LA INFOCRACIA Y LA POLITICA
El leer y escuchar a facundo Cabral cuando decía: “Ayer soñé que podía y hoy puedo” son una de las muchas razones que concitan a escribir; pero más en su condición de cantautor cuando en su sermón social invitaba a reflexionar “No estas deprimido, estas distraído” mientras el filósofo Byung- Chul Han, en su libro “La Digitalización y la Crisis de la Democracia. Infocracia” expresa: “Nos sentimos aturdidos por el frenesí comunicativo” lo que implica analizar el régimen de la información y los gobiernos a los que estamos sometidos y el fenómeno de la digitalización del mundo en que vivimos y su avance inexorable.
La infocracia se basa en datos y socava el proceso democrático que presupone la autonomía y el libre albedrio, se ha apoderado de la esfera política y esta provocando distorsiones y trastornos masivos, la democracia está degenerando en infocracia. Los medios de comunicación electrónicos destruyen el discurso racional determinado por la cultura del libro y producen una mediocracia que puede definirse como el poder ejercido de los medios de comunicación a traves de la propaganda política en la orientación y direccionamiento de la intención del voto ciudadano, para la elección de un determinado partido político; en esta la política se somete a la lógica de los medios de masa. La diversión determina la transmisión de los contenidos políticos y socaba la racionalidad.
La democracia se convierte en telecracia como un neologismo con que se suele designar a la democracia operada por los medios teledirigidos, que pone a disposición de gobernantes y gobernados donde el entretenimiento es el mandamiento supremo, a quien también se somete a la política. La mediocracia es al mismo tiempo una teatrocracia como el gobierno de las personas reunidas en su teatro, como en la democracia ateniense.
En la vida privada la telepantalla funciona también como una cámara de vigilancia, con un micrófono muy sensible que registra el más mínimo sonido; la gente vive sabiendo que está permanentemente vigilada por la policía del pensamiento que es un aparato disciplinario biopolítico que todos los días organiza una gimnasia matutina que sirve para producir cuerpos dóciles. La gente no está vigilada sino entretenida, no está deprimida, sino que se vuelve adicta. La policía del pensamiento y el “Ministerio de la Verdad” son aquí superfluos, ya no son el dolor ni la tortura, sino el entretenimiento y el placer con medio de dominación.
En los debates televisivos, lo que cuenta ahora no son los argumentos, sino la performance. Quien ofrezca un mejor espectáculo ganara las elecciones, el discurso degenera en espectáculo y publicidad, la política pierde así toda su sustancia y se ahueca en una política telecratica en imágenes, por último la televisión fragmenta el discurso; hasta los medios impresos se vuelven televisivos, en la era de la televisión, las noticias breves se convierten en la unidad básica de información en los medios impresos; no pasara mucho tiempo en que la mejor noticia de una sola frase se le conceda premios, no se escapa ni la radio que esta secuestrada por la industria musical. La telescren o telepantalla y la pantalla de televisión han sido sustituidas por la touch creen o pantalla táctil y el nuevo medio de sometimiento es el smartphone o teléfono inteligente.
En el régimen de la información las personas ya no son espectadores pasivos que se rinden a la diversión. Todas ellas son emisores activos quienes estan constantemente produciendo y consumiendo información; la formula del sometimiento del régimen de la información es: nos comunicamos hasta morir.
En el “microtargeting” tiene como objetivo influir en las decisiones de consumidores o el público en general, los votantes no estan informados del programa político de un partido, sino que se les manipula por publicidad electoral adaptado a su “psicodrama” método o diagnóstico, y no pocas veces con Fake News o falsas noticias. Los ciudadanos dejan de estar sensibilizados para las cuestiones importante de irrelevancia social.
Si los políticos se orientan por los sentimientos en la red con los “bots” o software malicioso sociales e influyen de forma directa en las decisiones políticas. Los ciudadanos interactúan con voz de opinión y se dejan manipular de ellos y de determinados actores, cuyo orígenes y motivaciones son completamente oscuros e interfieren en los debates políticos es ahí donde la democracia está en peligro. En las campañas electorales entendidas como guerra de información no son ya los mejores argumentos lo que prevalecen, sino los algoritmos mas inteligentes.
Las “infoWars” o teorías de conspiración que dominan el debate público de la extrema derecha, los bots que difunden noticias falsas y discursos de odio e influyen en la formación de la opinión. Los ejércitos de troles o mensajes provocadores, irrelevantes, polémicos o fuera de tema en una comunidad, en las campañas apuntan a la desinformación; los memes son dibujos cómicos, montajes fotográficos o videos cortos con un eslogan breve y provocador que se difunden en las redes y se hacen virales.
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