LOS "TRAPITOS SUCIOS"
Es normal que en las aspiraciones presidenciales afloren matices acordes con el tipo de concepción que manejen los movimientos o partidos políticos, partiendo de que estamos en un proceso plural, deliberante, diverso, donde debe primar la democracia como antesala de las reivindicaciones sociales, políticas, económicas y otras que son urgentes, ante la crisis de identidad social y política y la falta de credibilidad ciudadana de los gobernantes que navegan en la mediocridad y perversidad de las políticas públicas. Ante el debate que se avecina en el 2022 para elegir al Gobierno Nacional, incluyendo al Ejecutivo y al Legislativo, estamos ante un desafío dilemático entre las ideas de la ultraderecha autoritaria y las ideas liberales que hoy configuran el pensamiento político colombiano; existen matices en ambas corrientes, verdades que se expresan y que pueden llegar a confluir en una segunda vuelta.
Después de una tertulia con los amigos de la política por concepcion antes que partidista, comparto el análisis que hizo el contertulio Antonio Bayona Mendoza, quien considera que: algunos no han entendido que, en ambas corrientes, pero más en la liberal progresista, es donde hay una actitud sectaria por decirlo así, de negación del otro. Además, enfatiza que la carrera por un caudillismo conduce al culto de la personalidad; por lo tanto, si no se es el líder, los demás no sirven. Hoy podemos decir que, en el campo del liberalismo progresista, además de Gustavo Petro, hay que referenciar a los grandes bloques, donde existe un gran espectro electoral y se utiliza como el “centro”, figuras como Sergio Fajardo, con todo lo que le señalen, tiene posiciones progresistas, decentes, de mejoramiento de las condiciones de vida; al igual que Jorge Robledo con liderazgo y reconocimiento político presentando diferencias con algunos sectores de izquierda y de derecha.
Anota Bayona Mendoza que, al igual ocurre con la corriente política de Juan Manuel Galán, que puede tener matices neoliberales, pero tiene el propósito de luchar contra el autoritarismo, la guerra, la negación de las libertades y la violación de los derechos humanos. El ajedrez político se mueve al surgir la candidatura de Alejandro Gaviria, de tendencia liberal, expresando posiciones progresistas, como decir que es ateo, estar a favor del aborto, comparte la lucha contra el cambio climático, reconoce las etnias, la libertad sexual y los derechos LGTBI; se infiere diferenciaciones conceptuales desde lo político, con la pretensión de ubicarse en una posición de “izquierda”. Convergemos que Alejandro Gaviria es progresista, pero con un discurso menos impulsivo que el que tiene Gustavo Petro, menos de confrontación, su método es más de conciliación, basado en que es un profesor universitario, más persuasivo, casi que copando el espacio que tiene Sergio Fajardo. No obstante, existen unos sectores radicales de izquierda que rayan un poco de pronto hacia la extrema izquierda, sin ser extrema izquierda armada, sino desde la conceptualización. Todo ello para repensar en el debate.
Existen sectores también en el mismo polo de izquierda de esa misma característica de Robledo expresada en Iván Cepeda y en la misma UP con Aida Avella que son más radicales, incluso van a la izquierda de Gustavo Petro. Pero también ha habido problemas de vanidades, problemas de celo político, liderazgo, de no reconocer que el otro tiene mayor aceptación o carisma; la reflexión concita a que el espectro de la izquierda que, no es más que el pensamiento liberal progresista, debe hacer un esfuerzo unitario, si no es en la primera vuelta, crear las bases para la segunda vuelta.
En el comprender y hacer de la política en esa misma dirección, Jhonny Bolívar Rangel acota que: en el juego de los matices entre las diferentes posiciones políticas que tiene que ver con el análisis de la coyuntura del país, se debería determinar ¿cuál es el problema o cuál es el peligro que se tiene que enfrentar conjuntamente? Al pensar de Bolívar Rangel, opina con preocupación que el peligro es la tendencia autocrática fascista de quienes están representando el poder actual; hay que ponerse de acuerdo al identificar cuál es el peligro a confrontar y a superar, y desde ese punto de vista los diferentes matices pueden lograr puntos de acuerdo sobre lo fundamental, pues de lo que se trata es de cerrarle el paso a esa tendencia dictatorial; y, por el contrario, a lo que algunas corrientes piensan para los cuatro años venideros de apuntar al ejercicio de la radicalidad del cambio social, se trata más bien de concebirlo como un proceso de transición.
En la fase final de la tertulia compartimos que, en estos momentos, al interior de los sectores conservadores hay corrientes, llamémosle decentes por utilizar la expresión que utilizaron algunos para denominar su lista. No podemos creer dogmáticamente que la ética política está solo en nuestro campo y no necesariamente en el otro. Repensar los “trapitos sucios”, antes que los restriegue el otro.
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