RAZON POLITICA DEL CIUDADANO
Aventurar
en el pensamiento es un sendero que puede resultar divertido,
emocionante, con riesgos que valen la pena asumir, dados que éstos nos
conducirán a la búsqueda del conocimiento autentico, verdadero y de paso
alejarnos de la opinión que superficializa y reduce nuestra aspiración a
pensar.
Ahora la tarea que nos concierne es seguir aventurando
con la intencionalidad de reinvidicar la ciudadanía, nuestra ciudadanía
en la ciudad y en el país que vivimos, amamos y soñamos, es ahí; donde
afloran los derechos y deberes políticos con los cuales los ciudadanos
deben intervenir en los asuntos del Estado, con la finalidad primordial
de evolucionar y fortalecer su participación en las comunidades,
reafirmando como lo expresaba el compañero catedrático Alfredo Correa De
Andreis: “La crítica social y política debe ser contundente y
arrasadora”; así podríamos crear y proyectar mas ciudadanía.
Es imperativo categórico afirmar que nuestra sociedad esta divida en clases sociales, a pesar de estar codificados por la conceptualización burguesa de estratificación social de la vivienda, con roles disimiles, lo que implica a su vez marginalidad para muchos y progreso para pocos.
Nos asombra y nos invade la preocupación al referenciar en nuestra Constitución que en unos de sus párrafos expresa: “Mientras la ley no decida, la ciudadanía se ejercerá a partir de los 18 años”. Cabe preguntarnos ¿sera esta una condición sine qua non o necesaria para ser ciudadano, para ejercitar el derecho al sufragio, para elegir y desempeñar cargos públicos…? Creo vàlido comprender y a su vez disentir, planteando en mi lectura, que la ciudadanía se construye y se proyecta desde la escolaridad y externamente, donde el ciudadano se educa y se enseña.
Oigase, bien los ciudadanos no pueden seguir siendo conducidos por la clientela política, para que ejerzan su voto y decidan, máxime cuando se le dice "vota y después hablamos de política"; este tipo de ciudadano es el favorito de las autoridades, es el idiotizado, "Yo no me meto en política "; como si renunciar a la política no fuese tontería, esa actitud política y por cierto de las peores, conduciendolo a ser consumidor y feligrés en un lugar de ciudadano despolitizado; esta situación alegra y divierte a caciques de turno, es festejada por los partidos politicos tradicionales, con sus elítes y su clientela pública. Esta estrategia deshumanizante, deplorable, es contraria a lo que dice Immanuel Kant: “La mayoría de edad se consigue al pensar”. En un país que nos han definido como "democrático", la democracia no puede prescindir de la virtud en los ciudadanos, esta debe entenderse y asimilarse como el amor a la cosa pública, debe promoverse y formar a sus ciudadanos en la cultura política, a diferencia de los políticos “amnésicos conscientes” que no permiten que se fortalezca el espíritu democrático publico.
Es pertinente destacar lo que señala Norberto Bobbio en su libro "El futuro de la democracia", quien retoma a Stuart Mill y dice textualmente:“En las formas de gobierno es allí donde se distingue a los ciudadanos en activos y pasivos y especifica que en general los gobernantes prefieren a los segundos porque es más fácil tener contralados a súbditos, dóciles e indiferentes, pero la democracia necesita de los primeros”. Esta situación por ende merma la voluntad ciudadana, es más no la previò Nicolás Maquiavelo con muchos políticos que “confunden” sus intereses personales o los de su partidos con el bien común de la sociedad, estos no son claros sino sencillamente sinvergüenzas de la política.
Ante la situación descrita saltan y vuelan interrogantes: ¿Qué podemos hacer, qué debemos hacer y qué debemos esperar?. Nos corresponde seguir invocando nuestra Constitución, con una buena dosis de cultura política que nos permita concienciar con claridad que estamos ante un Estado Social de Derecho, donde prevalece la concepción del ser humano, esta es una fortaleza que debemos aprender a aprehender. Es evidente decir que entre los derechos políticos de los ciudadanos tenemos los de "elegir y ser elegidos", "todos nacemos igual ante la ley", entre otros. Estos mismos derechos presentan contradicciones objetivas y subjetivas en su materialidad, dado que en el primer caso los ciudadanos no cuentan con el entramado económico para aspirar a corporaciones públicas y para el segundo caso que nos ocupa el de la igualdad ante la ley, muchos ciudadanos viven, duermen, se recrean mientras que otros deambulan en calles y avenidas.
Bien lo dice Aristóteles en muchas de sus disertaciones cuando de política se trata: “El hombre es un animal racional y político capaz de reflexionar sobre lo que hacemos y asombrarnos”. Ese hombre en su condición de ciudadano debe regular la función pública en público, en todas sus dimensiones, al igual que en las políticas del sector privado que tienen injerencia publica, además debe mantenerse informado sobre los proyectos de acuerdos, ordenanzas, proyectos de ley, control en la ejecución presupuestal. Es al Estado a quien le corresponde mantener informado a los ciudadanos, lo cual le permitirá a éstos visionar y conceptuar sobre las políticas públicas.
