LA VAINA NO ESTÁ FACIL
Mi madre solía decir: “No se trata de soplar y hacer botellas”, al plantear situaciones domésticas cotidianas, llevando a pensar que la vaina no está fácil. Igual sucede en el escenario político electoral, donde en las consultas se debaten aspiraciones de los precandidatos presidenciales de diferentes fuerzas políticas. El adagio popular dice que “en política dos más dos no es igual a cuatro”; lo cual implica formular preguntas y dar respuestas en medio de la urdimbre y los intríngulis políticos que se presentan antes, el dia de y después de las elecciones al haberse obtenido los resultados electorales del Congreso de la Republica y de los precandidatos elegidos con miras y opciones al solio presidencial. El análisis político electoral hay que circunscribirlo a los resultados que se obtendrán en las elecciones del próximo 13 de marzo a nivel de precandidaturas a la Presidencia y al Congreso, lo que se traduciría en analizar los guarismos electorales que obtenga cada fuerza, e incluso pensar sobre las opciones que puedan tener los candidatos que no participan en las consultas.
Ubiquemos diferentes escenarios para analizar cómo sería el panorama en los términos de nuevas alianzas, acuerdos con candidatos a la presidencia y su fórmula vicepresidencial: Las consultas van a determinar los sendos candidatos que las representarían en la primera vuelta de elección presidencial; entonces, cabe preguntar: ¿Qué pasaría si las distintas fuerzas en las consultas obtienen resultados equiparados tanto en el conjunto como en la individualidad del candidato que las gane? ¿Qué sucedería con la segunda votación al interior de cada coalición? Dado que este último interrogante es un referente común a dilucidar en la escogencia de la fórmula presidencial, hasta ahora no muy claro en los preacuerdos en cada coalición, cuando apenas sería lógico, que estos resultados sean considerados para tal decisión.
En el hipotético caso que un candidato ganador de una de las coaliciones supere en los guarismos finales a los ganadores de las otras coaliciones, plantea la disyuntiva en la manera en que se conformarían nuevas alianzas para enfrentar inicialmente la primera vuelta con las fuerzas no participantes hasta ese momento en ninguna coalición, que estarían a la espera de esos resultados para justificar la decisión a tomar y reacomodarse políticamente en la posibilidad de una nueva estructura de gobierno. Verbi gracia: la decisión del director del Partido Liberal César Gaviria frente a la tentativa del Pacto Histórico de atraerlo a sus filas para la contienda presidencial. Igualmente es incidental, en este tipo de decisiones, el análisis que se haga de los resultados electorales que determinan la conformación de un nuevo Congreso y la correlación de fuerzas a su interior.
¿Cómo garantizar, entonces, que los resultados obtenidos por los candidatos ganadores en la estructuración de nuevas alianzas conserven sus ejes programáticos y sus principios ideo-políticos más allá de la mecánica de sumar votos per sé para ganar por ganar, desdibujando las aspiraciones de transformación de la realidad social viviente, que se venía promoviendo a los ciudadanos en la campaña proselitista anterior al 13 de marzo? Dados los resultados de las consultas y de la conformación del congreso sigue siendo pertinente cuestionarse sobre el estado interior de la correlación de fuerzas en cada coalición y sobre la vigencia del discurso común que las aglutinaba o, por el contrario, se produciría una desbandada de aquellos cuyos guarismos no son representativos significativamente dentro de la votación total de la coalición o que en los nuevos acuerdos que haga el candidato ganador no los considere y terminen por buscar nuevos escenarios más afines a sus intereses.
Dadas las circunstancias históricas en que se han desarrollado las elecciones en Colombia, untadas de chocorazos, fraudes, artimañas y clientelismo, donde ha hecho boga las frases centenarias de que “el que escruta elige” porque “el pueblo vota de día y la Registraduría elige de noche”, lo que torna más difícil el desarrollo transparente de los comicios electorales actuales, donde el fantasma del fraude está en boca de algunas de las fuerzas participantes ante las acciones híbridas que ha adoptado la Registraduría y el mismo Consejo Nacional Electoral, surge el interrogante: ¿Cómo confrontarían las fuerzas alternativas estas patologías asentadas en la geografía nacional que lesionan la democracia y en claro beneficio de los clanes que detentan el poder? ¿Existe, acaso, y de verdad, una forma de organización de base con sus mecanismos para afrontar esta situación y con la capacidad de respuesta ante los fraudes cantados? Por lo pronto estas respuestas quedan flotando en el viento de los avatares, máxime cuando se cree que solo acudiendo a las urnas masivamente a ejercer un voto de opinión es suficiente; cuando de lo que se trata es de defender el voto ciudadano antes, durante y después de las elecciones con una proyección política. Parodiando a García Márquez, no sólo la paz, sino a las elecciones hay que ir con los ojos abiertos.
Muy bien expresado Hugo.
ResponderEliminar