LAS MÁSCARAS POLÍTICAS
Leyendo a Benedetti en su cuento “Transparencia… Con y sin nostalgia” hace recordar, que “Desde la muerte de Jorge, Claudia venía todas las tardes a recostarse en esta baranda, como si le agradara contemplar el río de gente…Todo en él, brazos, piernas, hasta los zapatos era transparente. Más bien tenía la sensación de que ella se volvía transparente cuando esos ojos que conocía tanto la miraban”. El cuento de Benedetti traslada a pensar en la política y a elaborar juicios posteriori, al preguntar ¿Son los políticos transparentes o los electores al elegir? Mientras, Octavio Paz en el “Laberinto de la soledad” sintetiza: “…Máscara del rostro y máscara la sonrisa” en ese marco de las coincidencias causales, Jorge Ramos en su libro “Detrás de la máscara” nos dice: “Los políticos estan obligados a explicar cada una de sus acciones a quienes lo eligieron”; al igual los candidatos su condición ontológica, el “ser ahí” su existencia y lo existencial, que estimule al elector a conocer más allá las propuestas , verdades o falacias que lo motivan o impulsan al desempeño y aspiraciones.
Parafraseando al filósofo sudcoreano Byung – Chul Han, en su libro “La sociedad de la transparencia” al interpretar concita a inferir que en nuestra sociedad la transparencia es enemiga del placer; es ahí donde “el mesiánico candidato o gobernante” seduce al elector ciudadano y evidencia juegos y artilugios con máscaras, ilusiones y formas aparentes a través de caminos tortuosos, ramificados y enredados, terminan olvidando al ciudadano elector sobre la naturaleza histórica y política del candidato. Pregunto: ¿dónde ha transitado?, ¿en qué líos judiciales o administrativos ha estado implicado?, ¿cómo ha sido o es su militancia o independencia?, ¿las ambigüedades ante quienes lo apoyaron?, ¿responsabilidades como administrativo o coadministrador? ¿Por qué dice ser agente del cambio, cuando su praxis política esta cimentada de oportunismo o es iluminado y hace parte de las nuevas generaciones postpandemia?
Los denominados seductores políticos enmascarados suelen manejar con frecuencia atiborrada las “Redes Sociales” buscando a diario la aceptación dentro de la “sociedad del me gusta” con la complicidad de adeptos a quienes estimulan con dadivas, aunque a la vuelta de la esquina pierdan el saludo por la carencia moral de candidatos y funcionarios a quienes a nombre de prácticas “políticamente correcta” exigen “transparencia” con el fin de garantizar la mayor libertad posible, para rodar en vacío, el tradicional nimbo retorico y emocional de la seducción.
El juego de la ambigüedad y la ambivalencia de los políticos, candidatos y administradores e inclusos en sectores de “Las izquierdas” máxime en la etapa electoral que se avecina; es normal informarse sobre sus secretos, enigmas y andanzas, antes y ahora mimetizados en la “transparencia” quitándole a las cosas todo encanto, donde prohíben la fantasía para tejer sus posibilidades, por cuya perdida no puede recompensarse ninguna realidad. Según Kant, la imaginación se basa en el juego. Esta presupone espacios de juego en lo que nada está definido con firmeza y delimitado con claridad.
En la falsa “sociedad de la transparencia” dentro de sus aspiraciones está en eliminar toda relación asimétrica articuladas al poder. El poder no es diabólico en sí mismo, en muchos casos es productivo, generador de libertad y juego para la configuración política de la sociedad. Poder significar, juegos estratégicos, dado que el poder no es el mal. Federico Nietzsche “defiende la apariencia, la máscara, secreto, enigma, ardid y el juego: todo lo que es profundo ama la máscara; las cosas más profundas de todas sienten incluso odio por la imagen y el símbolo”
No es solo la perfidia como engaño e infidelidad que consiste en violar un supuesto compromiso asumido por los candidatos y gobernantes; es algo que va más allá de lo que se oculta detrás de “Las máscaras políticas” que empiezan a publicitarse en la coyuntura de carnavales y pretemporada electoral; ¿no sabemos cómo serán después? Se escucha al unisonó que hay mucha bondad en la astucia, se engañan militantes y simpatizantes después de ser gobierno; con un presupuesto incierto de apoyo en las elecciones de octubre.
Byung-Chul Han señala: “Todo espíritu profundo necesita una máscara; más aún en torno a todo espíritu profundo va creciendo continuamente una máscara… El espíritu profundo surge bajo la protección de una máscara. Esta aparece a su alrededor como una capa protectora... Es más eficiente y menos violenta que la acción dirigida por el imperativo categórico”.
La capa protectora de la máscara erotiza la palabra y la convierte en un objeto del deseo y actua con libertad cuando esta vestida de expresiones simbólicas y metafóricas. Jorge Ramos plantea “que, aunque sea por un instante, aunque nunca podamos ver la cara completa” además sostiene que los cambios en la política gubernamental de comunicación se exigen, se arrancan, desde abajo y a veces se logran preguntando.
Amanecerá y veremos.
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