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PETRISISMO

PETRISISMO

Por Hugo Castillo Mesino

El atreverse a afirmar o negar algo sobre la existencia y las conductas asumidas en el ejercicio de la gobernanza trae consigo implicaciones de carácter ideológico, político y ético, donde sus costos son el pensar y actuar en contravía de lo que se intente establecer, independiente de la opinión de los actores protagónicos y de su feligresía solipsista que desconoce la integralidad del ser humano en la política, reconociendo e impulsando sólo grupos de intereses, más no lo colectivo.

Como plantea Juan Torres López, catedrático español, en su obra “Para que haya futuro” (2024): “La realidad y la experiencia han mostrado que en el capitalismo se juega sucio, y que la libertad y el respeto a las instituciones, a la ley y a la integridad de las personas llegan solamente hasta donde se comienzan a poner en peligro, aunque sólo sea muy moderadamente, los intereses y privilegios de las grandes empresas y finanzas”. Siendo estas las que aportan el capital para la retroalimentación constante de su ejercicio de poder.

En este contexto se produce la tendencia de ascenso de la ultraderecha a nivel mundial y en sus referentes regionales y nacionales, lo que lleva a plantearse el interrogante: ¿Ha fracasado la izquierda ante el neoliberalismo? Porque “no es casualidad que al mismo tiempo que la ultraderecha sube, la izquierda real baje… es un fenómeno internacional. Una tendencia a la que poco a poco, tarde o pronto, se van apuntando cada vez más países occidentales”. (José López Sánchez, “El auge de la ultraderecha o el fracaso de la izquierda real”, 2024). En un conflicto antagónico, cuando avanza uno de los contendientes, retrocede el otro. Y el fenómeno se expande en América Latina.

No debe causarnos molestia visual cognitiva el hecho de identificar que la izquierda mantiene una actitud presentista de una concepción lineal de la historia. No hay un replanteamiento sobre el devenir histórico, en correspondencia con las circunstancias evolutivas del sistema capitalista al que se antepone, sus contrapesos y contrapoderes, se sigue viendo en blanco y/o negro y no en una gama de matices. Las diferentes corrientes de la izquierda no disponen de un relato común, que se exprese en un proyecto civilizatorio claramente definido de economía y sociedad alternativa hacia el cual orientar la movilización de las fuerzas políticas, sindicales y ciudadanas en un proceso global e integral a mediano y largo plazo que supere en su gestión y ejecución las simples propuestas e implementación de reformas no reformistas, preñadas de buenas intenciones, reducidas a “cambios” incrementales asistenciales, ante el requerimiento de cambios transformacionales.

La derecha avanza y las izquierdas no saben qué hacer. Lo que deja dudas de la escasa capacidad transformadora de las izquierdas por su inacción como tal. Mientras en la sociedad civil organizaciones y personas de todo tipo… piensan, construyen, organizan e impulsan otras iniciativas para producir bienes y servicios y consumir de otra forma para elevar su calidad de vida, representarse o tomar decisiones, anticipando el futuro de una nueva sociedad… Los partidos de la izquierda se organizan, deciden y siguen actuando como si estuvieran en un viejo mundo y son tan insensibles e ignorantes de la oleada de vida nueva que viene del futuro y que puede enterrarlos para siempre. En consecuencia, la derecha les ha arrebatado valores humanistas universales: libertad, democracia, DD.HH., soberanía… que aún sectores de la izquierda viven en la confusión ideologizante de que estos son “valores burgueses”. Subestimando que este es el papel de la derecha: redirigir el descontento popular hacia posiciones políticas que no pongan en peligro el orden capitalista establecido.

Los partidos de izquierda reproducen muchas veces el cesarismo de los conservadores en el modo convencional de hacer política. Carecen de democracia interna, desprecian a su militancia y mucho más a la ciudadanía que se suponen representan; lo que hace que algunos sectores no se sientan atraídos por ellos y mucho menos unírseles como instrumento para hacer frente a sus problemas y tratar de solucionarlos. Las izquierdas tampoco están siendo capaces de romper la polarización y de combatir la posverdad.

Como lo señala Torres López, las izquierdas “han pasado tanto tiempo integradas en el medio ambiente que deseaban cambiar que han terminado por ser inmunes al cambio”; su escenario natural es la oposición, no ser gobierno, ahí se pierden, por eso para sobrevivir en la gobernanza propia necesitan la permanente confrontación ideológica con la derecha para distraer su inoperancia ejecutiva. Ante esto, es válido, entonces, preguntar: ¿Una bandera, una espada, un sombrero y una sotana concitan a un “Acuerdo Nacional” para los cambios transformacionales que requiere con urgencia el país o representan la estocada de lo intrascendental sobre lo esencial? A la izquierda le toca hacer una labor de fondo: trabajar por la unidad, combatir los estúpidos sectarismos, personalismos y oportunismos.

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(*) Comunicador Social y Periodista


PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA

LUNES 1 DE JULIO DE 2024
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2 comentarios:

  1. Hay que destacar el estado de inmovilidad en que se encuentran los países latinos donde la izquierda radical domina los instrumentos del estado, en efecto, los observadores corriente ven ─y que sirve para que la extrema derecha se nutra─, es pobreza, la repartición burocrática de los puestos públicos entre las familias, el descontento popular por la decadencia de un sistema burocratizado. Se siente que esos estados se manejan más por represión que por discusiones democráticas. Tan solo el argumento para minimizar el descontento y la pobreza, es señalar el bloqueo que le imponen los EE.UU, y sirve de cortina para justificar cualquier fracaso. Pero hay muchas armas para romperlo. Uno de ellos puede ser abrirse a países moderados y hasta en lo que sea posible, modernizar el país en lo económico, educativo y sobre todo carreteras, puertos y un buen sistema de trenes. Un cambio tan apremiante como el que creemos que puede darse, serían mas atractivos que lo que hoy vemos con tristeza.
    La caída del bloque socialista ha ocasionado que la izquierda no haya modernizado su discurso y opte por ideas del siglo pasado. Trayendo fantasmas que cumplieron su cometido. Las nuevas generaciones jamás van a dar el salto a una confrontación violenta contra el estado como lo reflejaron las revoluciones de mediados de los 60s. Las nuevas generaciones son más apasionadas que se les facilite empleos, buen nivel de vida y cuidades que les muestre donde expandir su ocio.
    Se necesita estudiar más y no manejar un discurso hueco y con palabras algo trasnochada. Es importante que la militancia se profesionalice en la economía, la historia, ciencias políticas. Posteriormente vendrán los científicos a modernizar las ciudades.

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  2. Buenas noches
    Estimado Hugo
    En la sentencia del catedrático, Juan Torres López está la realidad política actual ,

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