Por Hugo Castillo Mesino
Impresionante el momento en el que trasegamos.
Máxime al leer el libro “El coraje de la desesperanza” de Slavoj Žižek que
nos traslada al preguntarnos ¿Si alguien se puede imaginar lo que es ser otra
persona? Pues, podemos imaginarnos lo que somos nosotros mismos o imaginarnos
que somos nosotros mismos sin ser en realidad. En las circunstancias pandémicas
donde circulan los pensamientos podemos imaginar lo que no existe; cabe mil
veces el amor y este lo podemos dibujar y volar con él. ¿Por qué no podríamos
mirarnos en el espejo? La respuesta puede
ser que, quien está en el espejo no soy yo o al retirarme se quedó el otro,
dado que desaparezco; no obstante, soy el uno y el otro, pero a la vez me puedo
diferenciar por efecto del espejismo o no sé qué puede ser. Si se trata de una
mujer y decide casarse con la imagen que refleja en el espejo, que es ella, ¿cuáles
serían las cláusulas u otrosí al legalizar su contrato de matrimonio?, ¿cómo
haría al “quedarse en casa esa mujer por confinamiento”, al despedirse de su
imagen o al trasladarse de su alcoba a otra habitación?
Ahora, cómo vivir en este mundo de inmundicias,
mugre, envidia, fantasías, obsesiones y decepciones al follarse con su pareja
la del espejo; consciente que la imagen del espejo es ella, que a la vez es su
pareja y podría caer en incompatibilidades o contravenir el posible contrato de
matrimonio, afectando gravemente su relación, ¿cómo haría para divorciarse si
no logra comprender a la pareja del espejo, al observarle defectos o malos
hábitos al follarse, siendo ella misma, pero diferente? Para no caer en
problemas tendría que establecer un contrato de “consentimiento afirmativo” que
garantice las condiciones al casarse con la del espejo que no es otra que ella
misma. Más bien es que te amarás a ti misma como a tu prójimo. ¿Será que nadie
ha recordado “amarás al prójimo, como a ti mismo”? ¿Hay un “amo al prójimo como
a mí mismo”? Aquí reside el problema del conocido lema “Sé tú mismo…”. Pero ¿Qué
“Yo misma”?
Byung-Chul Han en su libro “La expulsión de lo
distinto” nos plantea algo diferente, cuando del amor se trata: “El amor es la
alteridad del otro que es la alteridad de uno mismo”. Además, formula la
pregunta que tensiona: ¿En qué consiste el amor sino en entender y alegrarse de
que haya otro que viva, actúe y sienta de forma distinta incluso opuesta a como
lo hacemos nosotros? Refiriéndose al pensamiento del otro, nos dice: “Ser tú
mismo no significa simplemente ser libre”; esto se constituye a mi
interpretación en una carga excesiva, donde el Yo tiene un peso y un sobrepeso
que carga y dura toda su vida. Además, ese Yo se muestra débil frente al otro y
a la vez significa poder. Aunque el sujeto cuente con las condiciones para
satisfacer las necesidades propias, este sigue en la búsqueda del otro, dado
que solo el amor está en condiciones de quedarse en su urdimbre por su
condición o enfoque narcisista. El amor es alteridad del otro que es la
alteridad de uno mismo. ¿En qué consiste el amor sino en entender y alegrarse
de que haya otro que viva, actúe y sienta de forma distinta incluso opuesta a
como lo hacemos nosotros?
Byung en su libro “El aroma del tiempo” diserta
sobre el “aburrimiento profundo”, muy familiar en las condiciones actuales
donde la mente es libre y los espacios aburridos. El filósofo sienta catedra al
considerar que el aburrimiento profundo no solo surge cuando se da un tiempo
vacío de acontecimientos; nosotros percibimos el aburrimiento como la monotonía,
mientras tenemos la imagen que es contraria a las actuaciones que decidimos. El
aburrimiento cambia radicalmente el tiempo; si te olvidas de que tú eres ese
tiempo con enseñanzas y aprendizajes significativos, donde las posibilidades
son muchas si alcanzas a percibir que tienes un universo por explorar e
imaginar mundos y construirlos con las relaciones que tú tienes en ese “aburrimiento
profundo”, dejando despuntar las oportunidades que la existencia podría tener,
pero que justamente en este “uno se aburre” yacen dormidas.
Tenemos que seguir fijándonos al espejo y
liarnos creando nuestros problemas afectivos, culturales, políticos; donde
aflore la sinceridad y la honestidad de los atributos del discurso de Foucault
de lo que somos y no somos, de miles de días escondidos y sepultados
atravesados por apariencias y verdades que matan nuestra credibilidad por el
engaño y las mentiras que disfraza nuestra sonrisa. Estamos convencidos que
podemos aprovechar ese “aburrimiento profundo” como una reflexión de avance y
cambio que nos permita edificar nuestra condición de humanistas mortales, donde
fluya el amor como las aguas de los ríos y los mares con turbulencias de
entendimiento de naturaleza humana y todo aquello que repiensa afirmando y
negando al otro, siendo nosotros mismos.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
LUNES 27 DE JULIO DE 2020
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