Tenemos que seguir educándonos en y para la democracia, estimulando a los ciudadanos que luchan contra cualquier forma de corrupción, sumándonos y erradicando esta práctica en todas sus esferas. Después de haber aventurado en la razón política del ciudadano, seguiré derramando tinta sobre mis hojas en blanco, las neuronas seguirán encendidas hasta que los gobernantes, legisladores y funcionarios comprendan que podríamos ser amigos, pero prefiero sobre todo ser mas amigo de la verdad, tal como lo expreso Aristóteles ante Platón, su maestro por tener soles y visiones diferentes.
Es imperativo categórico afirmar que nuestra sociedad esta divida en clases sociales, a pesar de estar codificados por la conceptualización burguesa de estratificación social de la vivienda, con roles disimiles, lo que implica a su vez marginalidad para muchos y progreso para pocos.
Nos asombra y nos invade la preocupación al referenciar en nuestra Constitución que en unos de sus párrafos expresa: “Mientras la ley no decida, la ciudadanía se ejercerá a partir de los 18 años”. Cabe preguntarnos ¿sera esta una condición sine qua non o necesaria para ser ciudadano, para ejercitar el derecho al sufragio, para elegir y desempeñar cargos públicos…? Creo vàlido comprender y a su vez disentir, planteando en mi lectura, que la ciudadanía se construye y se proyecta desde la escolaridad y externamente, donde el ciudadano se educa y se enseña.
Oigase, bien los ciudadanos no pueden seguir siendo conducidos por la clientela política, para que ejerzan su voto y decidan, máxime cuando se le dice "vota y después hablamos de política"; este tipo de ciudadano es el favorito de las autoridades, es el idiotizado, "Yo no me meto en política "; como si renunciar a la política no fuese tontería, esa actitud política y por cierto de las peores, conduciendolo a ser consumidor y feligrés en un lugar de ciudadano despolitizado; esta situación alegra y divierte a caciques de turno, es festejada por los partidos politicos tradicionales, con sus elítes y su clientela pública. Esta estrategia deshumanizante, deplorable, es contraria a lo que dice Immanuel Kant: “La mayoría de edad se consigue al pensar”. En un país que nos han definido como "democrático", la democracia no puede prescindir de la virtud en los ciudadanos, esta debe entenderse y asimilarse como el amor a la cosa pública, debe promoverse y formar a sus ciudadanos en la cultura política, a diferencia de los políticos “amnésicos conscientes” que no permiten que se fortalezca el espíritu democrático publico.
Es pertinente destacar lo que señala Norberto Bobbio en su libro "El futuro de la democracia", quien retoma a Stuart Mill y dice textualmente:“En las formas de gobierno es allí donde se distingue a los ciudadanos en activos y pasivos y especifica que en general los gobernantes prefieren a los segundos porque es más fácil tener contralados a súbditos, dóciles e indiferentes, pero la democracia necesita de los primeros”. Esta situación por ende merma la voluntad ciudadana, es más no la previò Nicolás Maquiavelo con muchos políticos que “confunden” sus intereses personales o los de su partidos con el bien común de la sociedad, estos no son claros sino sencillamente sinvergüenzas de la política.
Ante la situación descrita saltan y vuelan interrogantes: ¿Qué podemos hacer, qué debemos hacer y qué debemos esperar?. Nos corresponde seguir invocando nuestra Constitución, con una buena dosis de cultura política que nos permita concienciar con claridad que estamos ante un Estado Social de Derecho, donde prevalece la concepción del ser humano, esta es una fortaleza que debemos aprender a aprehender. Es evidente decir que entre los derechos políticos de los ciudadanos tenemos los de "elegir y ser elegidos", "todos nacemos igual ante la ley", entre otros. Estos mismos derechos presentan contradicciones objetivas y subjetivas en su materialidad, dado que en el primer caso los ciudadanos no cuentan con el entramado económico para aspirar a corporaciones públicas y para el segundo caso que nos ocupa el de la igualdad ante la ley, muchos ciudadanos viven, duermen, se recrean mientras que otros deambulan en calles y avenidas.
Bien lo dice Aristóteles en muchas de sus disertaciones cuando de política se trata: “El hombre es un animal racional y político capaz de reflexionar sobre lo que hacemos y asombrarnos”. Ese hombre en su condición de ciudadano debe regular la función pública en público, en todas sus dimensiones, al igual que en las políticas del sector privado que tienen injerencia publica, además debe mantenerse informado sobre los proyectos de acuerdos, ordenanzas, proyectos de ley, control en la ejecución presupuestal. Es al Estado a quien le corresponde mantener informado a los ciudadanos, lo cual le permitirá a éstos visionar y conceptuar sobre las políticas públicas.
Tenemos que seguir educándonos en y para la democracia, estimulando a los ciudadanos que luchan contra cualquier forma de corrupción, sumándonos y erradicando esta práctica en todas sus esferas. Después de haber aventurado en la razón política del ciudadano, seguiré derramando tinta sobre mis hojas en blanco, las neuronas seguirán encendidas hasta que los gobernantes, legisladores y funcionarios comprendan que podríamos ser amigos, pero prefiero sobre todo ser mas amigo de la verdad, tal como lo expreso Aristóteles ante Platón, su maestro por tener soles y visiones diferentes.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 17 DE AGOSTO DE 2014
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