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¡DESNUDOS DE CUERPO Y ALMA!

                          ¡DESNUDOS DE CUERPO Y ALMA!


Por Hugo Castillo Mesino

Piedad Bonnett, Licenciada en filosofía y letras por la universidad de los Andes, con maestría en Teoría del Arte y Arquitectura de la Universidad Nacional y profesora de la misma. Ha publicado nueve libros entre ellos “La Mujer Incierta” en la que desata preguntas y respuestas íntimas sobre el sexo, el amor, las relaciones; enseñaba en la secundaria y los claustros universitarios, donde la “desnudes de cuerpo y alma” no debe ser limitada ante el conocimiento y la ignorancia, para romper la pureza juvenil y manejar con relativa claridad los propósitos del matrimonio y la familia.

Piedad liberada de cuerpo y alma, decía: “Mi cuerpo es un total misterio”, “El pudor es bello en su contención”, “La vergüenza es un sentimiento insoportable, ¿Por qué se confunde con humillación? y nos acerca al precipicio del ridículo”; ahora ¿Por qué al enseñar o al vivir en familia nos asombra nombrar cierto órganos?, según Gustave Courbet, fundador y representante del realismo​, en el origen del mundo, presenta su hermosísima pintura de un desnudo sin rostro, donde el primer plano era el de una vagina cerrada coronada por un bello profuso.

Prohibido, prohibir, y echarse polvos cuando se tiene ardor a la fe ciega sin entender que puede estar pasando, allí abajo donde uno se toca, donde uno nunca nadie lo ha tocado. En nuestro pasado cursi andábamos para arriba y para abajo con las novelitas de Corín Tellado, “Me haces daño” frases preferidas de sus heroínas. El asombro era el menú de las jóvenes en las calles desoladas y al comentar de la escuela de las monjas, ante situaciones como estás Un instrumento de acero, un arma que echaba fuego por una boca encendida como una brasa”; una amenaza desconocida que hizo que las colegiadas hermanas se abrieran en la cera para dejarlo pasar, aturdidas y temblorosas; sin contarle a los padres lo acontecido, por su dogmatismo y calvinismo de la época.

Piedad estudió en un colegio de monjas e influida por el catecismo del padre Gaspar Astete. Eran los tiempos en que educaban a las niñas para que esperen el príncipe azul y se les prevenía contra todos los hombres y les advertían no confiar en sus sensaciones, ni filtrar los verdaderos peligros. Que te violen, que te roben, que te adopten, que te acuchillen. Eran los temores permanentes de las mujeres de la ciudad, como lo decían los protagonistas de Corin Tellado, “Me haces daño”. 

Las estrategias de las jóvenes surcadas por el temor y las paredes que tienen oídos; comentaban: “Debemos hacernos las difíciles. no llamarlos jamás. ellos siempre deben tomar la iniciativa, son los que eligen”; a la hora de bailar, de invitar, pagar y besar. ¿Y de qué más? nos reíamos dándonos suaves codazos, bajamos la voz cuando alguien quedaba embarazada, o de los volteados, o las que salían no con uno, sino con varios, a las que tildaban putas.

No daba vergüenza para esos tiempos tener las axilas peludas y las piernas, del vello que afelpa tu brazo y de que se escapa por los bordes del calzón, de la mancha que delata que eres mujer y menstruas, de las tetas muy grandes o muy pequeñas, de las caderas anchas, del pelo muy fino o muy grueso, de estar gorda; este era el mensaje de la falta de refinamiento de la época. Piedad fue a parar a un hospital psiquiátrico, en una clínica de reposo, clasificaban los pacientes como ansiosos, deprimidos, alcohólicos, en un sitio que no estaba vedado como peligroso. Su rebeldía era diferente, alegre provista de agresividad, que la llevaba básicamente a transgredir las imposiciones que impedían gozar de la libertad que deseaba.

El saber que recibía Piedad de las monjas era un saber vertical, crítico, incompleto y dogmático, una rebelde indisciplinada a la que suspendían del colegio ¿Para qué sirve la escuela?, de sexualidad nadie les hablaba, en la cúspide del colegio se daba la estratificación social denigrando la condición de las de abajo, aflorando odios. Piedad retoma de Byung- Chul Han en “vida contemplativa”, “el espacio literario se abre en el ser para la muerte. Escribir es siempre, escribir para la muerte.” 

 

Lo que alimentaba su soberbia como “La Mujer Incierta”. Había oído decir que era inteligente, leía a Nietzsche, Sartre a Camus; la hacía sentir un intelectual. Laboro en la Universidad Nacional, romantizando conceptos sobre Trotsky, Cuba, El imperialismo Yanqui, El Libro Rojo de Mao; para ese entonces ya no esperábamos casarnos para perder la virginidad “haga el amor y no la guerra” consigna del movimiento hippie de la que se adueñó la juventud de todo el mundo, y abrió una compuerta milagrosa para la libertad sexual.


(*) Comunicador Social y Periodista


PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA

LUNES 21 DE OCTUBRE DE 2024
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