LA NADA ES NADA
Por Hugo Castillo Mesino
Una obra puede quedar comenzada, inconclusa o terminada, todo depende del estado de ánimo del autor o de los factores de su creación. Hoy como ayer con el tiempo, decidí escribir otras facetas en mi acostumbrada columna semanal, dando a conocer lo intangible de los mortales, que sus horas locas y cuerdas se atreven a plasmar espíritus imaginarios en otros universos a inventar; letras qué aventuran por la infinita “Nada”.
La víspera de lo anunciado se acercaba, las ideas flotaban, corrían de un lado a otro, la imaginación respondía por lo que podía acontecer. Las horas marcadas por el reloj precipitaban el tiempo, pintaban de mil maneras facetas de lo deseado, sin saber lo anhelado; solo sé que eran sueños despiertos, el tiempo avanzaba sin proponerlo, meditaba el silencio, es cómo adivinar lo nunca visto; los espacios se esfumaban, no sabía que era mejor, detener lo anunciado. Mientras el día empezaba a despertar, vertiginoso pensarlo, la otra dimensión que era cierta, fue compartir con la nada.
La nada es la existencia de un ser sin definición. Es la realidad de la existencia del ser fenecido, tiene su expresión en el escrito que no se puede leer, es el gran sueño que no recuerdo por haber despertado, es la búsqueda permanente de la palabra que no sé pronunciar, es un día sentado en la cascada sin saber del rio, es platicar con la vida sin oídos y sin boca, es algo que de tanto ser, perdió el sentido de ser. La nada es todo lo que tengo, que al buscarlo no lo encuentro.
La nada es lo hermoso que vivo, que al verlo no distingo. Es todo lo que me rodea en un vacío de seres, la nada es haber cultivado mil formas de decir y no poder tenerte, es la historia de los días que se borran del calendario, es el camino que formé y que el viento se llevó, es el recinto del poema que lloré, pero sin lágrimas, es la risa que afloraban tus labios que hoy se cierran, es el encanto por saber de ti cuando renuncias al hablar, es lo suave y dulce de tu piel cuando no te siento, es el aletear de mariposas cuando los árboles fenecen. La nada es la música de mis dedos, que al pintarte pierde tu imagen.
La nada al conversar es una confesión de alegría, cuando tu mudez aparece, es el repicar de los pájaros cuando todos se fueron, es aquel inmenso vacío donde no puedo robar un beso, son los poemas que leí los cuales no alcanzo a ver sus nombres, es el andar del tiempo con la velocidad de las horas, sin saber quién eres. La nada es el acontecer de ilusiones que nacen y se mueren.
La nada es la construcción de utopías que al pensarlas se borraron, es idealizar el amor que no puedo tocar, es el mar que me inspira cuando la tormenta de sus olas no me deja escribir, es la luna con cara de mujer, que el sol no ilumina y que irradia confianza a la luna desconfiada, es existencia de expresiones con validez al pensar. La nada es la manifestación de negar y afirmar el amor.
La nada es la tarde precisa para imaginar, las calles hecha fortunas, es la luna celestial, es el caminar cogidos de las manos; solo sé qué la nada se puede pintar en una ciudad por los amores del tiempo, es el ingenio del amor que escribía rutas de la noche, es anunció de lo pensado, despertando curiosidades de escribir en mis venas, en la piel que llega al alma, hilando magia de amores, que pronosticaba la noche silenciosa del mar con sensaciones de besos y caricias.
De la nada estamos hechos, somos nada, ilusiones, poesía, lealtad, sagacidad, besos, sensación de estar unidos, vivir malabares e ideas. La nada, el día y la noche se vistieron de nada y se tradujeron en síntesis del asalto de planes de gobiernos que llegan, saludan y se van sin momentos imaginados, son almas al vuelo que titilan; transitando por el amor de la vida, donde la vida misma retoma los espacios del universo, aflorando libertad encendida de besos y fuegos. La nada es luna, con cara de mujer y es nada.
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