctico. Plotino fundamenta su teoría de que todo el mal que existe es por la ausencia del bien. Esber Adonis: «Ahora parece que los filósofos no tienen nada que decir; los científicos, tampoco; pero los poetas, SÍ”.  Enfatiza el profesor Merlí: “no tengamos miedo al hablar de la muerte autentica e inauténtica”; lo que se convierte en tarea. Friedrich Hegel queda en la memoria histórica de la serie al concebir la tesis, el análisis y la síntesis. Ahora cuando el profesor Merli infartó producto de la soledad, se asomaron cantaros de lágrimas entre los peripatéticos, entre esas las mías al permanecer por espacio mil doscientos minutos. Ojalá quienes orientan la filosofía y militan dejen de hablar tonterías, palabrerías y se gasten el tiempo filosófico que vale repensar en la Serie “Merlí”.

PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA

LUNES 18 DE MAYO DE 2020
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